miércoles, mayo 23, 2007

Juguetitos en cuero: repujando repetidamente retales recortados de los restos de la reciente remesa

Es curioso lo que puedes encontrar en google buscando "juguetitos cuero". Si has llegado hasta aquí buscando implementos sado-maso, me temo que te has equivocado de página. A menos, claro, que tengas un interés muy concreto por el lado más artesano de tu fetichismo, o que estés claramente especializado en el armadura-bondage.

El caso es que, después de acabar los brazales, uno se queda con dos inquietudes:

- Averiguar cómo llevar los brazales un buen rato sin lacerarse brutalmente el antebrazo

- Profundizar un poco más en las técnicas de repujado

Para mejorar en el repujado, escuché atentamente a la gente que sabía más que yo del asunto (que debe ser como media humanidad, y algún que otro mamífero superior)

No sé de dónde saqué este tutorial. El amigo Rusmon tuvo el detallazo de pasarme este otro tutorial. Es extremadamente útil leerlo antes de ir a por tus primeras herramientas y de ponerte manos a la obra con tu primer trabajo (evidentemente, yo no lo descubrí hasta después)

Y sé que alguien más me sugirió técnicas de repujado, incluyendo algunos comentarios sobre el uso de plastilina que explicaré más tarde, pero parece que, o bien lo he soñado, o es un problema con mi memoria de pez, o finalmente estoy delirando. Por favor, si el amable colaborador está leyendo esto, que se manifieste.

El caso es que, armado de entusiasmo, de mis nuevos conocimientos, y de mi juego de buriles, me lancé a hacer un fantástico...

¿...y qué hago yo ahora?

No, en serio piénsalo. Quieres practicar el repujado de cuero a pequeña escala, más que nada porque estás experimentando. ¿Qué harías? ¿Una cartera con tus iniciales? ¡Anda ya!

Afortunadamente, una repentina inspiración vino a salvarme de mi vacío creativo ¡G colabora con un grupo de montaña del cole donde trabaja!

El lector medio se preguntará qué tendrá que ver la velocidad con el tocino. Explicaré para el profano, que los grupos scout y grupos de montaña en general tienen un espíritu propio muy especial, compuesto de dos elementos contrapuestos, como el yin y el yan. Las proporciones varían, no es lo mismo el campamento que organiza un sindicato que las salidas del MSC, pero, básicamente, un grupo de montaña combina:

- una parte de espíritu hippy amante de la naturaleza, los trapos raídos, el no matar a esa pobrecita avispa que se acaba de meter en tu tienda y, por supuesto, los complementos hechos en cuero.

- y otra parte que sólo puedo describir como paramilitar, con esa tendencia a los uniformes, a los ritos marciales, y como no, a los escudos.

Existe otra parte que nunca he comprendido, y que por algún motivo les lleva a hacer lamentables cuadros de fieltro y a colgar nudos de las paredes, pero esa faceta suya no viene al caso.

Así que escudos y cuero... ¡Ya lo tenía! ¡Un escudo del grupo tenía el nivel de detalle correcto para practicar, y seguro que hasta le hacía ilusión a G!

La técnica para este escudo es exactamente la misma que para los brazales, así que no me extenderé más al respecto. Incluso empleé un trozo del mismo cuero durísimo. Lo cierto es que no sé si a esto se le llamaría propiamente repujado, o si sería más bien grabado. ¿Albertts, me aclaras este punto si sigues por aquí?

La única variación importante en este trabajo está en las diferentes formas de oscurecer el cuero con betún de judea. Las partes más oscuras las punceé antes con un buril medio afilado mientras el cuero aún estaba húmedo, para que pillaran mejor el betún.

Y las partes más claras, las rasqué suavemente con el borde de un buril de espátula para eliminar bastante betún, además de usar alcohol con un bastoncillo de algodón para aclararlas más y con precisión.

Pero este trabajo no fue del todo satisfactorio: yo quería más volumen. (Ahórrate los comentarios sobre "prueba con el nuevo champú no-sé-cuantos")

Así que preparé un trozo de cuero más blandito, al que darle volumen en serio.

¿Y cómo se le da volumen al cuero? Pues es fácil: hay que trabajarlo desde atrás, empujándolo con los buriles, y luego perfilarlo bien por delante.

Pero claro, si lo empujas desde atrás contra una mesa sólida, poco relieve le vas a dar. Te hace falta una superficie blanda y deformable. Que conserve la forma que le das y que no ofrezca resistencia. Y que sea fácil de conseguir y preparar. Te hace falta una superficie de plastilina.

Se pilla un ladrillo de plastilina lo suficientemente hermoso como para hacer una capa de un centímetro de espesor y del tamaño de la pieza a tratar. Aquí, de nuevo, que tu chica sea maestra de infantil viene bien: no tienes más que esperar a una de sus periódicas visitas a las tiendas de juguetes educativos al por mayor y hacerle un encargo extra.

Lo primero que tienes que hacer es extender la plastilina de forma que quede una superficie uniforme (usa un papel o una cartulina debajo, o mancharás la mesa) Para eso, yo empleé el rodillo de amasar de la cocina, y quedó bastante bien, aunque despierta en mi una inquietante pregunta:

¿Como narices ha ido a parar un rodillo de amasar a un cajón de mi cocina, si no hemos amasado nada en la vida? ¿Lo hemos comprado alguna vez? ¿Tal vez estaba ya en mi antigua casa? ¿Uno de esos regalos de cumpleaños absurdos tan habituales en mi círculo de amigotes? ¿Acaso G se está dejando llevar por los estereotipos, y me esperará armada con él si una noche me presento a las tantas y oliendo a perfume y alcohol?

Mientras amasaba la plastilina con el rodillo, actividad que tiene un no sé qué de extremadamente satisfactorio, me planteaba qué demonios iba a repujar esta vez. Y, mientras mis pensamientos vagaban entre esa pregunta y el misterioso origen del rodillo ¡se produjo una nueva inspiración! ¡Los regalos estúpidos de cumpleaños!

Porque el amigo Botax celebraba en breve su cumpleaños, y además había tenido el atrevimiento de pedirme públicamente, en este mismo blog, un mono completo de cuero con su nombre en la espalda.

Tras ponerme en contacto con los principales gremios de ganaderos del país, fui informado de que la cantidad de cuero necesaria para hacerle un mono a Botax pondría en peligro de extinción a la vaca común, acabaría definitivamente con las tudancas, y probablemente causaría revueltas entre los indúes por el sacrificio masivo de sus animales sagrados.

Así que decidí hacerle un discreto parchecito, que pudiera poner donde quisiera. Eso sí, el motivo tenía que ser lo bastante vergonzante como para que hasta a Botax le diera cierto corte llevarlo puesto. ¡Ya está! Así que su nombre, ¿no?

Porque Botax tiene un oscuro pasado como dibujante de comics, y, rebuscando entre el montón de comics viejos, aparecieron unos cuantos dibujados por él.

Y en un polvoriento ejemplar del "Bajo cero" encontré justo lo que buscaba: el gordezuelo y sorprendido punkito de aquí al lado.

Pero no, jamás me atrevería a intentar repujar un dibujo con el nivel de detalle de una cara, estoy seguro de que quedaría un churro importante.

Decidí restringirme a las botas del dibujo, que son además "el nombre" de Botax. Así que, ni corto ni perezoso, me puse manos a la obra. Un rato de escaneo, un par de pruebas hasta dar con el tamaño adecuado, y a por ello.

Me costó un poco marcar el dibujo por ambos lados del cuero, para tener claro qué empujar y por dónde perfilar, pero al final lo conseguí.

Petición de ayuda: No me termina de convencer lo de tener que pasar el dibujo por ambas partes del cuero, es complicado que coincida exactamente. Si alguien sabe cómo hacerlo de otra forma, que me lo cuente, please.

Y a empujar el dibujo, con el cuero bien mojado, sobre la superficie de plastilina.

Es un tanto sorprendente levantar el cuero, una vez terminado, y ver cómo el dibujo ha pasado perfectamente a la plastilina de detrás.

En la foto podéis ver tanto el parche terminado como la plastilina utilizada. Como podréis apreciar, también estuve jugando con el betún de judea y el alcohol, además de hacerle una costura decorativa recorriendo todo el borde.

Por cierto, al ser cuero bastante más blando, si lo agarras por la parte en relieve es fácil aplastarlo. Para darle un poco de rigidez, lo encolé por la parte de atrás con cola blanca, aunque lo hice cuando el cuero ya estaba seco, y no penetró bien. Para otra vez, la emplearé mezclada con agua y seguro que queda mejor.

Ya sólo quedaba entregársela al cumpleañero, confiando en que fuera suficientemente humillante. ¡Y ya te digo si lo fue!

La cara de Botax diciendo !Hala, como mola! mientras lo sostenía al revés fue bastante curiosa. ¡Pero lo mejor es que su chica parece dispuesta a cosérselo en algo! Eso puede estar gracioso...

lunes, mayo 14, 2007

Juguetitos en malla

Hoy os voy a contar la historia de algunas cosillas que he hecho en malla. Por supuesto, si lo que queréis es ver todo tipo de cosas, incluso bastante raritas, hechas con malla, a donde tenéis que ir es aquí.

En esa página podréis encontrar diseños de malla tan tremendamente alejados del clásico 4-en-1 que sólo desentrañar la forma de unir los anillos ya supone todo un desafío.

No, no, ni de coña, lo de la foto no lo he hecho yo. Me tiembla el pulso sólo de pensarlo, vamos; es uno de los diseños (y en absoluto el más complicado) de los que podéis encontrar en M.A.I.L.

El primer juguetito es, en realidad, todo un almófar, aunque tamaño infantil. El mendruguillo de unos amigos tiene una sanísima y admirable afición por los caballeros, la edad media, y, en general, cualquier forma de hacer el bruto con equipamiento pesado. Así que, ni corto ni perezoso, me ofrecí a hacerle un bonito almófar.

A la hora de hacer un almófar a medida, hay que solicitar tres medidas. Sea una línea imaginaria que recorre todo el perímetro de la cabeza a la altura de las cejas. Las tres medidas son:

- La longitud de esa línea, es decir, el perímetro craneal

- La distancia entre el punto frontal de la línea (el entrecejo) y el punto posterior, siguiendo el contorno de la vertical de la cabeza

- La distancia en vertical desde la línea perimetral, a la altura de la sien, y la clavícula.

Solicité dichas medidas, y, una vez obtenidas, había en ellas algo raro. Algo que no encajaba, algo desasosegante...

...era algo extraño e indefinible. Algo oscuro: un arcano que se remontaba a la noche de los tiempos. Intuía que se trataba de un secreto antiguo, algo más allá de toda comprensión, y cuyo sueño no debía ser interrumpido.

La siniestra proporción que se escondía tras los aparentemente fríos números me retrotraía a mis más febriles pesadillas. Allí latía el misterio que se escondía tras la desaparación de Atlantis, la fuerza que un día me empujó hasta Kadath. Esas cifras me hablaban de un poder oculto, del que posiblemente los antiguos egipcios llegaron a tener un débil atisbo, y que fue adorado por los sabios andinos.

Ya había encontrado sutiles referencias al mismo en algunos de los libros prohibidos. La sombra de estos números se escondía en los manuscrítos pnarcóticos; y, sin duda, el temible Von Taneda lo conocía cuando escribió su blasfemo "unspellablen kulten". En el infame "De bichiis mysteriis", de Ludwin Dowsxp, estas cifras eran mencionadas como algo inmencionable. Pero fue el árabe loco Abd-al-jefé el que nos lo describió, en toda su crudeza, en el condenado Telekonomikón. Allí se desvela la infausta realidad de estas impías cifras, cuyo profundo significado envuelve un misterio que va más allá de este mundo.

No sé, vale que yo no tenga autoridad moral para meterme con las dimensiones craneales de nadie, pero... el caso es que aquellas medidas no me terminaban de convencer, así que solicité una repetición de las mismas.

Después de volver a medir, las nuevas proporciones ya eran algo más dignas de un ser humano. Hombre, el crío tiene un buen melón, para qué nos vamos a engañar, pero el que esté libre de pecado, que tire la primera gorra.

(Al parecer el problema estaba en que, la primera vez, el chaval "se movía". Ya te digo. En bicicleta, lo menos)

Un almófar para un niño pequeño tiene que estar sujeto a algunas consideraciones distintas a las de un almófar para un adulto.

La primera, es que los niños son poco cuidadosos con su seguridad personal, y un poco brutitos.

Bueno, vale, esa no me sirve. Los adultos que se ponen un almófar suelen encajar en esa misma descripción.

El caso es que el crío en cuestión es de la mismísima piel del diablo un poco revoltoso, y, no queriendo ser responsable de una asfixia o una garganta accidentalmente aplastada, decidí que el almófar no iba a incluir un manto del obispo, sino que quedaría abierto por delante.

Para que algo así quede equilibrado, tiene que ser bastante largo. Para asegurar que el almófar no tenga demasiada tendencia a irse hacia la espalda, lo finalicé en tres picos que lo equilibran bastante bien, y, además, quedan muy chulos.

Las fotos que podéis ver no son demasiado buenas, pero es que el fotógrafo no sólo es un poco torpe, sino que además lleva meses prometiéndome unas fotos mejores, y sin que dicho acontecimiento llegue a materializarse.

El tema de las terminaciones en pico, unido a una peonza cuyas infantiles dimensiones yo había subestimado, me dieron más trabajo del planeado inicialmente, pero bueno, el resultado mereció la pena. En la foto de aquí al lado podéis verle, considerablemente mejor equipado de lo que estoy yo, y portando orgullosamente un almófar que le debe estar aplastando las cervicales al pobre.

Y es que esto de la malla es una droga. Es como comer pipas: una vez has empezado, ya no puedes parar, incluso aunque la sal te esté rajando mismamente los labios.

Así que su seguro servidor, puesto a tejer anillitas, no se conforma con el noble arte del armadureo, sino que se deja llevar y emprende proyectos considerablemente alejados de tan alto fin. Como el que ahora nos va a ocupar: una bolsa para guardar dados de rol.

Esto sin duda despertará ciertas preguntas en el lector:


1.- ¿Qué es eso del rol?

¡Venga, venga, venga! Si estás leyendo este blog, y has llegado hasta aquí, sabes de sobra lo que es un juego de rol, no te hagas el inocente, anda. Que nos conocemos, y somos todos unos frikis, no disimules.

Pero bueno, como lo cuenta tan deliciosamente bien, os dejo este maravilloso enlace explicándolo.


2.- ¿Dados de rol? ¿Ein?

Vale, existe una remotíiiiiiiiisima posibilidad de que, si eres lo bastante joven, nunca hayas jugado a un juego con los seis o siete tipos de dados habituales de hace algún tiempo. Que no me lo creo, pero, por si acaso, te pongo la fotito. Los dados de rol son esas entidades polimórficas y (generalmente) multicolores, que sirven para marcar el devenir de las partidas de rol; por lo general, más allá de la previsión del inocente master que creía haber previsto toda contingencia posible.


3.- ¿Y por qué hacerles una bolsa de malla a unos dados de rol?

If you have to ask the question, then you won't understand the answer. Porque mola, y porque yo lo valgo. ¿Pasa algo?


4.- ¿Y no está usted un poco mayor para ir por ahí jugando a rol los fines de semana, caballero?

Yo es que estoy utilizando mi síndrome de Peter Pan para intentar enlazar la adolescencia con la crisis de los cuarenta sin transiciones bruscas. Y por ahora, parece que soy incluso más inmaduro que hace quince años, así que la cosa está funcionando bastante bien. Y, por cierto, llevas un buen rato leyendo un blog sobre fabricación doméstica de armaduras, cuando, a estas horas, deberías estar haciendo algo útil: no te pases de listo, que también tienes lo tuyo.


El primer diseño que intenté para la bolsa consistía en dos rectángulos de mala unidos entre sí. Pero no era una buena idea, la cosa tenía un cierto aire a bolso de put... esteeee, a bolsito de fiesta de gusto dudoso.

Vale, olvidemos ese diseño. La bolsa definitiva es más o menos como el principio de un almófar: una parte circular construida a base de expansiones, y que, una vez alcanzado el diámetro que consideremos adecuado, continúa como un cilindro recto.

Le pasas una tira de cuero por las anillas de la última vuelta, y ya tienes una preciosa bolsita para dados, que cierra sin más que tirar de la tira de cuero, y que puedes atar como consideres más adecuado.

La bolsita de malla ofrece, además, el valor añadido de ser un magnífico e hipnótico juguete. Si eres el master, acechando a los jugadores desde más allá de la pantalla que esconde los papeles en los que has esbozado una mediocre partida, la bolsita es tu salvación.

Sin más que darle vueltas en el aire, enrollando y desenrollando el cuero de tus dedos, los jugadores quedarán fascinados cual lebrato por los faros de un coche. Y entonces podrás sorprenderlos, sin miedo a que descubran los graves errores argumentales de tu historia. E incluso, si eso falla, puedes dejar caer la bolsa distraidamente sobre la mesa. Sobrecogidos ante la perspectiva de poder juguetear con ella, sus cerebros sobrecalentados se centrarán en la elaboración de argucias que les permitan apoderarse de ella antes que los demás. Y dejarán de dedicarse a la tarea de chafar sistemática y minuciosamente tu partida con sus peregrinas ideas.

¿Y a que son chulos mis nuevos dados verdes con reflejos dorados?

jueves, mayo 10, 2007

El segundo spangenhelm (9): Limpia, fija y da guarnición

Vamos a hablar de las últimas fases de la construcción del spangenhelm. Como todo lo que falta es casi idéntico a lo que ya contamos con el primer yelmo, voy a unirlo todo en una única entrada.

Empecemos por el pulido. En esta ocasión, no voy a darle un acabado a espejo, sino un acabado satinado.

- Eso es porque existe una corriente generalizada de opinión diciendo que, históricamente, era muchísimo más habitual que el espejo, ¿no?

- Esteee... pues yo, sinceramente, no tengo tan claro si lo que se ve en los museos son acabados satinados, o la inevitable pátina de los años. Yo, al menos, considero que el pulido a espejo requiere mucho más trabajo y habilidad, y que, por consiguiente, refleja una mayor calidad de la obra.

Os habéis dado cuenta del ingenioso juego de palabras ¿verdad? pulido a espejo... reflejar... ¡Je! ¡Qué sutil estoy hoy!

En todo caso, el satinado tiene dos ventajas indudables:

1.- Da mucho menos trabajo

2.- Cuando reparas una abolladura, es infinitamente más fácil de recuperar ese acabado que uno a espejo. Y no digo sólo después de un combate, me refiero, por ejemplo, a lo que pasa cuando fallas unos cuantos martillazos al remachar.

En este segundo spangenhelm, tal como comenté en su momento, utilicé muchas menos pasadas de discos de lijar, y la calidad del lijado resultante fue muy satisfactoria. En lugar de utilizar sucesivamente casi todos los granos del mercado, un lijado a 50, a 120 y a 240 fue más que suficiente.

- Claro, así se come mucho menos material, y el casco queda más sólido

- ¿Cómo? ¡Ah! ¡Si, si, claro, es por eso..! Por supuesto, por supuesto, las horas de trabajo que me ahorro no han influído en la decisión.

Por cierto, si te pones a hacer algo de esto: si ves que una zona de la chapa se te resiste a un determinado grano, no te empeñes inutilmente: vuelve atrás, y repasala con el grano anterior. O, incluso vuelve al planificado o al desabollado. Ahorrarás tiempo y quedará mejor.

Bueno, a partir del acabado a 240, se podría seguir perfetamente hacia el espejo, pero el acabado satinado es mucho más fácil: un poco de aceite WD40, y un estropajo scotch brite de los de la cocina; y en cuestión de segundos de frotar ya tienes tu acabado listo.

Es posible incluso que se pudiera conseguir a partir del 150, pero no lo tengo muy claro.

También compré unos discos de scotch brite que se adaptan al mismo soporte que los de lijar, pero son demasiado brutos, es equivalente a un grano muchísimo más gordo.

Sobre el remachado, no tengo mucho más que añadir a mis anteriores comentarios.

Lo principal, que los remaches de hierro de 4mm de diámetro se remachan mejor con un martillo de bola de medio kilo, que con el de cuarto de kilo que utilizaba hasta ahora.

Aparte, en una reciente visita a la Real Armería, pude apreciar que, historicamente, se dejaba sobresalir muy poco los remaches, de forma que se aplastaba un poco la punta, no se llegaba a hacer un domo con ella.

Diría que es cuestión de que sobresalga entre un cuarto y la mitad del diámetro del cuerpo de remache.

- Veo que está perfeccionando a tope la técnica.

- Si, si... perfeccionada a tope.

Bueno, a tope, a tope... Me tiré un ratillo planificando los martillazos fallidos, y está la ley de Murphy de la antisimetría del remachado, que dice así: los únicos remaches que pusiste mal, son los que están más visibles.

Es decir, que me estoy obsesionando con los remaches torcidos del puñetero nasal. Voy a tener que acabar por quitarlos con el taladro y apañar un poco sus agujeros...

Los siguientes pasos, una vez remachado el yelmo, no han tenido ninguna variación: se pinta el interior para evitar que se oxide (demasiado) y se le coloca la guarnición, que es idéntica a la del anterior casco.

Esta vez, para exhibir el yelmo, hice caso al sabio consejo que dió Rorro, y, en lugar de fabricarme el soporte, me fui a una tienda de todo a un euro, y me compré un soporte de rollo de papel de cocina. Me costó dos euros ¡habrase visto falacia tal como las de las engañosamente llamadas tiendas de "todo a un euro"!

El caso es que le di una barnizada para que quedara más aparente, y le coloqué el casco. Y el magnífico soporte resistió muy dignamente, durante no menos de tres décimas de segundo, antes de que las leyes de la gravedad y de la palanca arrancaran de la base los patéticos clavuchos que sostenían el invento.

Una vez solventado el problema con el ya clásico tirafondos empleado habitualmente en estos menesteres, el nuevo soporte ya adquirió una resistencia adecuada para soportar el peso del casco.

Así que ya sólo queda colocarlo en lo alto del armario. ¡Ah! Y, por supuesto, terminar de dejar constancia del tiempo de trabajo para la artesanal, lenta, y un pelín chusca fabricación de este segundo spangenhelm.

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Vísteme despacio, que tengo prisa

La cosa iba por las 36,25 horas, aunque hay que restarle 3,5 horas de trabajo tirado a inutilmente. Sumamos ahora:

- Lijado al 50 y biselado/suavizado de los bordes: 5 horas. El primer lijado es el más trabajoso.
- Lijado al 120: 3 horas.
- Lijado al 240: 2 horas, incluyendo un rato de lima y papel de lija en las partes raras del nasal.
- Satinado con scotch brite: 0,5 horas.
- Montado con tornillos: 1 hora.
- Pulir la cabeza de los remaches a mano con scotch brite: 1,5 horas.
- Remachado completo: 2,75 horas.
- Planificar y satinar los martillazos fuera de sitio: 0,5 horas
- Medir, patronar, cortar y montar cuero: 2,5 horas
- Remachar y pegar cuero: 1,5 horas.

así que los tiempos finales son:

TTL (Tiempo Total de Labor): 56,50 horas

CMOS
(Crono Menos Operaciones Superfluas): 53 horas

...vaya, me ha sorprendido hasta a mi. Tiene tela la cosa.
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¡Y eso es todo por ahora!



- Ejem

- ¿Sí?

- ¿No le falta algo?

- ¿Ein?

- El casco nuevo. Ya sabe. ¿No se lo va a...?

- ¡Ah! Si, claro, perdón.

De acuerdo, este casco sí que me vale con la cofia y el almófar. Pero vamos, que por los pelos. Si le hubiera dado uno o dos centímetros más de perímetro tampoco le pasaba nada, lo cierto es que queda un punto roscachapa. Podría quitarle las carrilleras atadas abajo, que no se iba a caer tan facilmente.

- ¿Y no debería publicar una fotito?

- Taaa güeeeno. Aquí va: