miércoles, enero 31, 2007

El segundo spangenhelm (3): ¿Qué forma tiene tu cabeza?

Sé que me estoy metiendo en camisa de once varas, pero voy a empezar con unos pocos tutoriales más o menos detallados sobre los métodos de dar forma a la chapa.

Eso sí, antes de nada, leed atentamente las condiciones de mi

--------------------------------------------------
Desclamador

Soy un novato casi absoluto en estas lides. La información de estas entradas es, básicamente, una remezcla de diferentes fuentes documentales, y de mi escasa experiencia. A mi me van dando cierto resultado, pero seguro que dentro de un par de meses me parecerán auténticas barbaridades.

Sólo me atrevo a entrar en tanto detalle porque no parece haber fuentes de información en castellano, y además algunos inconscientes me lo han pedido.
Como toda la terminología la voy a ir traduciendo del inglés, voy a tener que tomarme ciertas libertades con ella.
De hecho, me voy a tomar tantas libertades, que si la terminología fuera una señorita, me daría un bofetón y me denunciaría por acoso. Menos mal que la terminología es un poco casquivana, y se deja manosear por cualquiera. Eso sí, si alguien quiere portarse como un caballero y salir en defensa de su honor, estaré encantado de que me indiquen las correcciones apropiadas.
--------------------------------------------------

En esta entrada vamos a hablar de cómo se da forma al perímetro del spangenhelm. Lo cierto es que las entradas están algo desordenadas, esto habría que hacerlo antes de hacer los paneles triangulares, para así tomar correctamente sus medidas.

Lo primero que hay que hacer es preparar la forma de la tira perimetral. Para hacerlo, ayuda mucho preparar una plantilla con la forma que queremos obtener, a tamaño real, y así poder comparar la pieza para ver si se ajusta.

No cometas el error de pensar que tu cabeza es redonda. Si tu cabeza fuera redonda, serías un chupachups o una farola. Y, ni sabes a fresa, ni das luz de noche.

Aunque se pueden comprar (no sé dónde) unas plantillas de lo más perfectas, con unas antropometrías fabulosas, para hacer un yelmo, que encima va sobre un acolchado, no hace falta exagerar demasiado. Básicamente, debería ser suficiente con una elipse.

Para medirte la cabeza, a menos que tengas un calibre realmente enorme, te va a hacer falta que alguien te ayude. Si colocas dos listones (reglas, palos, libros, cosos rectos, hasta dedos) verticales, uno a cada lado de tu cabeza, la medida entre ellos será el eje corto de la elipse. Si haces lo mismo con uno en la frente y otro en el cogote, tendrás el eje largo de la elipse.

Vale, ahora tacha esas medidas, ponte la cofia y el almófar, y vuelve a tomar esas medidas.

Mejor ¿verdad?

Bueno, pues vuelve a tacharlas, porque aún te queda añadir el espesor de todo el interior de cuero que quieras meter dentro del casco.

En mi caso, estas medidas son, poco más o menos, 20,5 y 23cm respectivamente.

Menos cachondeo, coño.

Lo siguiente es dibujar la elipse en la cartulina en que harás la plantilla. ¡Ah! ¿que no sabes dibujar una elipse? ¡Qué vergüenza! ¡De letras tenías que ser!

Una elipse se puede dibujar con el llamado método del jardinero. Si fijas un cordón a dos puntos (denominados focos de la elipse), y con la punta de un lápiz mantienes estirado el cordón, lo que va a dibujar esa punta del lápiz es una elipse.

Pero claro, los datos que tenemos es la longitud de los ejes de la elipse, no la distancia entre los focos, ni la longitud del cordel.

Si te lo quieres pensar, te recordaré que la ecuación de la elipse es:

(x2/a2) + (y2/b2) = 1

donde a es la mitad del eje largo, y b la mitad del eje corto.

¿Ya te has rendido? Vale, pues te diré que el cordón en cuestión mide lo mismo que el eje más largo. Te podría contar que los focos se pueden encontrar con el teorema de pitágoras, pero ¿para qué? Si dibujas los dos ejes, con un compas, haciendo centro en el extremo del eje corto, y con radio a, la intersección con el eje largo te da los dos focos de la elipse.

Y por supuesto, tienes el otro método para dibujar la plantilla: más o menos a ojo. Que no tiene por qué ser menos ajustado a tu cabeza que el otro, la verdad.

Y si encima te ayudas con una plantilla de curvas, pues para qué contarte. Y es que cuando uno desentierra su material de dibujo técnico, desentierra mucho material.

Para darle forma a la tira perimetral, lo único que hace falta es curvarla. No es demasiado complicado, puedes hacerlo con las manos y apoyándolo sobre tu propia cabeza, todo excepto los bordes.

Para terminar de curvar los bordes, te hace falta, o bien un tubo gordo, o bien una superficie plana y sólida. Y un martillo, claro.

Curvar la chapa sobre un tubo es relativamente sencillo. No hay más que sujetar la chapa sobre el tubo en el punto en que quieres curvarla, y golpear con el martillo justo un poco más allá.

Tienes que amartillar uniformemente a todo lo ancho de la tira que vayas a curvar, de forma que los martillazos se solapen unos sobre otros, antes de desplazar la pieza y seguir un poco más allá. Más o menos como si construyeras un muro de ladrillos con el martillo, y con cuidado de golpear siempre uniformemente.

El mejor martillo para hacer esto es una maza de nylon lo más pesada posible. Hay unas fabulosas, que tienen la cabeza metálica y pesada, y sólo los extremos de nylon (o de cobre, que también tiene que estar muy bien, pero eso no lo he probado) También vale un martillo metálico de abombar, pero deja muchas más marcas en la chapa.

Existe un segundo método para curvar la chapa. Es más o menos equivalente, a mi en particular me resulta un poco más cómodo, pero ahí ya cada cual.

Apoyas la chapa en una superficie sólida, como un yunque. Si trabajas con hierro en frío, no te hace falta ningún despliegue extraordinario de medios: te sirve con un tocón de encina.

Sujetando firmemente la chapa, vas golpeando justo al lado del punto de apoyo de la chapa. Y así poco a poco, desplazando la chapa.

Según le vas dando forma, lo tienes que ir comparando frecuentemente con la plantilla, hasta que al final encaje bien en el patrón.

En el caso de la tira perimetral del spangenhelm, es importante que los bordes queden perfectamente enfrentados, sin necesidad de ejercer ninguna presión, prácticamente tocándose.

sábado, enero 27, 2007

El segundo spangenhelm (2): La batalla del triangulito

Empezaremos por explicar el método empleado para diseñar los paneles triangulares de este nuevo spangenhelm. ¿Cómo dices? ¿Que eso ya lo había explicado antes? Bueno, digamos que había un par de errorcillos de concepto.

Efectivamente, empiezas por tomar las medidas de cada uno de los tres lados del panel. Asegurándote de que la cinta métrica va bien pegada al metal del marco, eso si.

¡Ojo! en este tipo de yelmo, los paneles delanteros van a ser algo distintos a los traseros (no como en el otro)

Primero trazas la base, eso no es problema. Desde los vértices de la base, con un compás, localizas más o menos, el punto donde irá el vértice superior, empleando la longitud de cada uno de los otros lados como radio.

¿Por qué digo más o menos? Pues porque la longitud que has tomado no se corresponde a una recta (que es lo que te da el compás) sino a una curva. Digamos que el punto obtenido va a estar inmediatamente por encima del vértice real.

Para dibujar los lados, y hacerlo de la medida correcta, yo utilicé una regla flexible que rescaté de mi antiguo material de dibujo técnico (¡cuantas manchas de tinta china habrá esparcido esa regla por mis láminas!)

Lo bonito de emplear algo así, es que puedes controlar bastante bien el ángulo de los vértices, que en los tres casos tiene que ser recto. ¿Cómo? ¿que los lados de un triángulo tienen que sumar 180º? Eso es en geometría Euclídea, ahora estamos hablando de geometría elíptica (¡toma ya, lo que sé decir!)


¿Habéis visto qué método tan científico para diseñar unos paneles extremadamente exactos para el spangenhelm?

Vale, pues ahora os explicaré por qué NO funciona.


Tesis: los paneles creados por este método quedan demasiado pequeños.

Demostración: los cuatro ceniceros de diseño (triangulares y de hierro) que le van a caer por su próximo cumpleaños al amigo fumador más cercano.


No había tenido en cuenta los efectos de la deformación que sufre la pieza cuando te lías a martillazos con ella. Cuando estás abombando los paneles, todo ese metal que se desplaza sale de alguna parte. Y si, esa parte es el perímetro.

¿Cuántas veces voy a tener que escribir que es mejor dejar metal de sobra y limarlo después? ¡Si es que parece que no me hago caso!

¿Significa eso que tenemos que tirar todo el método a la basura? No necesariamente. Tan sólo tenemos que modificar ligeramente el patrón, prolongando los lados hacia abajo un centímetro o dos.

Eso nos dará suficiente juego para poder ajustar todo el panel: si queda demasiado estrecho, se coloca un poco más arriba, y listo. Puede que sea necesario cortar la punta, pero eso es recomendable en cualquier caso: tu no quieres dejar esas puntas afiladas justo encima de tu cabeza, en la parte de dentro de algo que va a recibir golpes.

¡Ah! tampoco está de más dar algo de curva (convexa) al borde inferior; aunque no es estrictamente necesario, ayuda a que no quede demasiado picudo.

sábado, enero 20, 2007

El soporte de la cota. Esto es una percha, y no lo de las camisas.

Muy bien, ya has terminado la cota. Por fin. Te crees muy listo ¿verdad? Pues entonces responde a esta pregunta: ¿qué narices vas a hacer con ella ahora?

Porque la cota, una vez terminada, es un amasijo de diez kilos de alambre escurridizo. Si la haces un gurruño, consigues que abulte un par de palmos cúbicos, más o menos como una caja de zapatos grande.

Evidentemente, después del curro, no tienes ninguna intención de guardar la cota en una caja y dejar que se apolille en un armario. Aunque para eso, harían falta unas polillas realmente extraordinarias.

Pero, hasta que te decides, la cota está por ahí, rebosando del tupper en que guardabas las anillas.

- Oye, ¿quieres quitar esa cota de ahí, que hay que poner la mesa?

- Pero ¿no sabes que en ese estante dejo yo mi calzado? ¡Ese trasto a otra parte, pero ya!

- ¿Cómo pretendes que pase por ahí, si tienes ese montón de alambre por el suelo?

Está claro que hay que hacer algo, y darle un destino más definitivo.

Al principio, te planteas hacerle un pie de armadura. En si, el diseño es simple, básicamente una cruz con una buena base.

Hasta que se acercan las navidades, y ves lo que pasa cuando hay que colocar un árbol en tu casa. Si este arbolito tan discreto molesta tantísimo en este rincón, ¿cómo sería colocar un pie de armadura? Tendría que elegir entre la cota y la mesa del salón, y tengo esa extraña afición por comer sentado.

Está claro que no es la opción más adecuada para un pisito moderno. Hay que buscar alguna forma de colgarla de la pared.

El primer experimento lo haces, como no, con una percha. De ahí sacas dos conclusiones muy claras:

- Que estéticamente es una absoluta abominación.

- Que te acabas de cargar una de tus mejores perchas, que nunca fue diseñada para soportar nada más pesado que una chaqueta y un par de pantalones.

Así que sigues sin aclararte.

- Oye, haz algo con ese trasto de una vez, que me tiene harta

Vaaale, vaale. De acuerdo, nos inspiraremos en las fuentes clásicas. Afortunadamente, estaba yo releyendo el Hausbuch der mendelschen Zwölbrüderstiftung (que es uno de mis libros de cabecera junto al Advanced quantics y el Aprende a atarte los zapatos con los Lunis) cuando me encontré la bonita ilustración que acompaña estas líneas.

¡Y la luz se hizo! ¡Claro que si! Lo que hace falta para colgar una cota es una viga recta, colgada de la pared.

Después de realizar una rápida prueba de concepto con una barra de cortina, entre G y yo pergeñamos un diseño extraordinario mientras íbamos a Toledo, diseño que me apresuré a intentar llevar a la práctica.

La idea es conseguir algo de aspecto quizás no tanto histórico como rústico. Una viga cuadrada de madera vieja con abrazaderas de hierro, al más puro estilo
tipicalspanishmesondelcentroparaguiris.

Conseguir la viga fue una auténtica tortura. Tardé casi ¡dos días! en ver la viga perfecta tirada en el suelo en una obra a dos manzanas de casa. Teniendo en cuenta que Madrid es un puñetero socavón, y que hay más excavadoras que coches, eso es una auténtica eternidad.

La viga en cuestión es un soporte para transportar las enormes vigas en H que están metiendo en la obra en cuestión (de verdad que es un milagro que no se derrumbe la mitad de las casas de mi barrio) Aparentemente era un desecho tirado en la calle, pero por si acaso, es mejor que se distraiga sin muchos testigos.

La viga tal cual es una pura costra que hay que trabajarse un poco. Lo primero es quitar el par de salientes que sobran a golpe de radial. Esta vez estuve fino, y me fui a hacerlo a la terraza: no más copiosas nevadas de serrín dentro de casa. Una lijadita superficial para quitarle la roña y las astillas, y listo.

Y es que la experiencia es un grado. También me acordé de ponerme guantes antes de darle caña con el betún de Judea, no como las otras veces que lo he usado.

(Mola el gnomillo de la esquina de la terraza ¿eh?)

Personalmente, prefiero que no quede demasiado pulido, y que el betún no lo cubra por completo. Le da un aspecto más auténtico (a auténtica reproducción de plástico para turistas, vale)

Una capa fina de betún de Judea se seca de forma casi instantánea en la madera de pino. Mientras lo hace, le fabricamos un par de abrazaderas en un plisplás, que van a quedar realmente guachis.

Ya sé que lo de las abrazaderas es realmente simplón, pero lo cierto es que estuve un buen rato dándole vueltas al diseño más correcto. Lo primero que hay que hacer es cortar un par de rectángulos de metal (mi típica chapa de hierro de 1'6mm de hacer yelmos). Ojo con el largo, tienen que poder envolver la viga y solaparse sobre sí mismas.

Las abrazaderas en cuestión se doblan al tamaño apropiado para abrazar la madera (se ahí el nombre de abrazadera). Más o menos en el medio, se las taladra y se coloca una hembrilla, con su oportuna arandela y tuerca.

Ojo con lo de la tuerca. Las hembrillas serán, por lo general, demasiado largas, y hay que cortarlas. Si las cortas y luego intentas meter una tuerca, el resultado que obtendrás será una visita a la ferretería a comprar otra hembrilla. Primero metes la tuerca, luego cortas, y cuando saques la tuerca volverá a roscarse (más o menos bien) el borde de la hembrilla.

Por supuesto, hay que taladrar en la viga huecos suficientes para que entren esas tuercas. Cierras la abrazadera alrededor de la viga y ¿cómo aseguras que se va a sujetar cerrada? Mira que la cota pesa.

Esta es la parte más elegante del diseño. Donde la abrazadera se solapa sobre si misma, haces unos taladros, y a través de ellos clavas unos clavos en la viga. De esa forma, el peso lo soportan los clavos, no la madera: para poder abrirse, la abrazadera debería partir los calvos.

Pues ya sólo queda colgarla. Lo primero, te haces con un trozo de cadena adecuada. Del tipo baratucho con las soldaduras en el extremo (para que no se vean y no canten demasiado).

Para poder descolgarla sin problemas y poder sacar la cota de la viga, yo he usado un par de ganchos en "S". Si, ya sé que son absolutamente anacrónicos, pero qué demonios, también lo es el parquet del pasillo en que está colgada.

Asegúrate de que colocas bien la alcayata. Que ese bicho pesa lo suyo y te puedes encontrar con un desconchón en la pared y el perro aplastado bajo diez kilos de hierro.

Una vez colgada, te alejas orgulloso para contemplar tu obra con perspectiva. Y va la muy puñetera, y queda sosa y desangelada. Aquí falta algo.

¿Demasiado rectilínea? Si, va a ser eso. A esto le hace falta... ¡cintura!

Enchúfese un cinturón y... ¡boilá! Ya tienes una bonita cota colgada de la pared. Y la chica que viene a limpiar ya nunca volverá a respetarte: ahora si que es oficial que eres un absoluto friki.

lunes, enero 08, 2007

Cota de malla (9): Rediseñando el almófar

Si alguien ha estado siguiendo los comentarios de este blog, habrá visto que otro armero novato ha decidido nombrarme su mentor y guía en este mundillo. El haber escogido como maestro a otro novato inexperto dice mucho sobre su finísimo olfato... ¡Que Dios le conserve la vista!

El caso es que, además de estar fusilándome la idea del blog, el hombre incluso parece querer seguir consejos míos (y es que hay gente para todo); y hasta me ha preguntado cómo hice para unir la protección de cuello y cara al resto del almófar.

¡Me alegro de que me hagan esa pregunta! Más que nada porque lo he rehecho ya como tres veces, y aún no había contado nada al respecto.

Lo más sencillo a la hora de hacer un almófar es dejar el cuello abierto sin más.

Pero claro, en una situación práctica, esto ofrece ciertos inconvenientes. Porque está muy bien tener las orejillas protegidas, pero si tienes delante un enemigo que quiere hacerte el máximo de pupa con una espada, te da más o menos lo mismo que te corte una oreja. Tu, lo que de verdad quieres, es que no te rebane el pescuezo.

Siempre puedes hacerte una bufanda de malla, pero sería poco práctica. Se te estaría cayendo constantemente, y además el enemigo seguro que intentaría estrangularte con ella (es una mala persona, este enemigo)

El primer punto, por tanto, es proteger el cuello. Mi primer intento lo realicé siguiendo el diseño propuesto por Julio del Junco, con el cual queda una pequeña cortinilla, sujeta por un lado y por abajo, que se engancha al otro lado del almófar mediante unos pequeños ganchos.

En la imagen de al lado podéis ver una ampliación de mi trabajo, en el punto en que se unía la cortinilla al resto del almófar. He señalado los puntos en los que están los ganchos, que, una vez sujetos, no resultan apenas visibles.

El diseño no está mal, pero no debí dar con unas dimensiones adecuadas, porque tiraba bastante según a qué lado movía la cabeza.

Pero claro, ya que te pones a protegerte, lo suyo es protegerte lo más posible. Porque no ser degollado está bien, pero si vas a terminar la batalla y a brindar por la victoria, lo suyo es conservar los labios. Y como el enemigo (¡este tipo está empezando a caerme mal!) seguro que intenta afeitarte los morros con un arma afilada, lo suyo es taparlos con malla.

A falta de un nombre, y para entendernos, al trozo de malla que cubre la boca lo voy a llamar embozo.

Aquí hay varias alternativas. La primera, es pasar de piezas móviles y que el embozo sea parte integrante de la malla, sin ganchos ni gaitas. El almófar pasa a ser básicamente un tubo con el agujero para los ojos. Algo así como esta foto, pero más alto.

Este diseño es simple y eficiente, aunque no me terminé a decidir por él por dos motivos:

- No te puedes echar la capucha hacia atrás, con lo cual pierdes ese look displicente de caballero hip-hopero que tanto farda.

- No puedes comer ni beber con el almófar puesto. Si te estás deshidratando en mitad de la batalla, o te quitas el invento entero, o bebes con pajita entre las anillas. Eso si, si vas a beber con pajita, nunca lo hagas con una de plástico de colores. Hazlo siempre con una caña de bambú, y de un odre de piel. Además, asegúrate de tirarte al pisto y decir que está sacado de un original encontrado en los restos de la batalla de Wisby, que siempre mola más, y a lo mejor hasta cuela.

Vale, queremos algo que se pueda abrir. ¿Y si hacemos más grande el diseño anterior?

Lo primero que probé fue prolongar hacia arriba la cortinilla. Error, tira mucho más, y, sobre todo, deja huecos enormes. Y ya sabes lo que va a hacer ese cabrito de enemigo como tenga ese hueco a mano, ¿verdad?

Lo siguiente es hacerla también más ancha y tapar esos huecos.

Rápidamente, te das cuenta de que lo que estás haciendo lo has visto en alguna parte, y que eso ya estaba inventado.

El Osprey del que he sacado esta ilustración sitúa este tipo de embozo a finales del siglo XII, aunque no sé por qué yo diría que yo lo he visto en iluminaciones algo posteriores.

En cualquier caso: también es un incordio. Tira mucho cuando vuelves la cabeza hacia el lado incorrecto. Es posible que eso se pueda resolver haciendo que el embozo se prolongue también hacia abajo y hacia el otro lado, dejando bastante malla doble en el cuello, y quedando más o menos simétrico. Pero no lo veía claro y deseché esa alternativa.

El siguiente experimento es hacer el embozo recto, para evitar esa molesta tendencia a los tirones asimétricos. Básicamente, estamos hablando de un parche rectangular, que se fija al resto del almófar por abajo, y se sujeta con ganchos o con cuero a ambos lados. Esa es la alternativa que utilicé al final.

Y no sólo es que el enemigo se haya quedado sin huecos en los que ensartar una espada (aunque ahora el muy bestia irá a por los ojos, claro) sino que hasta la caída natural de la malla le da un cierto ajuste anatómico.

Este diseño utiliza seis ganchos. No da tirones raros (o, al menos, los da de forma simétrica) y es extremadamente ajustable.

Tiene, eso si, un inconveniente. Los seis ganchitos, pensados para engancharse en las anillas, se enganchan en las anillas. Aunque tu no quieras. Es como intentar colocar el pulpo de la moto para llevar un rollo de alambrada. Como cuando se te pega un arrancamoños en una tira de velcro.

Los ganchos son relativamente sencillos de hacer. Básicamente, son como una anilla, a la cual has dejado un extremo largo y sin doblar. Aquí al lado podéis ver uno, esta vez los hice más pequeños para que fueran aún más invisibles, y además eso les hace más difíciles de doblar que si son más largos.

Los fabricas con el mismo bastidor habitual, dando un par de vueltas nada más, y cortando lo que sobra. Das forma al gancho con un alicate, y cierras la anilla como si tal cosa, lo único que falta es colocarla en el punto adecuado del tejido.

Aunque no lo he llevado a la práctica, hay una mejora interesante. Como hemos dicho, la malla protege de un corte, pero el golpe, te lo comes. Y si es en la boca, te comes el golpe, y, además, los dientes. Como también quieres participar en el banquete de la victoria, vas a querer protegerte un poco los morros. Y ya de paso, ahorrarte mascar hierro y oxidar las anillas en tiempo de paz, que todo hay que tenerlo en cuenta.

Una alternativa interesante es forrar el embozo de acolchado y/o cuero, como en la ilustración del Osprey que puse más arriba.

Y ahora es cuando me juego el tipo. Imaginad mi propuesta de embozo recto y rectángular. Imaginad que lo forráis por dentro. Imaginad que lo lleváis colgando. Imaginad que lo representáis en un dibujo o en un tapiz. ¿Podría quedar algo similar a las imágenes de abajo? (Biblia de Rodas, finales de SX o principios del XI, y tapiz de Bayeux, SXI)

domingo, enero 07, 2007

El soporte del almófar: No hay piezas mal hechas, lo que pasa es que aún no sabes para qué sirven

Porque el armero novato jamás tira nada a la basura: lo recicla. De hecho, suele reciclar la basura del prójimo. Incluso cuando el prójimo no se deja. Ocasionalmente, hasta se enfanda porque piensa que eso que estás reciclando no es estrictamente basura.

Como ya he comentado, hubo un pequeño problema de diseño en cuanto a las dimensiones del segundo spangenhelm, problema que lamentablemente acabó en la repetición de la cruz principal del marco.

¿Y qué vas a hacer con esa primera pieza, ya cortada y a medio formar? ¿Tirarla a la basura? ¡Qué infamia! ¡Si hasta los calcetines con tomates los reciclo como trapos para engrasar botas, cómo voy a tirar semejante cacho hierro!

Porque el cacho hierro tiene cierta forma de testa... oye, a lo mejor sirve para sujetar ese almófar que tengo colgando de un escudo decorativo... tal vez con un par de chapas por aquí y por allá...

¡Si! Lo primero que tienes que hacer es cortarlo para que tenga unas dimesiones más cercanas a tu cabeza, sin nasales ni zarandajas, y que así dé forma al almófar.

Hay que darle una forma cercana a una cabeza. Más pequeño, menos pepinoide... Vale, eso es fácil. Un poco de apretar con las manos, dos o tres martillazos en el sitio correcto... ¡listo! ¡El marco básico está terminado!

Lo primero que se te ocurre es completar el marco a base de láminas de chapa. Mala idea, una chapa tan estrecha resulta sorprendentemente difícil de manejar. Después de varios intentos, acabas por arrancar los remaches que ya has puesto y buscas alternativas más maleables.

Como el alambre.

Si, puedes hacer algunos taladros en la chapa y pasar un alambre, a ser posible gordito, para que no se deforme con el peso del almófar.

Con eso, formarás un capacete que habrá que unir a una base similar a la del primer yelmo. Unos cortes de madera, un poco de betún de judea, y la cosa prospera.

Nótese que en la foto se puede apreciar un par de guantes de látex manchados con el betún de judea. ¿Os creíais que no iba a aprender de mis errores? Podéis llamarme Axil Manos Pálidas.

El caso es que se monta todo el invento a base de los oportunos tirafondos y arandelas, y queda un invento un tanto ortopédico como el de la foto de abajo

Vale, está todo un tanto chapus. Y es que, por mucho que uno se esfuerce, la auténtica fiesta de los maniquíes está mucho más allá de mi alcance, no te esfueeeeerces, por favor!

Fiesta de los maniquíes, tensa el alambre por detráaas
Fieeesta de los maniquíes, retuercelo con un alicáaaaaa
Fiesta de los maniquíes, si el inveeento está torcido
Fieeesta de los maniquíes, lo endereces poooor favooor

Pues eso, te curras un soporte adecuado con forma de cabeza.

Hay dos opciones: dejar el almófar colgando por completo de un soporte alto, o hacer un soporte bajo de forma que la mantilla rebose por el suelo. En mi caso, y dado que el invento iba a estar en lo alto de un armario, me quedé con la primera opción.

Puede que quede un pelín cuello de cisne, y en la foto desmerece un pelín. En directo, la verdad es que queda estupendo. El barbuquejo hace una curva estupenda, y en general da un aspecto magnífico.

Y yo pensando cómo quedaría el almófar colgando de un clavo...

jueves, enero 04, 2007

El soporte del yelmo (nota rápida sobre el envejecimiento de la madera)

Pues eso, nota muy rápida: si vais a utilizar betún de judea para dar un aspecto envejecido a la madera, usad unos guantes de goma.

¿Cómo, que he llegado tarde y ya os habéis pringado? Vale, pues sabed que el jabón no sirve. Ni el detergente. El alcohol parece que lo elimina ligeramente, si frotas mucho, mucho, mucho. Supongo que el aguarrás, y, preferiblemente, la gasolina, serán efectivos; pero en este momento no tengo en casa.

Lo que ahora mismo tengo son varios dedos marrones.

(Vaya, esto no lo había visto nunca antes ¿Desde cuando hay una nota en los frascos de betún de judea diciendo que es tóxico y que hay que evitar el contacto con la piel?)

martes, enero 02, 2007

El segundo spangenhelm (1): Mejorando lo presente

No pensaríais que esto había terminado, ¿verdad? Parece el título de una peli de terror de los 80: El regreso del spangen del espacio exterior

Como ya comenté, el primer casco me salió un pelín pequeño. Vamos, que con cofia, almófar, relleno de cuero, y el cabezón que me adorna; no entra ni con jabón.

Así que, entre recurrir a una tribu de jíbaros y hacer otro yelmo, me he decidido finalmente por lo segundo. ¡Manos a la obra!

El primer paso va a ser realizar algunos cambios en el diseño. Lo primero, el perímetro: 71,5 cm, nada menos. (Te estoy viendo, borra esa sonrisa de tu boca, tampoco es tanto con la cofia puesta, hombre) Para haceros una idea, el anterior medía 2,5 cm menos.

Aparte de ser más grande, quiero que sea un poco más puntiagudo (aunque sin pasarse, no me gusta terminado casi en pico) Como el cruce de las dos bandas en el extremo del yelmo hace que quede un pequeño hueco con las placas triangulares, quiero además cortar las dos bandas en una sola pieza, en forma de cruz. Y además le voy a hacer un nasal más grande, de forma triangular, y con un detalle decorativo en el borde. (Queda un poco narizotas a lo Don Pinpón, pero mola)

En la imagen podéis ver el diseño de dicha pieza sobre el metal. El siguiente paso es cortarla, para lo cual, y siguiendo los consejos del maestro Eugenio, he abandonado la perversa e indómita radial, y he empleado una mucho más domésticada sierra de calar.

El secreto de la sierra de calar está en manejarla del derecho. Mi anterior intento consistía en montar la sierra con la hoja hacia arriba, y pasar la chapa sobre ella. Error, eso no funciona con planchas de metal, vibra demasiado. Sin embargo, si aseguras bien la plancha y utilizas la sierra manualmente... ¡Qué maravilla!

Puedes tomar curvas, incluso bastante cerradas. Puedes hacer un taladro para pasar la hoja y empezar a cortar en mitad de la chapa. Puedes controlar (bueno... más o menos) el punto exacto en que termina el corte. ¡Y las rebabas! ¡Casi no quedan rebabas, una pasada rápida por la amoladora y listo! Y no quema el hierro (que la radial vuelve azul si te despistas) ¡Pero si incluso hace menos ruido! ¡Y estás más guapo cuando la usas!

Gracias a la sierra de calar pude cortar un diseño tan intrincado (para un novato como yo) como el de esa cruz. De hecho, me gustó tanto, que lo corté dos veces, como podéis ver en la imagen.

¿Que si voy a hacer dos cascos iguales a la vez? No, no. Es que después de dar su forma básica a la primera cruz, me di cuenta de que me había quedado demasiado largo el nervio que va de delante a atrás, y que no quedaba tan puntiagudo como debiera (en la foto no se aprecia, se notaba al ponerlo de perfil)

¿Qué por qué no lo corté un poco y listo? Muy fácil: por el puñetero detalle decorativo del nasal. Si lo hubiera hecho recto, como en el otro casco, hubiera podido, pero no con esa forma.

¿Y que por qué no lo monto más arriba, y apañao? Pues porque no llega bien la banda lateral. Así que lo voy a poner en negrita, a ver si me entero yo mismo de una vez:

Cuando se corta metal, que sobre. Siempre. Lo que sobra se puede quitar, lo que falta no se puede añadir

Habréis visto en la foto que además he incluido un circulito en el centro de la cruz (¿veis lo que se puede hacer con la sierra de calar?)

Por si a alguien le interesa, las medidas finales son 47 centímetros la tira longitudinal que va de delante a atrás (sin contar el nasal) y 45 la transversal. Ambas tiras tienen 4 cm de ancho (la tira perimetral tiene 5) y el nasal mide nada menos que 11 centímetros de largo.

Y ha llegado el momento de retomar el

------------------------------------------------------------------------
Control de daños (¿3?)

Estado general de salud: ligero constipado estacional

Dedos: 10

Cejas: 2
Otras lesiones de interés:
- Arañazos cubriendo toda la cara interna del antebrazo izquierdo.

Cuando cortes chapa con una sierra de calar, ponte manga larga, saltan pequeñas esquirlas que tienden a darte en el brazo que sujeta la chapa.

De hecho, donde intentan darte las pequeñas bastardas es en los ojos; gafas de protección siempre, siempre, siempre; y que cierren bien.
------------------------------------------------------------------------

Y para terminar, voy a estrenar una nueva sección, en la que daré cumplida cuenta de los tiempos empleados en cada tarea, más que nada para asustarme al final:

------------------------------------------------------------------------
Vísteme despacio, que tengo prisa

-Corte de la tira perimetral: 1 hora (tened en cuenta que incluye un buen rato quitando algo de óxido con scotch brite y aceite WD40)
-Diseño, corte y limpieza de la cruz: 1,5 horas
-Limado de los bordes de todo el marco: 0,5 horas
-Diseño, corte y lijado de bordes de la segunda cruz (¿por qué siempre me pasan estas cosas?): 1,5 horas (estaba algo menos oxidada)

Tiempo de construcción acumulado: 4,5 horas
------------------------------------------------------------------------