jueves, septiembre 23, 2010

¿Dónde demonios me habré dejado las llaves?

Con la siesta de aquella tarde de verano, en las caballerizas de aquella venta sólo se oía el zumbido de las moscas.

Hasta que un estruendo, como si se hubiera desatado una repentina tormenta, hizo temblar las paredes de la posada.

Instantes después, un extraño joven, ataviado de una guisa extrañísima, entró en los establos.

- ¿Doc? ¿Doc, estás ahí? Soy yo, Marty, Marty McFly.

El joven, al ver que nadie le respondía, entró en las caballerizas y se puso a rebuscar entre la paja.

- Tienen que estar por aquí... ¿dónde habré dejado yo las llaves? Como Doc se entere de que he perdido unas llaves de moto en pleno siglo XIII me va a matar.

Aquel chico tan raro siguió revolviendo la paja con expresión preocupada, hasta que, al cabo de un rato, salió del establo farfullando entre dientes.

- Con la que me montó por la tontería esa de las ruedas que me dejé en el paleolítico... tengo que encontrar esas llaves como sea.

Sí, efectivamente, la siguiente entrada no está en el siglo XIII, sino en el XXI. Y la puedes encontrar aquí.

miércoles, septiembre 08, 2010

El fuelle (5): Soplando en cueros.

En la última entrada habíamos dejado el fuelle casi terminado.

- Oiga, que yo le estoy dando al fuelle este, y que se sale el aire.

Pues claro, alma de cántaro. Como que aún no le hemos puesto la bolsa de cuero.

Y para preparar el cuero, lo primero que nos hace falta es un patrón. Yo usé éste, contando con usar una pieza de cuero separada para cada cámara del fuelle:


Y éste NO es el patrón que tú debes usar. Por algún motivo me obcequé en dejar ese borde recto para la plancha central, algo que cualquiera con la más mínima idea de geometría debería darse cuenta de que es un error.

Y es que el camino más corto entre dos puntos es una recta, así que es evidente que los dos laterales tienen longitudes muy distintas. Para unirse a unas piezas que resulta que son iguales ¿recuerdas? Así que me vi obligado a hacer unos extraños frunces en el cuero, que probablemente sean el punto que más rápido se desgaste y que antes acabe por romperse, reduciendo la vida útil del fuelle. Por patoso.

Así que sigue mi consejo: mejor utiliza este otro patrón para cada una de las dos cámaras:

Las flechas señalan las medidas que tienes que tomar, sobre el fuelle completamente abierto, para poder hacer bien el patrón. La curva la puedes hacer a mano alzada, asegúrate, eso sí, de que la pieza queda simétrica. No me voy a meter en el jardín de explicar dónde tomar esas medidas, en cuanto te pongas a trastear con el fuelle y un buen trozo de papel continuo lo verás clarísimo.

Para bien o para mal (osea, para mal) yo utilicé el primer patrón, qué le vamos a hacer.

Como material, empleé cuero de cabra engrasado, tal como me recomendó don Lupercio; aunque me han comentado que también podría ser de badana. La cabra engrasada fue muy bien, desde luego.

- Pedazo de cabra tuvo que ser esa cabra ¿no? Más bien sería un pedazo de cabró...

¡Noooo! No. No. Pieles de cabra de tamaño normal, pero cosidas a la mitad del fuelle para que den toda la longitud. Les das un poco de holgura para la costura, y te preparas para coserlas dejando una costura hermética.

- ¡Puffff! no sé yo si coso lo bastante bien para que me quede una costura muy hermética.

Eso mismo me pasa a mí, por eso le estuve dando bastantes vueltas a cómo hacer la costura. Al final, llegué a la conclusión de coser las dos piezas, flor contra flor, a cierta distancia del borde.


- ¿Y eso qué tiene de hermético? ¡Se abrirá!

Noooooo. No se abrirá. Y si se abre, para eso hemos dejado bastante espacio hasta el borde: para hacer una doble costura. Claro, que si antes de hacer la doble costura lo pegas con cola de contacto, de ahí ya no sale ni gota de aire.

- ¡Aaah, ya lo pillo! Aunque la primera costura se abra un poco por la tensión, la otra costura no va a sufrir ningún tipo de esfuerzo físico. Así que hacemos la segunda costura y empezamos a fijar el cuero a la madera con...

¡Calma, calma, no te alampes tanto! Hacemos la segunda costura, pero antes de empezar a fijar el cuero, aprovechamos para echar una buena capa de grasa de caballo a la parte de cuero que va a quedar por dentro (en mi caso, la carne; aunque no hay gran diferencia entre flor y carne en este tipo de pieles engrasadas) ¡Que más tarde no vas a poder acceder a esta parte!


- Se ha dejado los bordes.

Eso es aposta. Que para fijarlo a la madera, vamos a empezar por darle un poco de cola de contacto, que de los clavitos solos no me fío, sobre todo en esta chufa de madera de abeto. Empezamos por el centro del fuelle, y de ahí iremos avanzando hacia los laterales.


- Vaya, eso que veo ahí ¿no es una grapadora de tapizar?

En efecto, y posiblemente sea la mejor idea que tuve en todo el proceso de fabricación del fuelle. Histórica no será, pero deja el cuero perfectamente fijado y sin ningún esfuerzo.

Fíjate bien en las fotos cómo queda la costura. Primero se fija un poco hacia un lado, y luego se despliega el cuero para fijarlo hacia el otro, dejando la costura como bisagra (y asegurándote de no dejar huecos en el pliegue)

Y así vas avanzando poquito a poquito: encolas un trozo, lo grapas, encolas el siguiente...

- Ya, pero... ¿y lo que dijo de fijar el cuero a las costillas?

¡Casi se me olvidaba! Para eso corté unas tiras cortas del mismo cuero.

Las más largas irán por dentro, abrazando la costilla. La más corta irá por fuera, haciendo básicamente de arandela para reforzar la costura. Un par de vueltas de hilo arriba, un par de vueltas abajo, nudos por dentro, y ya tenemos un punto de anclaje de las costillas.

Y si ya le das con un poco de cola, te aseguras de que el nudo no se deshaga, y sellas algo más los agujeros de la costura. Paranoico que es uno, ya sabes.



Yo sujeté cada costilla con cuatro anclajes, en la siguiente imagen puedes ver los de un lado; así como la parte en la que el cuero se fija, bien fijado, al lateral de la nariz. (Ahí es mejor que hayas cortado cuero de más, para luego cortarlo una vez puesto)


Repetimos el proceso por el otro lado, y ya tendremos cerrada la cámara superior. No tengo que explicarte que, si tenías un taco de madera dentro para mantener el fuelle abierto, tienes que sacarlo antes de cerrar del todo ¿verdad?

Repetimos la jugada con la cámara inferior, y listo. Ojo: ajustar el cuero en la zona de la barra que sujeta el fuelle puede ser algo delicado. Yo dejé unas solapillas en el cuero de la cámara inferior para poder envolver el metal y darle unas cuantas vueltas con cordel de guarnicionero.


- Va quedando bonito, y sopla un poco, pero se me sale casi todo el aire por donde las bisagras, oiga.

La zona de las bisagras la vamos a sellar con un par de piezas como la de la siguiente imagen. No tienen mucho secreto geométrico: se coloca un cacho de papel encima de la nariz, y se marcan las líneas por donde tiene que cortarse.


Y a pegar y grapar sobre la madera. ¡Ojo! no grapes a lo loco, que luego las grapas van a ir tapadas por otras tiras de cuero, y no van a cubrir por completo la zona de la nariz. Coloca grapas sólo donde luego vayas a tapar; pero, eso sí, asegúrate de que no has dejado caminos por los que se escape el aire.


- ¿Tiras de cuero? ¿Qué tiras de cuero?


Todos los perfiles de madera van a ir cubiertos con unas tiras de cuero, pegadas y clavadas con unas tachuelas de bronce que compré en una curiosísima tienda. Estas tiras de cuero sellan la unión de las tachuelas, y protegen el cuero de las bolsas de los bordes de esas mismas tachuelas. Empiezas pegando las tiras (¡Sí, estamos escondiendo las grapas!)


y seguimos con el tachonado cada muy poquito (ten en cuenta que estas tachuelas son las que, de verdad, de verdad, aguantan el cuero en su sitio y mantienen las juntas estancas)


Estas tachuelas se colocan con golpes más bien firmes, que lo sepas. Nada de andarte con remilgos, o se doblan.

En algún punto usé clavos de mosca para asegurarme de una buena estanqueidad en los recovecos; y en la nariz puse varias tiras de vaquetilla más clara.


¡Ah, por fin el fuelle terminado, Eolo colaborando con Hefesto, la esencia de lo liviano, de lo etéreo, materializada en un artefacto a disposición del hombre!

Y una gaita liviano.

Veinte kilos, veinte, que pesa la criatura.


Y claro, todo el cuero que asoma tienes que engrasarlo bien para que sea estanco y aguante mucho tiempo. Así que tienes entre manos un enorme y pesado armatoste, más bien frágil, susceptible de enganchones terminales, y que, para más inri, está engrasado con un producto que lo vuelve resbaladizo y pringoso a partes iguales. ¿Estás seguro de que quieres fabricar uno de estos? ¿De veras?

En fin, menos mal que la cosa acabó bien. Ya os contaré cómo se portó el fuelle en la dura lid de la forja; pero, mientras tanto, tendréis que conformaros con una demo en vacío.




Fíjate, fíjate en cómo se mantiene el flujo de aire todo el rato. Y en cómo funciona la válvula para modificar la cantidad de aire que sale. ¡Y hasta queda estanco cuando tapas el tubo de salida!