jueves, julio 04, 2013

Argüeso 2013: tejiendo malla en tierras cántabras

Una vez más, nuestros amigos los Iparreco-iaunac se han encargado de organizar la vuelta del cántabro castillo de Argüeso al siglo XIII, aunque sea sólo por unos pocos días.




Y nosotros, por supuesto, acudimos a su llamada.



¡Y sin saber si iba a llover, que entre nuestro historial y que esto son tierras cántabras, como para fiarse!


Así que, ni cortos ni perezosos, allí que fuimos. Y cuando llegamos ¡no llovía!



Y como no llovía, la paja de rellenar los jergones estaba adecuadamente seca



Incluso con buen tiempo, la cena se lleva a cabo con cierta formalidad en el interior del castillo, por supuesto.


Si bien es cierto que la posterior velada, dado que el cielo estaba despejado, la llevamos a cabo en el patio de armas, disfrutando de un cielo estrellado que los urbanitas no estamos acostumbrados a contemplar.



En todo caso, cualquier precaución es poca contra la lluvia, así que todos dormimos bajo techo, y algunos señores de importancia y abolengo, incluso se permitieron lujos tales como camas,


aunque el grueso de la plebe tuvimos que conformarnos con nuestros jergones. Compartidos, eso sí, con los perros-ciborg, que no sufrieron ningún cortocircuito porque, curiosamente, no llovía.


Y con los niños (algunos con sombra de barba), algo ruidosos, pero que se calmaron visualizando algún tipo de espejo mágico, que se mantenía seco gracias a la ausencia de precipitaciones, y que mostraba unas extrañas imágenes animadas.


¿Y qué actividades llenaron el evento este año? Pues muchas y variadas. Una de las más sonadas fue el concurso de lanzamiento de venablo, que se pudo realizar tranquilamente en el patio de armas, ya que el tiempo era favorable.


Nuestro asombroso entusiasmo a la hora de lanzar los venablos sólo era comparable a nuestra completa ausencia de puntería. Vamos, que el sitio más seguro de todo el patio durante el concurso, era el estafermo que hacía de blanco. Que, por cierto, además de indemne, se mantenía extrañamente seco gracias a la favorable meteorología.


Cabe destacar que, tras largas horas de entrenamiento, el ganador del concurso fue... un señor del publico, que nos humilló miserablemente haciendo gala de una fuerza y puntería muy superiores a las nuestras. Él lo atribuía a su práctica en el lanzamiento de dardos, ejercicio que aquí en el norte se realiza habitualmente bajo techo, dado lo inclemente del tiempo.

Pero no todo fue lanzamiento de venablos. Hubo una exhibición de hierros, por supuesto, dentro del castillo, no fuera a ser que lloviera y se oxidara todo el equipo.


También hubo tejedoras, que aprovecharon la luz de un cielo azul vacío de nubes.



Y músicos que obtenían bellas melodías de la cítara. También intentaron extraer melodías de lo que creo que era una especie de gato agonizante a medio escabechar, pero que ellos se empeñaban en llamar rabel. Aunque eso no lo voy a publicar por respeto a los sensibles oídos de mis lectores, y porque podría invocar al mal tiempo.


Los pocos que pudimos resistirnos a semejante arrullo chill-out sin caer en trance, nos seguimos dedicando a otras tareas, como la iluminación de manuscritos en el scriptorium, una tarea que se ve notablemente favorecida si el pergamino se mantiene seco.


O la reparación de los zapatos que resultaron arrasados por el mal tiempo en un evento anterior.


Sin duda, el relajado y seco ambiente llama a las actividades pausadas y reflexivas, como el juego del ajedrez. Cuando tras diez minutos en silencio, concentrados sobre el tablero, uno de los jugadores pregunta en voz alta "Esto es el alfil ¿verdad?" uno se plantea que a lo mejor la partida no es precisamente un ejemplo de las sutiles estratagemas propias de un duelo entre maestros, pero es lo que tiene jugar con las extrañas piezas del XIII.


 
Esta vez, yo me dediqué a la fabricación de malla remachada, actividad que se vuelve mucho más interesante para el público si despliegas delante de ellos todas las etapas de las anillas y las herramientas involucradas en el proceso. Por supuesto, la malla está hecha de hierro, así que es imprescindible hacer esto en el interior, a salvo de las posibles inclemencias climatológicas.





Y sí, en esa última foto voy con gafas. El sábado estuve todo el día con lentillas, pero mis ojos lo pagaron caro, y el domingo volví a las anacrónicas chofas. Supongo que todo fue cosa de la humedad ambiental, anormalmente baja.

Y alguno, hasta tuvo su bautismo de anilla remachada, con esa cara de concentración propia del momento.





Veeeeenga, vale, no te haré sufrir más. Sí, ya sé qué es lo que estás buscando. Si te estás leyendo esto, es que quieres ver a gente dándose de espadazos ¿verdad? Pues sí, hubo gente que, aprovechando el buen tiempo, se pegó con sus armas y armaduras, pero sólo en duelos singulares y perfectamente controlados.


Y ojo, que aunque se haga raro utilizar estas cosas bajo un sol radiante, al público incluso le moló más que hubiera aditamentos como caretas de esgrima y guantes modernos de protección en un combate semilibre. Después de explicarles lo extremadamente peligrosas que son las armas utilizadas, lo flipan mucho más, porque se dan cuenta de que lo que están viendo no son dos actores haciendo el paripé, sino una demostración de artes marciales.


Porque, al fin y al cabo, la seguridad y la espectacularidad no están reñidas. Y aunque hay que reconocer que ciertas escenas mejorarían si se hubieran llevado a cabo en un buen barrizal...



...lo cierto es que hasta hemos tenido el lujo de disfutar de la presencia de equinos. Algunos muy épicos.


Y otros que, siendo de especie más humilde, en aquel ambiente seco venteaban con presteza dónde se guardaban las manzanas frescas, y hacían todo lo posible por llegar hasta ellas.


¿He dicho ya que hacía bueno, y que extrañamente no llovía?


Las damas, asombradas, hasta se asomaban incrédulas al exterior


 

Mientras que los más arriesgados de entre los caballeros, incluso osaban exponerse a los elementos, aun a riesgo de que un súbito chubasco los calara por completo.




Algunos estaban tan enardecidos por el calorcillo, que hasta dejaron ver su lado más... épico-primaveral.


Y es que esto de tener sol y calor en un evento de recreación nos descoloca. En fin, aquí os dejo, a ver si me tomo algo fresquito.