lunes, junio 21, 2010

Casquería fina y economía del trueque

Pues sí, soy así de pesado, qué le vamos a hacer: ¡otro spangenhelm más!

- ¡Jooooo, pero si esto ya lo ha contado un millón de veces!

Vale, vale, haya paz. Iré rapidito y me centraré en las diferencias respecto a los anteriores.

Este casco está destinado a una fiesta de moros y cristianos, así que tiene algunas características peculiares.

Para empezar, no tiene (casi) ninguna posibilidad de tener que parar un golpe; y sí muchas de que alguien lo lleve puesto varias horas seguidas. La cosa está clara: hay que emplear chapa más fina de lo habitual. Así que usé chapa de 1,2mm, excepto para el nasal, que es de 1,5mm (no queremos que nadie sufra la muerte del loro si se dobla el nasal por un golpe accidental)


- ¡Qué piezas tan raras! ¿No lo va a hacer cruzando dos tiras, como casi todos?

No, esa es la otra diferencia. Se supone que el yelmo va a llevar una media luna en todo lo alto, así que decidí dejar allí una plancha plana, en la que fuera sencillo taladrar y colocar algo sin comprometer la estructura. Al principio me planteé hacerlo como el mío, con una cruz haciendo de marco del casco. Pero luego pensé ¿una cruz en un casco árabe? ¡Nepa!

Así que decidí utilizar cuatro segmentos independientes, remachados a una plancha circular central.


Lo cierto es que esta estructura complica bastante el montaje del casco. Parece que el marco esté vivo, se retuerce, y hay que tener cuidado a la hora de taladrar los paneles triangulares; o sería muy fácil que todo quedara torcido.

Dar forma a chapa tan fina se me hizo rarísimo. El metal fluye de forma completamente distinta, y cualquier martillazo mal medido lo deforma. Por cierto, dejé el nasal cortado en ángulo recto y sin redondear; sólo las esquinas un pelo rebajadas. ¿A que queda bien?

También hay que andarse con ojo a la hora de lijar. No, no es que 1,2mm sea tan, tan fino como para que se pueda agujerear la chapa sin querer, pero sí que se calienta y azulea con mucha facilidad.

El montaje no tiene mucho misterio adicional, es lo de siempre. Acuérdate de normalizar los remaches para que luego sean más fáciles de colocar.


Se pinta el interior con pintura antióxido, se coloca la guarnición interior y las correas para sujetarlo...

- Pero, pero, pero... ¿y esa malla?

Sí, ese es otro de los cambios. Este yelmo lleva un alpartaz. Nada extraordinario, malla enfrentada de 8mm de diámetro interno, unida a una tira de cuero, que irá remachada entre la guarnición y el metal.


El remachado final lo hice en Ciutadilla, así que aproveché la ocasión para que maese Quinto, que siempre tiene buena estampa, me hiciera de modelo.


Y con esto podemos dar por terminado el cuchillo.

- ¿El cuchillo? ¿¿Cómo que el cuchillo??

Sí, el cuchillo. Este cuchillo:


Y es que, como ya supones, este yelmo estaba destinado al trueque. Pero no a un trueque cualquiera, sino al trueque con mi amigo el autor de ¡Ferro i Foc!

El diseño general del cuchillo está basado en uno de los que aparecen en el "Knives and scabbards", de forma marcadamente triangular, datado a finales del SXIII. En el mango compuesto se tuvo cuidado de emplear sólo materiales disponibles en la España medieval, nada de maderas exóticas.

¿He dicho materiales?

Resumiendo: hoja de acero f500, forjado y templado a unos 800- 900ºC, acabado de forja (brut de forge, que se llama). Mango compuesto de múltiples capas: guardamanos de cuerno de vacuno, separador de cuero fino, cuerno de ciervo extremeño, separador de suela de cuero, madera de ciprés, otro separador de suela de cuero y tapa de cuerno de vacuno. Espiga oculta y remachada en el pomo. Incrustaciones de cobre.

Un trabajo estupendo, que me llegó con una presentación cuidadísima, por cierto.


¡A ver si ahora soy capaz de hacerle una vaina que no desmerezca demasiado!

viernes, junio 04, 2010

El fuelle (1): Dándole cuerpo

Por fin, después de más de tres meses, empiezo con una tarea a la que me comprometí allá por la fiesta de los amantes de Teruel: ¡la fabricación de un fuelle para una fragua!

El objetivo, más o menos difuso, que nos traemos entre manos Polo, Harald y yo, es fabricar una fragua semiportátil que poder llevar a los eventos. Y yo, siguiendo mi línea habitual, decidí que fabricar un cajón con cuatro patas y un tubo para que entrara aire era demasiado complicado; que mejor me encargaba de hacer el fuelle. Una cosa sencillita, así como de doble cuerpo y un metro de largo. Una tontá.

En los comentarios de este blog ya se ha estado hablando bastante del tema, y el maestro Lupercio ha estado colaborando muchísimo, aportando información y colgando fotos de sus restauraciones de fuelles antiguos. Fíjate en el antes y el después. O en este otro antes y después. Lo de este hombre es tremendo.

No nos olvidemos tampoco de las imágenes que me envió mi amigo Sancho de Haro


Y en internet, para variar, puedes encontrar mucha información interesante. Una de las más útiles es esta página, que creo recordar que colgó Harald, y en la que el señor Jeff Wasson publicó (thanks a lot, Mr. Wasson) este esquema:

Imagen cortesía de Jeff Wasson, Wassonartistry.com

Es muy posible que, a estas alturas, estés flipándolo tanto como yo la primera vez que oí hablar de un fuelle de doble cuerpo. Su funcionamiento es el siguiente:

- La plancha central está fijada a unos soportes laterales, no se mueve.
- La plancha inferior baja por su propio peso, llenando de aire la cámara inferior del fuelle a través de las válvulas de su base.
- Mediante un sistema de palancas, se tira hacia arriba de la plancha inferior, llenando de aire la cámara superior a través de las válvulas de la plancha central.
- La cámara superior se va desinflando por su propio peso, expulsando el aire por el tubo del fuelle.

Toda esta complicación permite un flujo de aire más o menos constante, e independiente del movimiento de bombeo.

O eso espero.

La cosa empieza preparando el patŕon del cuerpo del fuelle. Nada más fácil: una regla bastante larga, el típico compás de lápiz-atado-a-un-cordel, escuadra y cartabón, un trozo de papel de estraza; y arreando.

Las medidas están en centímetros, así que, como verás, es un fuelle bastante hermoso. No llega al tamaño de los fuelles fijos de una fragua estable (se supone que este trasto es portátil), pero bastante hermoso, de todas formas.

Lo suyo es fabricar estas planchas con varias tablas unidas entre sí, lado con lado, con junturas perfectamente herméticas.

Si has leído la frase anterior sin pestañear, por favor ponte en contacto conmigo y explícame cómo se hace eso, porque, lo que es yo, no tengo ni idea.

Así que me decanté por comprar (una vez más) esas horrorosas planchas alistonadas de pino. Y descubrí que, a pesar de ese momento de pánico que pasé en aquel aparcamiento, en mi nuevo coche sí que caben dos planchas de 240 x 60 x 1,8 cm.

Tienes que cortar una pieza igual al patrón de más arriba, y otras dos idénticas, pero sin el rectángulo del extremo.


No nos engañemos: la sierra de calar no es una herramienta de precisión, las tres piezas no van ni a parecerse. No es mala idea igualarlas con la lijadora. Las unes con unas sargentas (utiliza unos taquillos de madera para evitar marcarlas) y lijas los bordes con grano grueso hasta que queden bien uniformes.


Tanto la pieza central (la más grande) como la tapa inferior van a llevar una válvula para admitir el aire, válvula que, para empezar, consiste en un agujero. Puedes hacer varias válvulas más pequeñas, o una más grande; yo me decanté por una válvula rectangular grande, del tipo de las que vi en algunas de las fotos del maestro Lupercio. En mi caso, las he hecho de 20 x 12 cm. Así, a ojo. No sé si me he quedado cortísimo, o me he pasado tres pueblos.

Ya sabes: haces un par de taladros con una broca más bien gruesa, pasas por ellos la hoja de la sierra de calar, cortas, y luego a dejarlo todo bien lisito y suave a base de escofina y papel de lija.

Espero que no hayas tirado los recortes sobrantes de las planchas de madera, porque ahora vas a poder aprovecharlos para preparar unos refuerzos. Lo cierto es que, si el fuelle no está hecho de tablas unidas, la utilidad de estos refuerzos es limitada. Pero ayudarán a sujetar algunas cosas, y a que no se combe demasiado la madera.

Decidí dar a estos refuerzos un acabado un pelín irregular y redondeado, para que el fuelle quedara algo más rústico. Así que, cuando veas el fuelle en directo, y te des cuenta de que los bordes de los refuerzos no están perfectamente a ras, que sepas que no es porque sea un poco chapuzas (que lo soy), sino algo hecho a propósito.

Una de las funciones de estos refuerzos va a ser ayudar a sujetar un par de piezas metálicas en la parte de atrás del fuelle: el gancho del que tirar de la tapa inferior, y una pequeña pieza en la tapa superior por la que pasar un cordel con el que, por ejemplo, mantener cerrado el fuelle.

Pero claro, antes de nada, tendremos que preparar esas piezas metálicas. Nada más sencillo, un trozo de pletina de 4mm, un buen tornillo de banco, unos alicates bien gordos, una maza bastante pesada, una broca para metal, algo de fuerza bruta, y...

El problema es que embutir semejante cacho de hierro entre dos planchas de madera no es tan sencillo: tiene un grosor nada desdeñable, y las maderas no van a juntarse del todo. Va a ser necesario hacer hueco para que encaje el metal.

Y aquí es donde uno tiene que empezar a improvisar, porque en esto de trabajar madera no tengo yo demasiada mano. Siguiendo las instrucciones de Mucho Me Temo Que No Recuerdo En Qué Blog Vi Esto Hace Poco, empecé por perfilar con una Dremel los laterales de la acanaladura que quería hacer en los refuerzos.

Ya, ya sé que ese no es el disco más adecuado para este trabajo, pero era lo que tenía a mano ¿vale?

Una vez has hecho unas ranuras de la profundidad adecuada, vas haciendo otras acanaladuras transversales con la misma Dremel. Así podrás usar luego un formón y una maza para ir extrayendo, rectangulito a rectangulito, la madera del rebaje.


Esto no va a verse ni a ser accesible, pero eso no quita para que, al final, no lo alises un poco a base de formón y escofina.


Asegúrate de que el hierro queda perfectamente a nivel con la madera, así los refuerzos no cojearán al montarlos, y los ganchos metálicos no se moverán en absoluto.

¡Ah, el fuelle, esa herramienta con la que el sutil y etéreo Eolo colabora en el duro trabajo de Hefesto!

Sí, ya, claro... Que sepas que este monstruo no va a tener nada de sutil ni de etéreo; va a ser un trasto aparatoso y más bien pesado.

En próximas entradas, hablaremos de los secretos que ocultan los fuelles en su interior.