domingo, noviembre 18, 2012

Arconcillo (4): lo poco que queda me lo paso yo por el forro de...

...fieltro verde. El forro interior del arcón, que va a ser de fieltro verde.

¿Cómo forrar un arcón? Pues así, a ojo, ni idea; y en internet tampoco es que aparezca gran cosa. Pero no puede ser muy diferente a forrar un cajón ¿no?

Lo primero es forrar el fondo, así que cortamos un trozo de fieltro ligeramente sobrado, se lo presentamos al fondo del cajón, y marcamos por dónde hay que terminar de ajustarlo.


Puedes cortarlo con tijera, yo, personalmente, prefiero una regla metálica y un cutter para que quede bien recto. Bueno, dejémoslo en "algo más recto", tampoco es cosa de tierarse el pisto.


Para pegarlo, primero lo colocas en el fondo, de forma que quede bien encajado en su posición final. Una vez bien colocado, levantas una mitad, con cuidado de que no se mueva la otra, y encolas la madera con pegamento de contacto.


Ya sabes que el pegamento de contacto hay que dejarlo secar un poco antes de unir las piezas. Con el fieltro es especialmente importante respetar estos tiempos, o el pegamento atravesará el fieltro y dejará una mancha por el otro lado. Lo sé de primera mano: si miras bien, a lo mejor ves en alguna foto posterior el sitio donde se me escapó el brochazo de pegamento fresco.

Una vez pegada una mitad, repites la jugada con la otra mitad ¡y listo!

Seguimos, haciendo lo mismo con las paredes frontal y trasera. Verás que he dejado unas solapas sueltas para poder cubrir también el canto de la madera.


No es que esas solapas sean necesarias, pero oye, evitarán golpes secos de la tapa. Lo suyo es cortarlas para ajustar lo mejor posible, pero, si no lo ves muy claro, recuerda que siempre es más fácil cortar lo que sobra que añadir lo que falta. Y, si hay huecos en el canto que haya que respetar, este es el momento de cortar el fieltro.


Y terminamos haciendo lo mismo con los laterales. Esto se da un cierto aire a una mesa de billar ¿no?


Estoy seguro de que, si tienes gato, este es el momento en que se cuela dentro del arcón. Sácalo de ahí, que aún hay más cosas que hacer y te lo va a dejar todo perdido de pelos.

No te olvides, una vez pegados estos laterales, de cortar en el fieltro los agujeros para las cuerdas que harán de asas.

Vaya, no saqué fotos... Bueno, yo usé uno de estos:




 Y ahora ya sólo nos quedan un par detalles, y montarlo todo. Para empezar, clavamos en la tapa una solapilla de cuero que nos servirá para abrirla fácilmente, sin tener que ir clavando las uñas en las ranuras.


Uhmmm... Estoy pensando que tenía que haber hecho el rebaje para esta solapa en la tapa, en lugar de hacerlo en el lateral. Bueno, ya es tarde para eso.

Clavamos los refuerzos metálicos de la base, que ese alistonado doméstico que hemos hecho no tiene por qué ser muy fiable.


Clavamos también los refuerzos laterales, con cuidado de que queden bien rectos, y sin arañar la pintura.


Y, como puedes ver, nos preparamos para colocar las bisagras. Yo las clavé primero a los laterales, y luego a la tapa, para asegurarme de que la parte visible quedara bien recta. Creo que fue un error: ahora la tapa cojea un poco, tenía que haberlo hecho al revés.


Ya podemos colocarle las asas. Cuerda de cáñamo, un par de nudos que hagan de tope, y listo.


Cuidado con la cuerda de cáñamo: se dehilacha de mala manera cuando la cortas, de ahí que se la suela envolver en cinta de embalar para cortarla. Como la cinta de embalar no queda demasiado histórica, mejor le hacemos un buen recosido. Y un poco de cola blanca tampoco sobrará. (Todo esto se hace antes de colocar las asas, claro)


Y con esto, puede parecer que el arcón está terminado, pero le falta un detalle. Si lo dejas así, la primera vez que lo abras de forma distraída, la tapa se vencerá hacia atrás, toda la pintura se marcará, las bisagras se doblarán y saltarán de la madera, se desarmará medio arcón, y a ti te saldrá un grano muy feo en la nariz y, encima, te olerá fatal el aliento. Está claro que hay que hacer algo: hay que colocar un tope para que la tapa no se venza hacia atrás.

Y, para eso, ¿qué mejor que esas cintas que tú mismo hiciste con trenzado de dedos hace unos días? ¡Ja, ya sabía yo que servirían para algo!

Puedes sujetar las cintas con unas hembrillas comerciales, pero sólo si eres un poco nenaza. Los hombres de verdad se las fabricarán a partir de unos clavos, que, eso sí, se acabarán cayendo antes que las hembrillas, que eso de la rosca y el acero sólido, quieras que no, ayudan mucho.


Lo suyo, por cierto, es doblarlas al rojo, calentando los clavos con un soplete. Es mucha tensión para el hierro de los clavos en frío, tienden a partirse.

A la hora de clavarlas, ten en cuenta que hay que hacerlo en ángulo para que la tensión de la cuerda no las saque. Y puede ser buena idea que taladres una guía con una broca fina antes de clavarlas, para que entren más suave: los martillazos demasiado fuertes tienden a aplastar el gancho.

Y, ahora sí que sí ¡hemos terminado el arcón!


¡Ah! ¡Y cumple la especificación principal de cualquier objeto propio de una recreación histórica! ¡Es ridículamente pesado!





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(Vaya; y ahora... ¿dónde narices guardo yo esto?)

martes, octubre 30, 2012

Arconcillo (3): ¿Y yo, qué pinto en todo esto?

¿Arcón de madera lisa, así sin más? ¡Inaceptable! Esto hay que decorarlo, que en el medievo imperaba el horror vacui. A tal efecto, tenía por aquí preparado un librito con fotos de las pinturas de lo que alguna vez he oído llamar la capilla sixtina del románico: el panteón de san Isidoro, en León (que, por cierto, no debes dejar de visitar si pasas por la zona)

Pero claro, el listillo de Perujo se me adelantó, y fabricó un arcón de lo más cutre, horriblemente terminado con unos espantosos pirograbados del insulso calendario agrícola de la feísima colegiata en cuestión; algo que nadie con un mínimo de gusto hubiera utilizado jamás. Qué gentuza. Qué chusma, Que envidia me da lo bien que trabaja, el puñetero.

¡Ay, qué le vamos a hacer! Habrá que buscar otra fuente de inspiración, que ésta me la han pisado por la mano. Vamos a ver, ¿qué tal algo del artesonado de la catedral de Teruel?


 Uhmmm... no está mal, pero tal vez demasiado complejo para alguien que no ha cogido un pincel en su vida. Vamos a ver si encontramos una imagen un poco más simple, y lo bastante bien tomada como para escalarla y pasarla a la madera tal cual... ¡Sí! Esta imagen es justo lo que andaba buscando!


¡Un artesano tallando madera! ¡Fantástico! ¡Y con colores planos! ¡Genial! ¡Esto, a lo mejor hasta soy capaz de hacerlo!

Pero tampoco nos entusiasmemos demasiado, que estas cosas son complicadas. Hacemos uno pequeñito en el frontal, y el resto lo dejamos liso; no nos metamos tampoco en líos.

- Esteeeee... es que yo eso de dibujar, aparte de monigotes de palitos, como que no se me da muy bien, oiga.

¡Ah, joven Padawan! Tranquilo, que para los ambizurdos como nosotros se inventó el gimp, que te permite escalar la imagen y es medio sencillo de manejar (¡y gratis, oiga!) Una vez tengáis una imagen impresa al tamaño adecuado, no os queda más que utilizar uno de esos adminículos que los más jóvenes del lugar no recordaréis. Sí, me refiero a algo que se usaba en los tiempos de las máquinas de escribir mecánicas, las hachas de sílex, las cintas VHS, y los brontosaurios: el papel carbón. (¿Nunca te has preguntado qué significaba eso de "CC" en los correos electrónicos?)

Así que preparas el dibujo, colocas debajo el papel carbón, y lo fijas todo en su sitio con abundante cinta de carrocero, que si no se te mueve el patrón y queda todo hecho un churro.


y lo calcas todo con algo de punta dura, preferiblemente que pinte sobre el papel, que si no luego no te acuerdas de qué trazos has calcado y qué trazos no. Vamos, resumiendo, que repases el dibujo con un boli.


Jo, cómo mola explicar en detalle lo que todo el mundo aprendió a hacer a los cuatro años, y luego pasar a toda prisa por las cosas complicadas que nadie controla.

Porque... ¿y ahora, qué? ¿Eh?

Bien, lo primero es marcar bien lo que has calcado, que si no se borra en cuanto le pases la mano por encima. Me lo repases con un rotulador, nada que se vaya fácilmente. Tranquilo, que la pintura lo tapará de sobra.


Te habrás fijado que también hay un detalle geométrico  por todo el borde. Ese también está sacado de los bordes del artesonado de la catedral de Teruel, y tampoco tiene mucho misterio: regla, lápiz, y una plantilla recortada en cartulina para hacer las esquinas redondeadas.



Y ahora empezamos con lo complicado. ¿Pintar madera? Olvídate por ahora de eso. Para que la pintura agarre limpiamente, sin penetrar demasiado en la madera y extenderse de una forma de lo más desagradable, lo primero es darle una imprimación, lo que en el caso de la madera viene a ser darle una capa de tapaporos. Con el tapaporos hay que tener en cuenta dos cosas:

- Donde dice "Aplíquese en exteriores o en ambientes bien ventilados"... no es broma. Los vapores del producto en cuestión te provocan un colocón de importancia. Te lo decimos yo y el elefante rosa enano que llevo en el hombro desde hace unas semanas, que sabemos de lo que hablamos.

- Donde dice "líjese suavemente después de aplicar"... eso sí que es broma. Lo eliminas por completo, incluso utilizando lijas finísimas aplicadas con toda suavidad. Aplica el tapaporos en una capa fina con cuidado y déjate de lijados.

Una vez bien seco el tapaporos, ya podemos empezar con la pintura. No, no te lances a hacer los detalles más delicados del dibujo del artesano: empieza por otra cara del arcón, con algo sencillo. Así le pillas el tranquillo, y no arrastras y manchas el dibujo más delicado mientras pintas el resto.

Si quieres liarte a utilizar pigmentos 100% históricos... este no es tu blog; bastante tengo yo con pegarme con los pinceles. La pintura acrílica mate da un resultado bastante bueno, y además los pinceles se limpian fácilmente con agua. Y todo lo que puedas ayudarte con cinta de carrocero, bienvenido será.


Yo sólo he pintado sobre el lado que quedaba hacia arriba, así te evitas los goterones de carreras luchando por deslizase hasta el suelo. Eso, con unos mínimos tiempos de secado, hace que tardes bastante en pintar todo el arcón, pero oye, que tampoco hay prisa.

La acrílica, entre capa y capa, se supone que debe secar como 5 o 6 horas... aunque tampoco pasa nada si la dejas un poco menos, y para tapar algo donde te hayas salido, con dejarlo secar una horita, vas que te matas.


Hasta aquí, con un pincel normalucho y una brocha, todo solucionado. Pero... nos vamos acercando al temido momento del dibujo del frontal. Y aquí vamos a tener que afinar bastante más.


Así que empecemos por conocer algunas nociones básicas sobre las herramientas que vamos a utilizar: los pinceles.

Lo primero que debes saber de los pinceles es que la parte que se moja en pintura es la que tiene pelo, y el lado por el que se le agarra es el que no lo tiene. Si no tiene pelo en ningún extremo, es que te han timado y te han vendido palillos en lugar de pinceles.

La segunda lección importante, es que para algo delicado no te vale ese pincel extracutre que compraste en el todo-a-cien de la esquina hace diez años. Te hacen falta unos pinceles un poco más dignos; tampoco te dejes el sueldo en unos pinceles de pelo de marta de no se dónde, pero pilla unos pinceles que no sean de juguete, hombre. Que si no, luego se deforman y van perdiendo pelos todo el rato. Yo creo que me quedé un poco en el lado rácano del tema, la verdad.

La tercera lección cuando compras un juego de pinceles, es que tienen diferente grosor; grosor que viene marcado por un numerito en el mango: el 1 es más fino que el 2, que es más fino que el 3, y así sucesivamente.

Bien, pues borra ese numerito. No, en serio, no le hagas ni caso. En mi juego de pinceles, las líneas más finas salían con el pincel número 5, con el 2, por ejemplo, salían casi el doble de gruesas. Vale, tampoco es que yo esperara la precisión de un rotring, pero al final acabas pillando el pincel a ojo.

Uhmmm... me pregunto si los rotring se seguirán utilizando y si, a estas alturas, alguno de mis lectores sabrá lo que son.

Y ahora, la técnica. Yo empecé con el color, intentando dejar a la vista las líneas negras marcadas antes, para usarlas como guía del posterior perfilado en negro.


Un error.  Un error que me llevó a estar retocando el dibujo docenas de veces. Como lamentablemente descubrí, es mucho más facil colorear dejando un borde recto, que hacer una línea recta y uniforme con un pincel. Así que no hagas como yo: primero haz el perfilado y luego el coloreado, aprovechando el coloreado para corregir las imperfecciones del perfilado. Es posible que, con la experiencia. sea mejor hacerlo al revés, pero a mí me ha dado muchísimo la lata.


Dale todos los retoques que creas necesarios, revisa bien los otros lados del arcón por si necesitan alguno, y ¡hemos terminado de pintar!

Pero no te vayas todavía: nos conocemos, y este trasto va a acabar dano tumbos por el maletero del coche, se va a dar golpes cuando lo traslades, se va a rozar con tu ropa cuando te sientes encima... ¿qué tal un par de capitas de barniz, antes de terminar? Un barniz al agua te vendrá de perlas, si no quieres tener un elefante rosa en el otro hombro.


¡Esto va pareciendo algo! En la próxima entrada, con un poco de suerte lo terminamos.

viernes, octubre 19, 2012

Trenzas de dedos: ¿quién necesita tablillas para un simple cordón?

Más de un seguidor de este blog habrá hecho sus pinitos con el telar de tablillas, y seguro que habrá hecho algún cordoncillo simple, donde el diseño importa menos que una cierta resistencia. ¿Realmente merece la pena tender un complicadísimo telar de tablillas para un cordón fino? ¿No hay formas más simples de, por ejemplo, hacer una sencilla liga para sujetar unas calzas?

Pues efectivamente, las hay. Y no, no estoy hablando del lucet. Hay una técnica aún más sencilla, que no requiere ni siquiera una horquilla de madera: las trenzas de dedos, que sólo requieren del hilo que compondrá el cordón. (Y de tus dedos, claro: mancos abstenerse).

Ya, ya lo sé; uno no siempre dispone de unos metros de hilo, pero oye, que la cosa ha quedado reducida a la materia prima: más simple no se puede.

La técnica de las trenzas de dedos se supone que estuvo extendida por toda Europa entre los siglos XIII y XVII; e incluso hay un par de reductos perdidos en los que aún se utiliza. Esta imagen, por ejemplo, procede de un altar español de mediados del XV.


Si has llegado a esta página buscando específicamente información sobre las trenzas de dedos, es posible que esta imagen te suene. Y es que, efectivamente, la he sacado de la página de referencia de esto del trenzado de dedos. Aunque, claro, si es que estás aquí es seguramente porque prefieres leer esto en castellano, en lugar de meter en el buscador "fingerloop braid", que es lo que de verdad te va a llevar a un montón de información al respecto (eso sí, en lengua bárbara)

Lo cierto es que hay muuucha información en perfidoalbionés. Aquí, por ejemplo, hay un tutorial realmente estupendo de lo que yo voy a explicar malamente.

 Casa Zur Kunkel, Alemania, SXIII

(Jod... quién me ha visto y quién me ve. Estoy escribiendo lo que, básicamente, es un tutorial de macramé. Pa lo que hemos quedao...)

Bueno, al lío. Vamos a empezar con una forma muy simple de trenza de dedos (más que nada, porque es la única que he aprendido a hacer yo). Esta trenza lleva cinco lazos; es decir, pasas el hilo por un punto fijo y atas juntos sus extremos, dejando cinco lazos por los que pasar los dedos.


Es importante que estos cinco bucles tengan una tensión similar, así que, en realidad, puede ser más fácil que hagas un solo anillo doblado en cinco partes. Así puedes igualar sobre la marcha la longitud y tensión de los lazos, y te ahorras un problema.

Tranquilo, con el vídeo que viene más tarde lo verás más claro.

Empezamos, por poner un ejemplo, con tres lazos en la mano izquierda (en los dedos índice, corazón y anular) y dos lazos en la mano derecha (en los dedos corazón y anular)


Ahora, pasamos el índice y el pulgar derechos por dentro del lazo que tenemos sujeto con el dedo corazón derecho, y enganchamos el hilo inferior del lazo del anular izquierdo en el índice derecho.

¿Como que no te enteras? A ver, pasamos índice y pulgar derechos por dentro del lazo que voy a señalar en amarillo, agarramos el hilo marcado en azul, y lo enganchamos en el índice derecho.


Cuando devolvemos las manos a su posición inicial, con ese hilo ya enganchado, nos queda la primera vuelta de la trenza. Fíjate en los colorines y entenderás mejor lo que hemos hecho.


Bien, el siguiente paso lo hacemos con la mano izquierda. Tenemos un lazo en el índice y uno en el corazón ¿verdad?


Pues pasamos el lazo del corazón al anular, y del índice al corazón, con cuidadín y habilidad.


¡Hey! Estamos en la misma configuración con la que empezamos, sólo que con las manos cambiadas! Pues ahora ya sólo es cosa de hacer lo mismo, pero con la otra mano. Y repetir, y repetir, hasta conseguir la longitud deseada.



Cada una o dos pasadas tienes que tensar la trenza para que quede bien prieta. Eso es tan fácil como abrir los brazos, aunque claro, eso significa que, si haces la trenza sin ayuda, su longitud máxima viene a ser la de uno de tus brazos; para hacerla más larga te hará falta ayuda.


¿Por qué he hecho dos trenzas de sólido hilo bramante? Eso, mi querido lector, será explicado en próximas entradas.

viernes, octubre 05, 2012

El tiempo es oro. Digooo... cuero, el tiempo es cuero.

La entrada de hoy va de relojes. Pero, no, no me ha dado por hacer una clepsidra.


En realidad, me ha dado por rehacerle la correa a un reloj de pulsera moderno. Así, que lógicamente, la entrada no está en éste, sino en el blog de al lado. No es que sea algo que nadie vaya a seguir paso a paso, porque lo cierto es que la correa es rarita de narices; pero sí que hay alguna técnica interesante que no había usado antes.

martes, septiembre 11, 2012

Arconcillo (2): Ensamblando y dando la chapa.

Hace algo así como un millón de años, nos quedamos con todas las piezas de madera del arcón cortadas y pegadas.

A menos que las hayas cortado con una absoluta precisión (cosa que a mí no me pasa) verás que no terminan de encajar del todo bien entre ellas, así que te tocará un rato de escofina.


Una vez tienes el ajuste deseado, generosas cantidades de cola blanca, y lo fijas con unas escuadras profesionales lo que puedas para que aquello se seque bien recto.



O casi. Al final me ha quedado torcido cosa mala. No voy a publicar las medidas de la vergüenza, pero... muy torcido. Digamos que mi exacta, perfecta y matemática geometría ha quedado un pelín como de letras mixtas, no sé si me explico.

Una vez bien seco todo, claveteas las uniones.


Fíjate en la foto de arriba que las piezas no están a ras, sino que los perfiles de las tablas sobresalen de la superficie. Eso está hecho aposta, para igualarlo es más fácil cortar y lijar el perfil de la tabla, que rebajar toda la superficie si te has quedado corto. Y, puedes creerme, te hará falta igualarlo.



No te olvides de darle una limada especialmente cariñosa al borde, hasta asegurarte de que la tapa no cojea.



Y, por supuesto, hay que darle una nueva lijada a todas las superficies hasta dejarlas bien uniformes.

 

Bien, ahora tenemos dos cosas que llaman mucho la atención en nuestro espacio de trabajo: un arcón de madera ensamblado, y montañas y montañas de serrín.

Anda, para un minuto y barre un poco.

...

¿Ya? Vale, sigamos. Habrás visto que un arcón hecho de madera tan gruesa pesa un quintal, ¿verdad?

Pues no es suficiente. Vamos a meterle un poco de metal para que pese más, qué demonios.

Porque está claro que, tal como hemos pegado las tablas entre sí, el arcón tiene muchas papeletas de caerse a pedazos después de unos cuantos viajes y un poco de maltrato. Casi que vamos a meterle unos refuerzos ¿no?


Para los refuerzos y bisagras he utilizado hierraco de 2mm, más que nada por estos tres motivos:

- Porque es lo bastante sólido como para aguantar bastante esfuerzo.
- Porque es lo bastante fino como para trabajarlo sin necesidad de una fragua.
- Porque tenía un buen trozo en casa y no sabía qué hacer con él.


Oooops! Esas piezas pequeñajas me suena que las he visto hace poco... Sí, justo cuando hice limpieza del taller, las tiré pensando que eran recortes inútiles; ahora me acabo de acordar para qué eran. Disculpad un segundo, tengo que cortar un poco de chapa...

...vale, ya está; no ha pasado nada.

Podéis ver, de izquierda a derecha:

- Dos pletinas anchas, de las que saldrán las bisagras de la tapa.
- Cuatro pletinas estrechas, que formarán los refuerzos laterales.
- Una plancha ancha, que dará resistencia al fondo.
- Dos pequeñas tiras (ejem) que unen la base de los laterales para que no se abran.

Te estoy viendo la cara. Sí, he dicho bisagras. De chapa. Tentador ¿verdad?

En realidad, una bisagra es una cosa muy simple. Consiste en calar un rectángulo en un lado, y cortar una T en el otro.


No sé quién me comentó en Argüeso que esa forma trapezoidal era la más documentada en la Castilla del SXIII. Yo no he sido capaz de encontrar ninguna documentación, en un sentido o en otro, así que haremos caso.


Con la ayuda de un soplete para trabajar más fácilmente, doblaremos la chapa de las bisagras sobre el clavo que hará de eje. Puede ser buena idea envolverlo antes con un poco de cinta de carrocero: te garantiza que queda algo de holgura para que la bisagra gire, y, a las malas, la puedes eliminar dándole directamente una pasada de soplete.

Si te queda más holgado de la cuenta, siempre puedes ayudarte de un cincel al que hayas limado el filo para cerrar mejor el ojo de las bisagras.


Lo suyo, por supuesto, es que metas este invento en la fragua, le eches una buena cantidad de borax, lo lleves al amarillo chisporroteante, y lo sueldes por caldeo a martillazos.

Pero eso no va a pasar en mi piso ¿vale? Bastante es que utilice soldadura de arco para darle un punto (muy mal dado) y que no se menee.


Te estarás preguntando: ¿y cómo nos aseguramos de que el clavo no se salga? Y yo te respondería: pues remachamos el otro extremo, y listo.

¡Ay, qué error más grande! El puñetero no se deja.

Media docena de clavos más tarde, me empecé a convencer de que los malditos eran demasiado largos y finos, y de que no se iban a dejar remachar, sino que sólo se dejarían doblar.

Una docena completa de clavos doblados más tarde, ya lo dejé por imposible. Venga, vale, que se queden doblados y que les den. Hay veces que la pieza no está ahí dentro, y no está ahí dentro. No vas a encontrarla por mucho que insistas, así que busca alternativas. Clavo doblado. Vale, es más feo, pero al fin y al cabo no se sale.

Para terminar con las bisagras: hay muchas formas de fijarlas; yo me decidí por la más sencilla, que implica el mínimo de pliegues del hierro, y que deja la superficie del arcón libre de refuerzos metálicos que clavarte en las posaderas. La parte del lateral del arcón irá por fuera (con su forma decorativa) y la parte de la tapa irá por el interior (por eso la dejé recta) 

Ya, ya lo sé, no comprendes cómo va eso. En breve lo verás claro, mientras tanto, debes saber que habrá que hacer unos rebajes en la madera para que las bisagras que se clavarán en la tapa encajen en el cuerpo del arcón, sin hacer que la tapa cojee.

Para eso, hacemos unas cuantas incisiones verticales a formón hasta la profundidad adecuada:


Sacamos la madera que sobra, de nuevo a formón:


y, tras un poco de escofina y lija...


Para acabar con la forma de la chapa, ya sólo nos queda doblar los refuerzos laterales. Empiezas doblando con unas pinzas de forja, o unos alicates bien grandes.


Y terminas cerrando a 90º a martillazos.


Mucho cuidadín con cómo lo haces: debe quedar ajustado al arcón, lo justo para entrar con un poco de esfuerzo, pero sin que se abran los laterales. Puede requerir un poco de ensayo y error hasta que le pilles el truco a las medidas y a cómo se dobla la chapa.

Pero al final, presentas los hierros al arcón... y oye, la cosa va teniendo un aquel.


Taladramos los agujeros en los que irán clavos y, a falta de pavonado en forja, pintamos los hierros de negro... y en la próxima entrada seguimos hablando.