domingo, octubre 16, 2011

Viejas herramientas para malla remachada (1): el bastidor.

Hoy vamos a empezar con una lección de física. Y nada de tonterías, física cuántica de la buena.


El recreacionismo cuántico y la constante de Planck Axil.

Cualquiera que haya participado en un evento de recreación lejos de su casa puede aportar numerosa evidencia que se ajusta al siguiente principio del recreacionismo cuántico:

"El equipo trasladado a un evento recreacionista no presenta una masa continua, sino que siempre será un múltiplo entero de una unidad mínima de peso (quantum), conocida como constante de Axil, cuyo valor, corroborado empíricamente, es de 20 kilogramos"

Pongamos unos ejemplos:

- Llevar los hierros para equipar un guerrero: 20 kilos.
- Una tienda normanda: 20 kilos.
- Mobiliario y utillaje de campamento: 20 kilos.
- Fuelle, yunquecito, martillos: 60 kilos (3xA).

Y fijémonos en esto último. 60 kilazos de equipo para montar un asquito de fragua. Bajarlo a la calle, subirlo en el coche, sacarlo del coche y volver a meterlo, esta vez bien colocado. Descargarlo en el destino, llevarlo hasta donde haya que montarlo... ¡Y lo mismo a la vuelta!

Nononononono. Esto no puede ser. Vamos a ver, para un evento suelto de vez en cuando, tiene un pase. Pero ¿mover sistemáticamente esas monstruosidades? No, eso no puede acabar bien.

Hay que buscar alternativas, cosas ligeras a la par que molonas que llevar a los eventos sin necesidad de eslomarse en el intento.

El telar de tablillas no está mal, pero le falta un no sé qué... Digamos que, en la escala de Masoquismo por Autoimposición de Tareas Inasequiblemente Arduas, el telar de tablillas apenas puntúa un 4,75 sobre 10. Y eso no es, ni de lejos, lo que buscamos. Buscamos, por lo menos, un 7,5. Buscamos... ¡Malla remachada!

(Nota: el 10 de la escala M.A.T.I.A. se alcanza, por ejemplo, mediante el aprendizaje autodidacta del chino cantonés, utilizando para ello un libro de texto en ruso, mientras se pedalea en una bicicleta estática y se toca el violonchelo)

Pero claro, aunque uno ya se hizo en su momento [con] unas cuantas herramientas para hacer malla remachada, lo cierto es que la cosa no terminaba de encajar. Porque, para qué nos vamos a engañar, esto no cuela como del SXIII ni para el más miope de los topos.


Así que empecemos por el principio: la reconversión de un rollo de alambre en un bonito y elástico muelle. Porque... ¿de verdad puedes sacar esto en un evento de recreación?


Conglomerado de madera laminado, escuadras de fabricación industrial, tornillos... mal, muy mal. Vamos a tener que volver a empezar.


Cortamos las piezas de una plancha de... ejem... sí, de una puñetera plancha de abeto alistonado. Es lo que hay ¿vale? Eso sí, gordita, de tres centímetros de espesor.

Y en uno de los lados de la base, prepararemos una ranura semicilíndrica con una fresa.



Y tú te preguntarás: ¿Por qué? ¿Para qué sirve esa ranura? Pues para colocar una varilla del mismo grosor que la que uses para hacer las anillas. Ya veremos luego para qué se utiliza esa varilla.

Por ahora, baste saber que, además, no vas a querer que se gire, así que mejor hacer un agujerito en uno de sus lados, y curvar uno de los extremos de la varilla con la ayuda de un soplete para que encaje en él. Asegúrate de que la varilla queda bien asentada, y de que su extremo no asoma por debajo de la base de madera.


Y a montar todo el conjunto.


Si se te da medio bien la carpintería, seguro que puedes hacer unas uniones estupendas y que queden perfectamente firmes con un poco de cola y un par de clavos. Como ése no es mi caso, utilicé generosamente unos buenos tirafondos.

Y te dirás: Pero, entonces ¡se verán las cabezas de los tornillos!

Pues no necesariamente. Si haces un avellanado realmente profundo y luego cubres la cabeza del tornillo con pasta de madera, la cosa quedará básicamente invisible. Sobre todo si lijas y barnizas. Y queda sólido. Sólido de narices. Espero.

El bastidor ya está listo para hacer unos muelles fantásticos. Enroscas el alambre, y, una vez tienes listo el muelle, cortas el extremo con tu cizallita knipex... Oooops.

Espera. Eso de la cizalla tampoco va a colar como de mediados del siglo XIII ¿verdad?



No, vamos a tener que usar un cincel. Pero claro, el cincel no puede usarse sin más, necesitas una superficie sobre la que utilizarlo, algún tipo de yunque sobre el que cortar el alambre.

Vaya, otro trasto más con el que cargar. O no. ¿Y si empotramos un miniyunque en el mismo bastidor?

Dicho y hecho. Tengo yo por aquí un recortillo cuadrado de acero de lo más adecuado para esto. (Me dejaron revolver en la basura del almacén de hierro la última vez que fui a comprar una varilla, no os perdáis nunca esa oportunidad).

Así que a preparar un hueco donde encastrarlo, justo en la parte en la que va a quedar el extremo del muelle. Cincel, maza, y unos golpecitos.


Y con una buena cantidad de epoxi ¡ya tenemos bien fijo el yunquecito para cortar el alambre!


Y ahora que hablamos de un yunquecito para cortar alambre... ¿Cómo vamos a cortar las anillas a partir del muelle? Seguimos sin poder usar la knipex, y sobre un yunque plano no hay forma de manejarse medio bien. ¿Cómo narices vamos a cortarlas con un cincel sin deformarlas?

Nos haría falta algo como... algo como... no sé, tal vez poder tener el muelle encajado en una varilla metálica que haga de yunque. Una varilla que se apoye sobre una base firme, y que no pueda rodar fuera de su sitio. Espera ¿dónde he visto yo algo así? ¡Ah, sí!


Ya estamos preparados para convertir un trozo de alambre en unas bonitas anillas recién cortadas, el primero de los... ejem, siete estadios por los que pasará cada anilla antes de ser engarzada al tejido.

En próximas entradas veremos cómo conseguirnos unas estupendas viejas herramientas nuevas con las que acompañar a las anillas en su periplo. ¡Hasta entonces!

- Ejem...

- ¿Si? ¿Qué quiere?

- Es que... en la última entrada dijo que... en fin, es una tontería, pero es que me hacía ilusión lo de la colección de...

- ¡Ah, sí! ¡Claro, los recortables! Venga, ahí va la segunda entrega.

Perdón, pero no lo puedo resistir más:
- ¿Qué sonido hace un electrón cuando se cae de su orbital?
-¡Planck!