sábado, septiembre 24, 2011

La caja mágica y los fascículos otoñales

- ¡Martiiiiiiiiii!

- Dime, Doc

- ¿Dónde narices está mi radio?

- No tengo ni idea, Doc.

- Pues vaya, he debido perderla por aquí. En fin, si esto provoca una paradoja en el siglo XIII tendremos que aguantarnos. ¡Vamos, Marti, sube al DeLorean, y vámonos ya al siglo XIX! ¡Tienes que conseguir que tus tatarabuelos se casen, o nunca habrás existido!

...

- ¡Mi señor, mi señor!

- Otra vez este puñetero escudero... ¿qué quieres ahora, Lucas?

- ¡He encontrado una caja mágica! ¡Profiere voces y ruidos!

- ¿Una caja mágica? Por favor Lucas déjate de zarandajas y no me hagas perder el tiempo.

- ¡Es todo cierto, mi señor! ¡Mirad, está AQUÍ!


Ya está acabando el mes de Septiembre, y como siempre por estas fechas, nos bombardean con todo tipo de colecciones y fascículos: que si la colección de dedales de Star Wars; que si construye tu propia bomba atómica, con el primer fascículo medio kilo de plutonio de regalo; que si la enciclopedia de-fi-ni-ti-va sobre la aplicación de productos anti-acné entre los encofradores noruegos durante la primera guerra mundial... Pues en El Blindado Personal no vamos a ser menos, y vamos a presentar una bonita colección de recortables (más vale tarde que nunca, gracias maestro Antonio).


Señor Prudenziati, intenté ponerme en contacto con usted sin éxito; supongo que la dirección que encontré estaría desfasada. Si ve esto y prefiere que los retire, lo haré sin tardanza


Y como en todas estas colecciones, la primera entrega incluye un regalo especial, en esta ocasión una joyita cortesía de Sir William:



Estoy deseando ver uno montado y en movimiento, así que si alguno se anima, que suba un vídeo a Youtube y ponga aquí un enlace ¿OK?

sábado, septiembre 10, 2011

El yunque: un pie portátil.

Venga, uno rapidito.

Un post, idiota malpensado. Quiero decir un post rapidito; que tampoco hay mucho que contar.

Ya, ya sé que llevo más de un mes sin publicar nada, pero uno también tiene derecho a irse de vacaciones ¿no?

En fin, al grano. Lo cierto es que empezaba a sentirme un poco idiota, con un pedazo fuelle, y sin un mal yunque que lo acompañara mínimamente. Así que, hace un par de meses, me hice con esta monada:



Un precioso yunquecito de espiga, de apenas veinte kilitos. Sí, ya sé que es muy poco para forjar hierro en condiciones, pero vamos a ver: ¿acaso tú tienes que subir y bajar tu monstruyunque de 120 kilos de un segundo piso sin ascensor cada vez que vas a utilizarlo?

El yunque está en muy buenas condiciones, lástima que el pie de madera fuera pasto de la carcoma y se deshiciera con mirarlo.

Una alternativa era hacerme con un buen tocón de árbol allí donde fuera a montar la fragua, y a base de taladro, cincel y martillo, hacerle un hueco para encajar la espiga del yunque. Pero es que acabo de escribirlo y ya es como que... ni de coña, oiga. Que para cuando quisiera terminar el hueco, se ha acabado el evento en el que iba a forjar.

Así que era cosa de fabricarle un pie. Y confieso que sufrí una enorme falta de ideas sobre pies portátiles para yunque, pero afortunadamente acudieron en mi auxilio mis amigos Sir William y Drivan. Y me ensañaron pies sofisticados, y vídeos con pies más sencillos, y esta magnífica entrada de Anvilfire donde se encuentran maravillas como ésta, o tan fáciles de hacer como ésta, tan socorridas como ésta, o tan , tan bonitas como ésta.

Pero el tiempo, la escasez de materiales, y, por supuesto, la racanería a la hora de adquirirlos, apremiaban. Así que al final me decidí por un diseño sencillote, tan sólo apropiado para yunques muy ligeros: el soporte traviesa de tren.


Antes de nada, y como soy un pesado con estas cosas, una nota de seguridad: esto no es una auténtica traviesa de tren. En realidad, es una traviesa fabricada para decoración de jardines, hecha en pino macizo y tratada en autoclave (un proceso de infiltración para protegerlas de bichos y humedad) Las auténticas traviesas suelen estar tratadas con creosota, un producto cancerígeno con el que no quieres andar trasteando demasiado.

La altura correcta para un yunque es algo un tanto subjetivo, según el herrero al que preguntes. Algunos lo prefieren bajito, a la altura a la que los nudillos del herrero, puesto de pie, rozan con la superficie. Otros lo prefieren más alto, a la altura a la que el cuerno del yunque... a la que el cuerno del yunque queda a la altura... A la altura a la que el cuerno del yunque da por culo al herrero, venga, ya lo he dicho.

Como yo no tengo ni idea, tomaré como objetivo un punto intermedio, que viene a ser la mitad de la longitud de la traviesa.

Así que parece fácil: cortas la traviesa por la mitad, unes las dos mitades para que tenga un mínimo de ancho, y listo el soporte.

Hasta que te fijas en la espiga del yunque. ¿Voy a encajar esa monstruosidad de cuña entre dos piezas unidas entre sí, y a ponerte a golpear encima? Uhmmmm... es muy probable que las dos piezas unidas entre sí... como que dejen de estar unidas entre sí.



Así que vamos a cortar una rodaja de traviesa para que el yunque apoye en una sola pieza; y el resto lo cortaremos en dos mitades, que serán las que irán unidas longitudinalmente.


Y la parte entretenida: una sierra de calar de las que puedes configurar en ángulo, unos taladros, y cortas siguiendo la forma piramidal de la espiga. Más bien justo, es importante que el yunque no baile.


Pero claro, si cortas justo para que el yunque no baile... lo cierto es que el yunque tampoco entra. Así que te toca limar. Y limar. Y limar. Y limar más. Yo lo llamé "el día del tentáculo la escofina". Y sigues limando, hasta que encaje bien.


Mola ¿verdad?

Lástima que siga asomando un buen trozo de espiga por el fondo ¿no? En fin, habrá que hacer más hueco. Esta vez, a base de formón en cada una de las dos mitades de lo que queda de traviesa.



Y ya sólo queda unirlo todo. Vale, no será histórico, pero el tiempo apremiaba, así que... tirafondos. Con un avellanado tremendo para poder tapar la cabeza con pasta de madera y así disimularlos, pero tirafondos al fin y al cabo.


¿A que va teniendo buena pinta?


Con esto puede ir sirviendo para unas prisas, pero... no sé, como que falta algo.

¡Ah! ¡Ya lo tengo! ¡Es que aún no he recogido nada de la basura!

A ver, este pie está bien, aguanta los golpes, pero aún le falta un poco de estabilidad. Ampliemos la base con una patitas auxiliares. Y para eso, nada mejor que sacar a relucir tus instintos más psicópatas.

No tienes más que salir a la calle y dar cobijo a un pobre pallet sin techo. Y, una vez te lo has traído a casa... lo despedazas sin piedad, taladras salvajemente cuatro de los tacos de madera. ¡Y ya tenemos patas!


No es que sea lo más estable del mundo, pero mejora considerablemente, y además sigue siendo bastante transportable.


Sólo falta un detallito. ¿Te acuerdas de la pieza de arriba, esa que habíamos dejado tan ajustadita a la espiga del yunque en forma de cuña? Ya te lo imaginas ¿verdad?

Pues sí, si le das bastantes martillazos, acaba pasando lo inevitable: que la madera se raja. Puedes creerme, lo hace. Con apenas un par de días de martillazos. En Peracense, por ejemplo. Y no es vaya a dejar de aguantar por un par de grietas, pero hay que evitar que se desparrame y se caiga a pedazos. Y, para eso, un poco de chapa, unos clavitos, y espero que aguantará sin problemas.


Por cierto, que eso de portátil... tampoco te creas que es una pluma. Échale que son veinte kilitos, pero eso es hasta bueno para sumar un poco a la masa del yunque.