domingo, septiembre 04, 2016

De puntas de lanza, subcontratas y atrezzos

Quien haya leído más entradas de este blog se habrá dado cuenta de que no todas las piezas que hago son completamente funcionales. Bueno, o sí, pero sólo si eres un cruce entre Conan y Hulk, porque suelo hacer piezas sólidas; tan, tan, tan grandes y sólidas que acaban pesando una burrada y siendo un poco inmanejables.

Pues hoy vamos a cambiar de estilo. Y, aunque la pieza en cuestión va a seguir siendo poco funcional, en esta ocasión va a ser por ligera: una punta de lanza más apropiada para un desfile (o como remate para el asta de un gonfalón) que apta para una batalla.

- Oiga, pero ¿usted no estaba de descanso medieval y con el blog medio abandonado?

- Exacto. Por eso mismo esta entrada no es mía, sino de mi buen amigo Dark, aunque no esté escrita en Norseponiés, como hubieran mandado los cánones. Pero tranquilos: como Dark no es exactamente del mismo centro de Valladolid, seguirá teniendo un acento exótico, al menos para los españoles. (¿Qué demonios será un barbijo?)

Así que al lío:




Vamos, que uno va a ferias medievales ¿Y de qué hace el recreacionista incipiente? ¡De caballero!

Pues bien, ya me dirás cuál es el arma principal ¿Qué me dices? ¿Que la espada? ¡Mal!
El arma principal es la lanza, joer. Bueno, vale, te entiendo, pero sí, es la lanza, así que a por ello.

Esta lanza que haremos será para apariencias, no servirá para simular combate o demostraciones, pero, saldrá muy bien en fotos, se verá bien, y cuando cargas con todo el arnés, es un poste donde descanzar parte de tu peso.

Ahora ponemos la música de bricomanía y repasamos lo necesario.

- Un trozo de chapa.  Personalmente usé del 16 que es lo que tenía botado por ahí, pero puede ser más grueso (no recomiendo más fino)

- Una radial (con su disco de corte y sus discos de lija)

- Algo que oficie de yunque (en mi caso, un trozo de viga de acero)

- Un buen martillo brutaco

- Equipo de seguridad (gafas, guantes, barbijo y esas cosas)

- Opcional: una caladora electrica con sierra para metal.



1. Comenzando con el patrón.


Este lo hacen a gusto en papel, cartulina, plastico, chapa... bueno, eso último no, ese sería el paso 2.

No tiene misterio y los lectores zagaces verán el patrón y se imaginarán el proceso.





2. Cortar chapa

Los avispados notarán que ese "cuello" desapareció entre lo que será el encabe y la punta de la lanza en sí.

Yo corté casi todo con la caladora electrica, con leves intervenciones de radial. Si gustan, con  un disco de lija ya pueden ir matando filos, sus dedos lo agradeceran (Extra: ¿A que adivinan, pues, qué no hice yo?)




3. Empezar a curvar

Desgraciadamente, no tomé fotos del proceso, así que nos apañaremos con diagramas. ¿Que por qué no hay fotos? Porque realmente, entre que cortas el asunto y lo mueles a martillazos, no llegan a pasar 20 minutos, y no te paras a tomar fotos porque andas con la rabia roja dandole tortura sobre el yunque.

Peeeeero, comenzaremos colocando la punta de lanza sobre  uno de los bordes del yunque, de este modo.


En la figura mostrada, el área gris es el yunque, y podemos apreciar como apoyaremos nuestra futura punta de lanza, y marcado en rojo, donde comenzaremos a golpear con el martillo.

Es importante ir haciendo esto en ambos lados de la lengüeta alternadamente, o luego habrás curvado bien una mitad, y no tendrás cómo apoyar comodamente el proyecto para comenzar a curvar el otro lado.




4. Seguir curvando

Esto tiene forma de C, y toca ponerse brutos.  Lo apoyamos como una C en el yunque y le damos mamporrazos verticales para ir cerrándola.  A medida que se cierra, vamos girando y le pegamos donde haga falta para ir dandole una hermosa forma casi cónica




5. Cerrando

A medida que vamos dandole la forma, debemos ir probando con el palo que usaremos de asta, hasta que la base del cono calce bien, sin ser excesivamente holgados.

Si tienen suerte, les queda bien a la primera tal como cortaron y van al paso siguiente.  Si tuvieron mala suerte, se quedaron cortos y vuelven al paso 1 (que esto es como un Elige tu propia aventura).

Ahora, si fueron precavidos como yo, les va a sobrar hierraco. ¿Cómo se soluciona? Superponen material hasta donde puedan y cortan con la radial por el centro. ¡Ahora pueden seguir dandole a la chapa hasta que cierre lo necesario.

6. Pulir

Ahora no queda más que pulir el asunto.  Si usaron chapa de 1,6mm como yo, conviene no hacer más que esto, si usaron chapa más gruesa, pueden, con lija en la radial, darle algo de geometría a la hoja, pero queda en ustedes.



7. Encabando

No queda más que ponerla sobre el asta.  Yo le "saqué punta" al extremo con una navaja para que calce mejor, y pasé de ponerle un remache o tarugo de sujeción.  Esto último es que, como dije al comienzo, la lanza no será para combate, y es fácilmente desmontable para transporte (especialmente en transporte público).

Ya tienen su primera punta de lanza, y que les venga bien.




Nota del editor: Dark ¿desmontar las armas para ir en transporte público? ¡Te estás ablandando!



lunes, mayo 23, 2016

Diecérrimo aniversario

¿Es ese absurdo título un vil plagio parafraseado homenaje a mis admirados Les Luthiers?


¡Pues por supuesto que sí! ¡Parece mentira que lo preguntes a estas alturas!

El caso es que, a lo tonto a lo tonto, este blog cumple nada menos que diez añitos, diez. ¡Carallu, cómo pasa el tiempo! Casi parece ayer el día en que escribí la primera entrada, tan despistado con las herramientas de Blogger que, en lugar de poner el título donde va el título, puse la primera línea con letra más gorda.

Buscando por el blog, y como otra clara señal de que lo tengo a medio abandonar, he visto que las antes puntuales entradas de aniversario se detuvieron en 2012, con el sexto aniversario; pero claro, una década hay que señalarla, que no es moco de pavo. Que, si fuera un niño, estaría en quinto de primaria, oiga. Así que empecemos con algunas tradiciones, como ver cuánta gente sigue visitando un blog en estado de semi-ruina. Que en su momento superaba las 8.000 visitas al mes, y eso era algo realmente notable.


Esteee... Sí, exacto, era. La cosa ha caído en picado, y ahora apenas se rozan las 3.000. Aunque, todo se ha dicho, yo diría que la página de sitemeter, que es la que yo siempre he usado para estas estadísticas, parece haber tenido algunas toses y algunos cambios de criterio en sus métricas. Pero vamos, que la decadencia desde aquellos máximos de 2012-13 es innegable:



Pero ¿y por qué siguen llegando visitas al blog? ¿Qué oscuras intenciones albergan? ¿Por qué visitan un blog de escasísima actualización? En definitiva ¿¿Qué están buscando estos locos?? Recuperemos el...


Consultorio de Axil para las visitas perdidas (vi)
--------------------------------------------------------------
Espacio dedicado a glosar algunas de las búsquedas más pintorescas que llevan al visitante a pasarse por alguna página de mi blog. Para su completa satisfacción, absoluto asombro, o espantada huída en busca de páginas más adecuadas a sus intenciones. Y no, no vamos a hablar de las búsquedas tipo "El blindado personal", "tienda curtidos Asturias", o "Cómo hacer cota de malla". No, vamos directamente a las búsquedas sórdidas...


www.fuck-paid-share-buttons.xyz. En la posición número 20 de búsquedas que en los últimos tres años han acabado en mi blog. Os juro que no tengo ni idea de qué están hablando: cuando alguna vez he hecho algún trabajo cobrando, ha sido siempre en euros contantes y sonantes; o, como mucho, algún trueque absolutamente casto. No tengo nada que ver con ningún "fuck-paid" de ningún tipo.

20 minutos para ponerse la cota de malla. Un consejo: busca una cota un poco más grande. O un gambesón un poco más fino. O pide auxilio, que vas a acabar con una luxación de hombro casi seguro.

Bufandas en cota de malla. Caballero, la protección es escasa, y las posibilidades de que el enemigo aproveche para estrangularle, elevadas. Y abrigar, lo que se dice abrigar, no abriga. Yo me lo replantearía, en serio.

Chicas de Córdoba ligeras de ropa y guarrillas. Pues lo siento mucho (¡en serio que lo siento!) pero de eso no tengo. En cualquier caso ¿no es decepcionante que internet, con esos términos de búsqueda, acabe llevando precisamente a este blog, y no a... otro tipo de páginas?

Lovecraft the tachuela. ¿Mande? Hombre, en las fotos que he visto, H.P. no parecía muy alto, pero ¿the tachuela? ¿En serio?

Mira cómo me has dejado la minga. Las jotas. Esto tiene que ser cosa de las jotas. Si ya sabía yo que esto de la música regional no iba a llevar a nada bueno. ¡Malditos mañicos!

Por qué me atrae tanto el cuero. Estimado/a fetichista: no se me haga usted el inocente. Usted no ha venido a este blog porque quiera trabajar cuero, sino porque quiere trabajarse a alguien. No sé si en cueros, o con mucho cuero.

¿Qué es más grande, el yunque o el martillo? Hombre, todo se puede combinar, pero esa parte en la que golpeas con un mallo de cuatro kilos una bigornia de joyero de apenas medio kilo, como que puede cabrear un poco al joyero.

Si vas a hacerte la dura, que seas yunque donde se forje mi hierro ardiente. No sé si felicitarte por tu magnífica frase para ligar, o descojonarme de ti por tu patética frase para ligar. No, en serio ¿eso ha funcionado alguna vez? Por favor, que algún lector soltero y sin miedo al ridículo lo pruebe y nos ponga al tanto del resultado.
--------------------------------------------------------------

Y aparte de estas visitas residuales ¿qué más se puede decir de esta década? Lo que empezó como un proyecto semi-cosplayero de hacerme algunas piezas de armadura que poder lucir en las estanterías de casa se ha convertido en todo un mundo de artesanías medievaloides, aunque últimamente sea algo que tengo bastante abandonado. Algo que el lector habitual sin duda ha notado: hace años que van disminuyendo las entradas sobre armadureo, y apenas se mantienen las entradas sobre eventos de recreación. Que, por cierto...

Con un somero repaso al blog, en estos diez años he estado en un total de 37 eventos de recreación. Algo así como tres y cuarto de media al año. Y, de esos 37 eventos, ha llovido en 14. Alrededor del 38% de los eventos pasados por agua. Vamos a ver si nos ponemos en contexto:

 

Sí, la probabilidad de que llueva en un evento de recreación es la misma de que llueva un día cualquiera en Donosti, la capital de provincia con más precipitaciones de toda España, donde la gente se refugia aterrorizada en los sótanos cuando ven una esfera ardiente en el cielo. Y luego ignoráis mi astuto modelo de negocio: ofrecernos a los ayuntamientos aquejados por la sequía para montar eventos de recreación en los alrededores de sus campos de cultivo. Estadísiticamente, somos un riesgo hidroclimático en absoluto desdeñable.

Aunque esto de contar eventos en el blog, si no has estado allí, lo cierto es que es un tostón para el lector. Y la verdad es que hasta yo les estoy perdiendo el gusto. No sé si es que me estoy haciendo viejo, si es que se han convertido en rutina, o si es que finalmente me están afectando los legendarios malos rollos del mundillo; pero creo que esta temporada voy a tomarme un descanso y pasar de eventos. Que según estaba empezando a ver fechas y cuadrarlas en el calendario, me di cuenta de que, en realidad, más que sentirme ansioso por ir a los eventos, me los estaba tomando como una especie de obligación. Y así no mola, va a ser mejor hacer una pausa y coger un poco de perspectiva.

Lo que sí que me toca, es hacer un poco de limpieza en el blog y liquidar los enlaces obsoletos que tengo por ahí al lado. Para cuando leas esto, supongo que la mitad de lectores de feeds habrán estado dando la lata con imaginarias actualizaciones debido a que habré estado guardando el resultado de varias limpias, y eso, en blogger, ocurre directamente en producción. Voy a respetar las páginas y blogs personales aunque lleven tiempo sin actualización, y eliminaré las páginas desaparecidas. En cualquier caso, que nadie se alarme porque hayan desaparecido algunas páginas de tutoriales: no estamos en 2006, es relativamente fácil encontrar tutoriales en internet, y Youtube está plagado de casi todo lo que se te ocurra.

Poco más por el momento. Seguiremos actualizando, pero sin prisas, que tampoco es que tenga mucho tiempo para artesanías. Aunque alguien que yo me sé, y que espero que lea esto, me tenía que hacer llegar cierta hoja de cuchillo con ciertos acoples de bronce, que esa pieza sí que me hace ilusión terminarla. Así que, con calma. Relax...



domingo, abril 24, 2016

De hachas y caballos enanos de colores pastel. Nórdicos caballos enanos de colores pastel.

Yo ya lo avisé: esta entrada iba a ser una sorpresa para los antiguos habituales de esta página. ¿Os acordáis de aquellos chats que se montaban en la sección de comentarios de este blog? Había un importante grupo de habituales, entre los que se montó una activa comunidad de blogs y foros dedicados al armadureo aficionado y a la recreación. Con el paso del tiempo, algunos dejaron de ser aficionados, otros buscaron otras aficiones, algunos están más o menos desaparecidos...

...y, entre los que buscaron otras aficiones, están los tipos duros y extremadamente varoniles que recibieron la llamada de Equestria. Because of reasons.

Muchos os acordaréis de Dark, the Vampirewolf (no es un nick fácil de olvidar) y de cómo, en una ocasión, le subcontraté por todo el morro una entrada del blog. Pues bien, Dark fue uno de esos tipos duros y extremadamente varoniles que sintió la llamada de los caballos enanos de colores pastel. Y ahora, Dark ya no es the Vampirewolf, sino que dibuja y cuenta las historias de Dark, the Norse Pony. Sí, un Pequeño Pony guerrero vikingo. Como decía antes, porque motivos.

El caso es que, hace unas semanas, un lector se puso en contacto conmigo para preguntarme por las desaparecidas imágenes de la entrada de Dark publicada en mi blog, imágenes que estaban en un hosting ya desaparecido. Así que me puse en contacto con él:

- Pues ya no las tengo, pero si quieres te hago otro tutorial para que lo publiques en tu blog.
- Co, ya sabes lo que me gusta que otros me hagan el trabajo. Pero con una condición: tienes que hacerlo con el mismo acento nórdico que le pones a tu pony en los comics.
- Jodío, que los comics los hago en inglés, y ese acento lo tengo dominado, pero en español no tengo ni idea de cómo hacerlo.
- Déjate de excusas y a currar.

Así que, señoras, señores y cuadrúpedos varios, les dejo con Dark, the Norse Pony:




Ejte tutorial es parra los que quieren un hacha medieval, pero no tienen forrja.
Qué hace falta: una cabeza de hacha moderrna (usé una de 600gr), un palo de maderra durra, una radial (con discos de corrte y lija), algo para sostenerr la cabeza del hacha mientras la corrtás así tus manos quedan a salvo ¿Ja?
Opcional: limas de matrricerro para decorraciones, WD40, una esponja de cocina, toallas de papel, aceite de lino.
Paso 1: prreparrá tu hacha y dibujále la forrma final, yo usé grrafito.

Paso 2: Vamos a corrtarr la cabeza del hacha con la radial. Hay que tenerr cuidado en este paso, ya que si corrta metal con facilidad, imagínate lo que harría con tus dedos.
Parra que esto sea más sencillo, prrimerro hacemos corrtes parralelos y oblícuos de este modo.
Y después así
Con lo que a medida que avancemos, nos tendrría que quedarr de esta forma




Esta es la forrma más fácil de sacarr la mayorría del materrial, y al avanzarr el acerro prrácticamente se va a caerr sólo. Va a quedarr con púas e irregularridades, perro se arregla más tarde con un disco de lija en la radial.
Paso 3: usando un disco de lija fina en la radial, vamos a pulirr el hacha. Da placerr lo fácil que es esto.

Paso 4: Ahorra pondrremos el mango al hacha. No hay fotos del prroceso, perro eso no tiene misterrios.
Vamos a desbastarr la punta para calzarr la cabeza del hacha, que deberría calzarr lo más aprretado posible (si queda floja, podemos poner algún clavo por el ojo del hacha). Sólo rresta usarr discos de lija en la rradial para que el mango quede lo más cómodo posible. ¡Y nuestra hacha ya está terrminada!
Pasos opcionales:
- Con limas pequeñas, uno puede decorrar el mango a gusto.
- Parra darrle al hacha un acabado mate, hay que frrotarrla con una esponja de cocina mojada con WD40.
- El mango va a durrarr más si se lo embadurrna con aceite de lino.

jueves, abril 14, 2016

Arroyomolinos medieval 2016 - golpeando hierro cerca de casa.


- Oye, Axil, soy Juan, de Kerberos, nos conocimos en María de Huerva.

- Qué casualidad, hace sólo un par de días que revisé los correos en los que me ayudaste con el diseño de la trampilla de vaciado de carbonilla que quería para la fragua. Dime.

- ¿Te apetecería asistir a un evento en Madrid?

- Mira, pues, para variar, no estaría de más no tener que irme hasta donde Cristo perdió las llaves. ¿Cuál es la idea?

- Queríamos que vinieras de herrero.

- De herrero... pero... ¿qué habéis fumado? ¡Si vosotros trabajáis profesionalmente de herreros, y yo no tengo ni idea! ¿Para qué me vais a querer a mí de herrero?

- Es que nosotros tendremos que estar de aquí para allá todo el día, en un monton de temas y para lo que sea que surja. Además, sólo sería para hacer alguna cosita sencilla.

- ¡Y tan sencilla! ¡Como que yo no he estado en una fragua más de media docena de veces, y lo más que he hecho son un par de cuchillos feísimos! ¡Que de verdad que no tengo ni fuñetera idea!

- Que no te preocupes, si lo que más nos interesa es que sea un recreador el que esté allí. Ya, si eso, te explicamos cómo hacer alguna pieza molona. ¡Y además, no tienes que llevar ni yunque, ni fuelle, ni herramientas, lo llevamos todo nosotros!

Y así, poco más o menos, es como me liaron para estar de herrero en Arroyomolinos, un pueblo (o, más bien, pequeña ciudad) cercano a Madrid.


Así que para allá que fuimos el mismo sábado por la mañana. Ropa de civil básica, un mandil, unos guantes de trabajo, cubertería histórica, y poco más. 40 minutos de coche desde casa, y allí que estábamos puntualmente. Bueno, con puntualidad recreacionista, ya sabéis. Que, en esto de la recreación, los horarios son tan fiables como los de los conciertos de mis amigos los Insaciables: las primeras veces que llegas una hora y media tarde y no hay nadie, te preguntas si es que ya ha terminado. Y resulta que no, que lo que pasa es que todo el mundo está todavía en el bar de enfrente ultimando los detalles logísticos.

Y lo de la logística era algo importante. Porque esta gente se había planteadovbun desafío de narices: levantar un despliegue tremendo de arquitectura efímera para construir una plaza porticada en la que albergar los diferentes talleres artesanos que protagonizarían gran parte del evento. Y traérsela desde Asturias hasta Madrid y montarla. Si es que esto de la recreación, al final siempre se reduce a lo mismo: llevar pesos exagerados a distancias absurdas. Preferiblemente, cuesta arriba. Y bajo la lluvia.

Los soportales, además de una muy oportuna taberna, albergaron exhibiciones de diferentes oficios tradicionales, y lo cierto es que el nivel era brutal, absolutamente brutal. Fijaos, para empezar, en el torno que me gastaba uno de los carpinteros:



No creo que a estas alturas haya que explicar mucho cómo funciona ese torno. Con el pedal se acciona la tira de tela que va unida al huso del torno, y cuyo otro extremo está unido a una ¿rama? ¿arbolito? de madera muy flexible que hace de resorte, con lo que se consigue un movimiento de vaivén en los giros de la madera. Mola ¿eh?


¿He dicho carpinteros, así, en plural? ¡Sí, porque había más de uno!
 



Y hablando de tornos, qué decir del alfarero, que, aunque no vistió de época, llevaba un torno de pie y hacía algunas cosas maravillosas con una sencillez pasmosa.


Por no mencionar cómo lo flipaban los niños cuando el tío les ponía a hacerse unas piezas ellos mismos.

Pedazo fotaca, cortesía de A.L. en caralibro

Los niños también lo flipaban con los grabados en pizarra de mi amigo Román, que también les dejaba probar y les explicaba cómo hacerlo en casa. Eso sí, advirtiéndoles, para ojiplático espanto de sus progenitores, de lo muchísimo que manchaba y difícil que resultaba de limpiar el polvo de pizarra.



Y hasta su mujer estuvo trabajando con un telar de tablillas. Telar de veras; chulo, chulo; nada de atarse a un poste.


Por cierto, que el nazarí que está de espaldas en esa foto es mi amigo Josepe, cuyo currículum como recreador es absolutamente impresionante, pero en el que destaca una azaña de la que sólo unos pocos podemos presumir: él también sobrevivió a Peracense 2009.

Ahí al lado estaba la iluminadora...


... un oficio que requiere un pulso firme, una mano estable, una concentración imperturbable. Algo realmente difícil de mantener en un evento del SXV, en el que, en cuanto te descuidas, ¡Pum! ¡El estampido de la pólvora!

Evento del siglo XV. Al lado de una torre que está gritando SXV por los cuatro costados. ¿Mola, eh? (Esteeee... vamos a correr un tupido velo sobre las puertas correderas de acero que le han cantado a la torre y que, afortunadamente, no se ven en la foto)

Sí señor. Arcabuzazos por sorpresa. Con el mérito añadido de mantener la mecha encendida y de prender la pólvora bajo la muy intensa lluvia que nos cayó el domingo. Sí: otra vez. Nos llovió. De nuevo. Muy intensamente. Y ni por esas se espantaron los visitantes, eso también es verdad.

 Lógico que no se fueran, porque la exhibición de oficios era la caña. Que no, que aún no he terminado. Aún no he hablado, por ejemplo, de la joyera.




No, esa fragua de la imagen no es la de la herrería. Esa fragua, la pequeña del evento, es la de la joyería, y se utilizó para fundir la plata de un anillo elaborado allí mismo. Y por cierto, es genial ver trabajar no sólo con la fragua, sino con los yunques, martillos, tases... básicamente idénticos a los de herrero, pero en pequeñito. (Siempre me han encantado los tases de joyero, qué le voy a hacer)

Y llegamos al oficio que más me moló de todo el evento. Porque no es fácil de ver por ahí, porque el tío era un encanto, porque trabajaba con una habilidad tremenda, porque hacía cosas impresionantes, y sobre todo, porque es un oficio que siempre me ha llamado la atención y del que, como de las figurillas de Warhammer 40.000,  siempre me he querido mantener alejado, no vaya a ser que me enganche: la cantería. Se pasó todo el evento tallando piedra, y conjugaba la talla artística con la construcción de estructuras de piedra al más puro estilo del cantero medieval.



Para terminar... pues, efectivamente, ¡la herrería! ¿Sabéis qué gozada es tener a tu disposición semejante despliegue de material y herramientas sin haber tenido que cargarlo y descargarlo todo en el coche?


Un fuelle enorme (aunque tal vez no del todo estanco, eso sí), una fragua enorme, un yunque enorme, un pie de yunque enorm... no, bueno, ese era un poco pitufo para mí; tocones auxiliares varios, cubo de agua, una mordaza de cuña impresionante, montones de pinzas y martillos, carbón a mansalva, y hierraco de sobra que machacar. ¡Mola!


Al público le gustó, cada vez que se oían unos martillazos sobre el hierro acababa rodeado de gente. Hice un montón de puntas de flecha, le arreglé un par de herramientas a uno de los carpinteros, y hasta me atreví con un cuchillo sencillito con el mango salomónico, que siempre es algo espectacular de ver hacer.


¡Sí! ¡Afilado y todo allí mismo por mi ayudanta G.!


Hablando de ayudantes, aquello de estar cerca de Madrid facilitó que un montón de amigos que, habitualmente no podrían haberse pasado por uno de nuestros muy lejanos eventos, se dejaran caer por allí. Y eso incluyó a alguno que, a mediodía, aprovechando que apenas había gente, se lanzó a la aventura de llenar su ropa de los pequeños agujeros de las brasas voladoras. Aunque disfrutándolo inmensamente.


Pero no sólo de talleres viven los eventos medievales. También había un juglar, coantando y contando historias...


Un mendigo que no sé cómo aguantó todo el evento descalzo, incluso bajo la lluvia...



Un campamento, donde se realizaron diferentes actividades: algún vestir al caballero, exhibiciones de armas y armaduras...



Los más antiguos lectores del blog se acordarán de Recreoanacronista. Pués ahí está, sujetando una pistolita.

y hasta alguna que otra escaramuza.


Me temo que no tengo muchas más fotos del campamento, porque en realidad nos pasamos casi todo el tiempo en la zona de talleres y el campamento estaba un poco apartado. Sólo me di un par de paseos hasta allí, aunque uno de ellos fue particularmente intenso: notando cómo los gayumbos se me iban cayendo mientras caminaba, y sin poder sujetarlos por tener las manos ocupadas cargando una armadura.
 - Ya, los calzones históricos, ya se sabe.
- ¡Qué históricos, ni qué leches! Gayumbos modernos con la goma dada de sí, que cuando voy a estar en una fragua casi nunca me pongo los históricos. Precisamente, porque tienden a caerse en el momento menos pensado. Irónico ¿no?

Una vez contadas mis intimidades, terminamos mencionando el típico mercadillo (del que no tengo fotos y que prácticamente ni pisé) y que acabamos con mucho, mucho, pero que mucho tizne en la cara. ¡Y con la ducha de nuestra casa a menos de una hora en coche! ¡Qué maravilla!


Para la próxima entrada... prometo una sorpresa para los antiguos habituales de esta página. Y no digo más.



domingo, marzo 13, 2016

Haciendo una fragua (3). Porque follar es muy cansado.

Que no, que no me han pirateado la cuenta de blogger para publicar anuncios de porno o de accesorios eróticos. Si es que tenéis la mente sucia. Malpensados.













Esta historia empieza incluso antes de lo que contaba en mi anterior entrada, donde hablaba, entre otras cosas, de la adaptación de los tubos de entrada de aire de la fragua a los tubos de salida del fuelle que hice hace años. Esta historia, ni siquiera empieza en el medievo. Esta historia empieza a finales de otoño o principios de invierno de 2014. En una de esas frescas madrugadas que Madrid ofrece a sus habitantes.

- Gruñfff... ñamg, gronf... ¿Óndestáelfutoeloj? ¿Eih? ¿Qué demonios hago despierto a estas horas, si es domingo y aún no ha amanecido? Mejor me doy media vuelta y sigo durmiendo un rato más...
[Bzzzzzzzzzzzzzzzzz]
- Mñññññffff... Hay algo que hace ruido. Que le zurzan, me tapo la cabeza con la almohada y a seguir durmiendo.
[Bzzzzzzzzzzzzzzzzz]
- Grmm...

El caso es que, al final, me dí cuenta de que el ruido estaba en mi propia casa, y que procedía de la caldera de gas que tengo en la terraza. Y, como no es cosa de tontear con los malos funcionamientos de una caldera de gas, llamé al técnico, que, después de refunfuñar un poco sobre lo torpes que eran los que me habían puesto la caldera y lo inaccesible que estaba para todo, me dio el siguiente diagnóstico:

- Na, la caldera está bien. Lo que pasa es que el ventilador del extractor de gases vibra un poco, y eso, como está en contacto con toda la chapa de fuera, hace bastante ruido. Si quiere, se lo puedo cambiar por uno nuevo, le va a costar tanto.
- (Jodo, qué caro). Bueno, casi que sí, cámbiamelo, que con la caldera justo al lado de la ventana del vecino, le tengo que estar molestando una barbaridad.
- Ok, en veinte minutos está.

y, al cabo de los cuarenta minutos...

- Muy bien, pues esto ya está. ¿Quiere el extractor viejo para algo, o me lo llevo y lo tiro?
- Na, llévatelo, ¿para qué lo voy yo a quere....? ¡No! ¡Espera! ¡Me lo quedo, me lo quedo!

Así que me encontré siendo el orgulloso propietario de un soplador eléctrico cuyo tubo de salida (¡oh, maravilla y hados propicios!) era del mismo diámetro que el tubo de salida de mi fuelle.

Claro que ¿cómo narices se conectará este cacharro? ¿Llevarán las calderas electrónicas sofisticadas, y requerirá de unos complejos códigos digitales para funcionar?

Pues no. Una oportuna chapita con sus especificaciones eléctricas lo deja claro: corriente alterna, 230V, 50Hz. Lo que viene siendo el enchufe de la pared, aquí en Europa.



Aunque estos conectores no se parecen demasiado a los del enchufe de la pared. No, esto requiere unos conectores denominados faston, y que, dado que van a albergar una corriente bastante peligrosa, es mejor pillar con sus correspondientes aislantes.



Y sí, con esto, y un enchufe al otro extremo del cable, el soplador ya se puede poner en marcha.


Pero esto... esto sería, de lejos, demasiado fácil. ¿Cómo no nos vamos a complicar un poquito más la vida? ¡Vamos a liarnos un poco, y a conseguir que el flujo de aire sea regulable, hombre!

Así que ¿por qué no comprar un potenciómetro variable para controlar la tensión de entrada y, por tanto, la fuerza del soplido? Lo ideal sería un potenciómetro para alterna de 230V, que se pueda controlar con el pie, y con interruptor incorporado. Justo, justo, como los que se venden para lámparas domésticas. ¡Eh, qué afortunada casualidad!

Me pasé por la ferretería de al lado, y me compré uno de esos potenciómetros. Lo conecté, lo enchufé, lo encendí... y el interruptor funcionaba, pero el potenciómetro no.

Repasé las instrucciones, cambié el cableado, lo volví a encender... y el potenciómetro funcionaba, pero no el interruptor.

Revisé diez veces el esquema eléctrico que venía con el cacharro abrí el puñetero chisme, dibujé en papel el circuito impreso e invoqué a los fantasmas de mis muy olvidados conocimientos de electrónica analógica para entender todo aquello. Y, después de repasarlo una y otra vez, llegué a una conclusión: el interruptor y el potenciómetro estaban en paralelo, no en serie, y servían para dos salidas independientes. Y no había hueco allí dentro para intentar tirar un puente y hacer lo que yo quería. Así que allí estaba yo: había comprado el cacharro que no era, y, como no quería dejar el soplador con sólo un potenciómetro, sino estar seguro de que allí no había nada de alimentación, me bajé otra vez a la tienda y compré un interruptor normalito.

Y obtuve esto:


Sí. Exacto. Un vídeo grabado en vertical. Y, sin embargo, se mueve enciende y se puede regular.

Ya solo queda conectarlo con el soplador, y enganchárselo al cajón de la fragua para hacer una prueba de encendido. Ahora que lo pienso... cuando expliqué lo del cajón ¿llegué a avisar de que dejar un borde en el que se pudieran hacer taladros y enganchar cosas era una buena idea?


- Esa forma de sujetar el soplador al cajón es una chapuza tremenda.
- Sí, lo sé, es sólo una prueba de encendido

- Dejar ese motor, esos conectores, y ese ventilador expuestos es peligrosísimo.
- Sí, lo sé. He pensado en hacerle alguna caja protectora, aunque sospecho que va a ir para largo. Por un lado, estoy vago, y, por otro, esto está pensado para manejarse con un hierro al rojo en la mano. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

- Ese carbón es malo de narices ¿ha visto cómo sale volando?
- El que casi se churrusca los morros grabando este vídeo soy yo; sí, sí lo he visto. Pero es que sólo tenía a mano carbón de barbacoa.

- Menudas zapatillas más feas que me lleva ¿no?
- Eso es que no se ha fijado en las sandalias del vídeo de antes.

jueves, febrero 04, 2016

Haciendo una fragua (2). Sople aquí, por favor.

En la anterior entrada explicaba cómo hacer un cajón con patas que, con un poco más de esfuerzo, esperaba convertir en un cajón de fragua. ¿Por dónde seguir?

Si os acordáis, en el cajón había taladrado unos agujeros que permitieran la entrada de aire para que el flujo de oxígeno atraviese el carbón desde abajo.


y, hace ya años, estuvimos hablando de cómo hacer un fuelle grande para una fragua. ¡Ah, todo esto va encajando! O, mejor dicho ¡tenemos que hacer algo para que encaje!

Y, para eso, hace falta un tubo. Bueno, en realidad, varios tubos. Porque si lo unes todo con un tubo cerrado, no tardará en llenarse de carbonilla y escoria, y tú no quieres eso. Te hace falta algo que permita un vaciado rápido de la ceniza, que proporcione una mínima estanqueidad, y que además permita que el fuelle acceda en ángulo, de arriba a abajo, para que las posibles brasillas no se le metan dentro y quemen todo ese cuero que tanto te costó fijar.

Por aquello de mantener el cajón ligero, empecé usando unos tubos de esos que se usan para las salidas de humo de las estufas domésticas. Porque el cajón es de chapa de 2mm y pretendo ponerle una gruesa capa de mortero por encima, así que no iba a echarlo todo a perder usando ahora algo pesado ¿no?

El caso es que, cuando empecé a soldar aquello, con electrodos finos, y al mínimo amperaje con el que llegaba a establecerse arco... no es que hiciera agujeros, es que el material se volatilizaba.

Vaaaaale, no saber soldar puede que ayudara. Pero aquello no tenía arreglo, así que tuve que renunciar y usar unos tubos más gruesos, como de 1 ó 1,5mm de pared. Y sí, también me las apañé para hacer algún agujero, pero esos ya sí que eran arreglables.

Porque no recuerdo quién (tal vez mi amigo Redo) me pasó el enlace a un magnífico videotutorial sobre soldadura básica donde, al final, se explica cómo rellenar un hueco con soldadura. ¡Eh, y funciona!


El lector impaciente estará pensando: no, si todo esto de la soldadura está muy bien, pero ¿cómo demonios se supone que es la entrada de aire? ¡Que de nada me sirve saber soldar, si no sé lo que tengo que montar!

Pues en esas mismas estaba yo. No tenía ni repajolera idea de cómo hacer una entrada de aire medio solvente. Pero, afortunadamente, en el evento de María de Huerva de 2015, coincidí con unos fantabulosos herreros astures que habían llevado allí una fragua, y que fueron tan amables como para pasarme fotos y explicaciones del mecanismo de vaciado que montaban en las suyas. Y ya me conocéis: inmediatamente plagié su diseño, aunque el mío es tan extremadamente cutre que nadie podría relacionarlo con el impresionante original.



¿Y en qué hemos dicho que consiste este enigmático cacharro? Pues, lo primero, en un tubo en el que encaje el tubo de salida del fuelle. Y, como los tubos metálicos se venden en comodísimas longitudes de mínimo seis metros, casi que va a ser cosa de pillar un retal suelto, tal vez un pelín más corto. Como un par de palmos, tal vez.

Es una lástima que uno no se pueda poner demasiado exquisito con los diámetros cuando va por ahí mendigando recortes de tubo. Pero, narices ¡que estás haciendo una fragua! ¡Tienes un martillo, y no te da miedo utilizarlo!


Si el diámetro de la boca del tubo no se ajusta a lo que necesitas ¡cambia su diámetro! ¿Quién se ha creido ese tubo que es, para permitirse el lujo de no encajar en la salida de tu fuelle? Primero lo expandes, dándole forma tronco cónica; y luego comprimes de nuevo la base del cono para volver a darle una forma cilíndrica que encaje en el otro tubo.

(Ejem... tampoco exageres, si te pasas mucho con esta técnica, es más que posible que rajes el metal, así que tampoco te lo tomes demasiado en serio ¿vale?)


 El tubo al que acabas de dar forma va a tener que encajar en ángulo con otro tubo, que es el que va a llegar hasta el cajón de la fragua. Y sí, podría haber sido otro tubo redondo, esa era la idea, pero ¿no os he dicho que estaba mendigando retales de tubo? Cuando vas pidiendo recortes (por favor por favor por favor) en el almacén de hierros del barrio, si el retal es cuadrado, pues bienvenido y anguloso sea. Un mucho de taladro, un toque de caladora, y listo. ¡Ojo! el otro tubo va a encajar en ángulo, así que el hueco debe ser ovalado, no perfectamente redondo.


Te va a tocar soldar estas dos piezas juntas, y de eso no tengo fotos. Pero, antes de eso ¿no habíamos dicho que había que montar una tapa para vaciar la escoria que caiga dentro?

Pues al grano. Una tapa plana, y una pieza que haga de gozne sobre el tubo. Y recuerda aquello de "mide dos veces, corta una": tiene que quedar suficiente holgura para que la tapa se cierre y se abra del todo.


Tienes que taladrar huecos para dejar pasar una varilla que haga de eje, y plegarlo todo para que quede una bisagra adecuada. Y sí, yo tenía por aquí un puñado de remaches enormes que sirven para hacer un eje estupendo; pero vamos, nada que no podáis fabricar con un retal de varilla redonda (llevamos un rato hablando de mendigar cachos de tubo, tampoco es para que ahora te hagas el estrecho con lo de rebuscar en la basura de la ferretería de al lado, coñe)


En la foto de más abajo se ve cómo va colocada la tapa que tapa. El bote blanco que ves encima es el secreto mágico del soldador novato. Porque, cuando vas a soldar algo con un mínimo de precisión, siempre lees lo mismo: dale un par de puntos de soldadura para que se quede en su sitio, y luego ya tiras todo el cordón, así evitarás que las piezas se retuerzan cuando vayas tirando el cordón.

Claro. ¿Y cuando ya se te retuerce con el primer punto de soldadura, qué?



Pues para eso está ese bote blanco. Cianocrilato. De la tienda cutre de la esquina, fabricación china de ínfima calidad. Instantáneo, mantiene la pieza en su sitio lo justito para poder darle ese par de puntos de soldadura, y se vaporiza en cuanto le acercas el arco de soldadura de verdad.


¿He dicho ya que se me fue la mano con el soldador y que tuve que rellenar los agujeros? ¿Y que, en realidad, no es como si yo supiera soldar? Supongo que ese temblequeante borde reconstruido dará fe de que no estaba mintiendo.

El lector que posea los más elementales rudimentos de física estará pensando: si eso es la tapa de vaciado, y va en la parte de abajo ¿qué se supone que la mantiene cerrada? Por su propio peso (y el de la carbonilla) se abrirá ¿no? Y entonces, el aire procedente del fuelle se saldrá por ahí, en lugar de pasar por el carbón. ¿Qué falta aquí?

Pues falta el mango. Una palanca que no sólo permitirá abrir la tapa al accionarla, sino que, con su peso, la mantendrá cerrada el resto del tiempo.


¡Que sí, cohone, que sueldo fatal, lo sé, narices! Ese mango, si es lo bastante largo, o con bastante peso en el extremo, se encargará de mantener la tapa cerrada.

Así que, si terminamos de soldar todo junto, y si le damos a todo lo que sea metálico una buena capa de pintura (ya puestos, que sea pintura térmica) tendremos algo así. 



Deja ya de poner esa cara tan rara. Que sí, que el mecanismo de vaciado sí que funciona. Veeeenga, te lo enseño en un vídeo para que tengas claro cómo va.


Para acabar con el cajón, ya sólo falta rellenarlo con un poco de mortero. Porque, si no lo haces, lo más probable es que la zona por la que entra el aire se caliente lo bastante como para fundir el hierro del cajón a la media hora de usar tu flamante fragua. Y ya que te pones, usa mortero refractario, del que se utiliza para chimeneas y barbacoas, que se supone que dará alguna que otra caloría de más a la fragua.

Lo primero, es preparar algo para que el aire pueda atravesar el mortero. Podrías esperar a que se secara y taladrarlo, pero eso es una complicación absurda: es mucho más fácil poner unas varillas para marcar los canales de entrada de aire y verter después el mortero alrededor.

 ¿Qué haces para fijar las varillas? pues sujetarlas con algo que, una vez seco el mortero, permita sacarlas fácilmente. Los herreros serios fijo que te recomiendan un puntito rápido de soldadura que luego se pueda partir con un contundente martillazo. Yo, de nuevo, te recomiendo el cianocrilato del bazar de la esquina, que luego se puede partir con una contundente tobita con un dedo.


¿Qué es toda esa chatarra que está por la base del cajón? Pues la excusa que me di a mí mismo es que esos trozos de alambre soldados al cajón, y esos cordones gruesos marcados en el fondo, servirían para que el mortero agarrara algo mejor y no me diera sorpresas. Como caerse en bloque la primera vez que inclinara más de la cuenta el cajón, por ejemplo. Pero, si queréis que os diga la verdad, me apetecía experimentar un poco con el soldador. Y como mis soldaduras son atrocidades criminales ¿qué mejor forma de esconderlas que al estilo mafioso, enterradas bajo el cemento?

Y ya sólo queda mezclar y verter el mortero para cubrir la base del cajón. Yo usé tres kilos de mortero, por aquello de mantener este trasto ligero y portátil. Se mezcla con la cantidad de agua indicada en el envase, se remueve hasta obtener una masa uniforme, se vierte en el cajón, y se alisa un poco la superficie con lo que tengas más a mano. Como los dedos, por ejemplo.

Y hasta aquí llega todo mi conocimiento teórico y experiencia práctica como encofrador, así que no me hagáis muchas más preguntas al respecto, que no sabré responderlas.


Preguntas como, por ejemplo, "¿Por qué quedó un fondo gris, y un borde plateado?". Ni flowers. Puede que tuviera que ver con dónde había o no un charco de agua cuando empezó a secar el mortero, pero no parece que quiera desaparecer con el tiempo. ¿Es malo para la resistencia del mortero? Vamos a ver ¿y yo qué narices sé? ¿Qué parte de "hasta aquí llega todo mi conocimiento teórico y experiencia práctica como encofrador" no has entendido?

Por el momento, el cajón ha resistido con solvencia las pruebas de uso intensivo a las que le he sometido. Es decir, un encendido de prueba con un puñado de carbón vegetal para barbacoa, de ese que, cuando le soplas aire desde abajo, en lugar de quemar a más temperatura, sale volando. Y mira que el soplador que usé era poco potente.

Aunque bueno, de ese soplador, ya hablaremos otro día.