- Que van a hacer un mercadillo medieval en nuestro pueblo, y vamos a montar un pequeño campamento, como el de Polán. ¿Te vienes?
- Pues me pilla a tiro de piedra del pueblo, así que no te digo yo que no. ¿Qué hay que hacer?
- Pues, básicamente, divertirnos.
- ¡Ah, pues me parece un buen plan!
Festejando el bautizo de la hija de Pedro I el cruel y María de Padilla en el mismo palacio en el que tuvo lugar originalmente.
- Pero, pero, pero... ¡si usted no tiene ni idea de siglo XIV!
- Bueeeeno, a ver: estamos en marzo, en plena borrasca, hace frío, y la garnacha que solemos usar para abrigarnos y que lo cubre todo en realidad es casi más correcta para el XIV que para el XIII. Por otra parte, las camisas y túnicas largas que usamos en el XIII siguen en uso entre las clases populares y no tan populares (basta echar un ojo al archiconocido Codex Manesse), aunque los más pudientes que seguían las nuevas modas fueran vistiendo de otra forma. Y... bueno, es un mercadillo; tampoco es el evento más riguroso del mundo. Pero, sobre todo, no nos engañemos, el verdadero motivo es otro: yo jamás he tenido culo como para llevar un jubón corto y unas calzas ceñidas hasta la cintura.
- Perdón, pero ¿ha dicho borrasca? ¿Con lo que es usted con las recreaciones y el clima, y se va en plena borrasca? ¿Así, con un par?
- Ni una gota. El primer día en dos o tres semanas que no jarreaba. Ni una mala gota nos ha caído.
- Pero eso significa que...
- Sí, lo sé. En el próximo evento se va a inundar hasta el Sahara. El equilibrio universal lo reclama.
Al final, por necesidades del SXXI, no pudimos ir nada más que el sábado. Ir y volver en el día, así que, aparte de la mesa y los bancos, no era plan de montar mucho despliegue por allí.
- Ya, déjeme adivinar. Como siempre que quiere hacer el vago en un evento, o un telar de tablillas de cintura, o ese almofar de malla remachada que lleva haciendo desde hace más de diez años.
- ¡Pues, no, tío listo que escribe en azul! ¡Muchisísimo más vago que todo eso! ¡Trenzado de dedos!
- No señor, es una técnica perfectamente documentada para hacer cordones.
Detalle de un altar de mediados del XV en la iglesia de Santa María de Tarazona, en Borja (Zaragoza) Unas damas con serenas expresiones de estar aburridas como piedras dedicándose a hacer trenza de dedos.
¡Y mucho ojo, que me he puesto a investigar un poco más en serio, y he visto que se pueden hacer cosas muuuuy sofisticadas! De hecho, creo que he encontrado la biblia de esto, y está aquí (¡esta página es una fuñetera maravilla!)
¡Esto no es ni un bordado ni un tejido, esto es una trenza, señores! ¡Diez bucles, uno por dedo: para poder ir entrelazándolos, te expones a sufrir la luxación de alguna falange! Se basa en algo muy parecido al tejido de doble capa con telar de tablillas, pero creo que bastante más lioso de hacer, la verdad.
Pero vamos, que lo nuestro era bastante más modesto. Trenzas básicas de tres o de cinco lazos, y movimientos fáciles de hacer (y de explicar)
Trenza cuadrada de cinco lazos. Una arquera que resultó ser una consumada tejedora (¡había que ver sus tapices!) casi se me ata los dedos entre sí intentándolo.
El entorno lo cierto es que acompañaba. El palacio en el que estábamos es una pasada (aunque unos amigos de por allí nos comentaban cómo amenazaba ruina hace no tanto tiempo, cuando se abandonó su uso como convento y antes de convertirse en la sede del ayuntamiento).
Los patios eran impresionantes, tanto el interior como éste en el que estábamos. Por cierto, nótese que las banderolas que decoraban el patio (¡y las de las calles!), siglo más, siglo menos, son bastante más de época de lo que es habitual en estos eventos.
La escribanía, de Adolfo, algo impresionante. (Y no, ese no es Adolfo, es José haciéndose el interesante) Al lado, la exposición de armas de la que no tengo fotos (ya sabéis que lo nuestro es la recreación civil)
El telar de peine de Alba (a la arquera tejedora de tapices le encantó)
La fragua de Salva, que va pillando más cuerpo cada vez. Me refiero a la fragua, no a Salva.
- ¿Había una fragua y usted no se puso a hacer nada?
Pueeees... Sí, lo cierto es que me llevé un par de herramientas, y pensaba haber aprovechado para hacerme una ¿corbilla? ¿corvilla? (Esto no sale en la RAE) La cosa con forma medio de gancho, medio de "L" para mover el carbón en una fragua o en una barbacoa. Pero no tuve tiempo de ponerme en serio con ello, y Salva, que es un encanto, me hizo una. En mi próxima barbacoa en el pueblo, brindaremos a su salud.
Vaaale, sí. Me puse un ratillo a intentar forjar un nudo en un hierro finústico, que es una chorradilla que me llamó mucho la atención desde que, hace mil años, vi uno como llavero de la herrería de Portalrubio. Y no, no voy a mostrar cómo quedó el nudo al final. Hasta yo tengo mis límites a la hora de enseñar piezas fallidas.
Fer y su cocina histórica. Al-Ŷimilī: un guiso ultra-contundente a base de cordero, ternera, almorí, mucho vinagre, y varias cosas más. ¿Sabéis eso tolkieniano de las lembas, que con un solo bocado te mantienen en pie todo el día? Pues de ese estilo.
Algún paseo nos dimos después de comer para bajar aquello y echar un ojo al resto del evento, y lo cierto es que había cosas que molaban bastante. En la parte mercadillo había un pollo haciendo cosas de vidrio a base simplemente de gravedad y de centrífuga al ir girando a mano la pieza que era una auténtica maravilla de ver (vaaaale, a lo mejor lo de los sopletes de gas no es algo propio del XIV, pero de verdad que te dejaba con la boca abierta)
También había una plaza en la que, dentro de lo que montaba la empresa que organizaba gran parte del evento, había una exhibición de oficios. Y, en contra de lo que viene siendo habitual en este tipo de empresas, lo cierto es que era algo interesante: no todo van a ser pasacalles vestidos con disfraces de brilli-brilli y botas de montar modernas queriendo simular calzado histórico.
Si nosotros nos tomamos licencias históricas más allá de lo razonable, está claro que las empresas que montan estas cosas lo van a hacer bastante más. Pero parece que algunas van yendo por el buen camino. (Por cierto, estas fotos las he robado miserablemente del ABC)
Paseo, café... Y con el guisote pesando a tope en la barriga. ¿Qué mejor momento para hacer un desfile por todo el pueblo? Eso sí, mientras el grueso de la tropa se equipaba los hierros, nosotros nos ofrecimos a ir de sosos, aburridos, y, sobre todo, ligeros y cómodos civiles. Porque una comitiva siempre necesita de un civil gonfalonero.
Y nosotros somos, por supuesto, gente seria en la que se puede confiar para aportar toda la dignidad que le corresponde a tan señalada tarea.
No sé qué pasaría en el resto del desfile, pero José y yo disfrutamos aterrorizando a algunos despistados que se metían en mitad de nuestro camino. Y es que no hay nada como un buen berrido en la oreja de "¡¡PASO A LA COMITIVA DEL REY, BELLACO!!" para asustar al público que se te cruza y hacer que se aparten de un salto.
(Aviso a navegantes: estos desfiles se componen básicamente de un montón de frikis que, a) no llevan las gafas que, por lo general, necesitan para ver; b) llevan yelmos que les impedirían ver bien aunque llevaran sus gafas; c) van cargados de equipo muy pesado y contundente, y no les gustaría caerse encima del carrito de bebé que estúpidamente cruzas en su camino; y d) te agradecerían que mostraras un pelín de respeto a lo que están haciendo para entretenerte, cohone ya)
Y, a la vuelta del desfile, toca preparar el "vestir al caballero", primero con armadura transicional del XIV, y luego con el enlorigado típico del XIII. Porque circunstancias, acabé haciendo de escudero que vestía a los caballeros. Un papel que, sin duda, me merecía; sobre todo teniendo en cuenta que todo lo que sé de cómo poner una armadura transicional me lo explicó Adolfo justo antes de la exhibición.
El caso es que, después de jugar un poco al gato y al ratón con el del sonido, creo que nos quedó algo bastante digno.
Sí, efectivamente. Le habíamos puesto los brazos al revés, y los broquelillos que deben proteger el interior del codo desde fuera, en realidad estaban incómodamente hacia dentro. Pero, dado que colocar medio bien este tipo de armadura requiere de unos quince o veinte minutos, y para el público sería insufriblemente aburrido que nos tiráramos más de diez minutos en total, tomamos sobre la marcha la decisión operativa de seguir como íbamos. (Si nunca has hecho un "Vestir al caballero", te pierdes algunos de los comentarios susurrados a toda velocidad más divertidos que se pueden escuchar en un evento de recreación)
Y, tras el vestir al caballero, llegó... llegó... llegó el "Eventus interruptus". Teníamos que volvernos a Madrid, donde el siglo XXI nos reclamaba a la mañana siguiente. Así que recogimos a toda velocidad y a oscuras. Como evidente consecuencia, la sección de Objetos Perdidos tan tradicional de los eventos de recreación va a ser fuerte en nosotros (por el momento tenemos identificados por allí un guante de forja, una imagen de trenzado del altar de Santa María de Tarazona, y un carrete de bramante. Y a saber lo que nos hemos llevado que no era nuestro, lo veremos en unos días cuando podamos descargar el coche)
Prueba superada: un día de evento, equipo ligero arriba y abajo en un plis, y, sobre todo, buenos ratos con buena gente. ¿Qué más se puede pedir?
Desde luego la gente en general no es nada respetuosa. Se cruzan, se meten en mitad del desfile, quieren ponerse en medio y que pases por sus lados etc. A veces la verdad uno acaba pelín cabreado. Es que si fuera un desfile como los de Semana Santa que pueden tardar horas en pasar, pero si es que en los eventos recreacionistas en España, el desfile dura un par de minutos cohones.
2 comentarios:
Bien venido al XIV.
Esos brazos cambiados 😭
Desde luego la gente en general no es nada respetuosa. Se cruzan, se meten en mitad del desfile, quieren ponerse en medio y que pases por sus lados etc. A veces la verdad uno acaba pelín cabreado. Es que si fuera un desfile como los de Semana Santa que pueden tardar horas en pasar, pero si es que en los eventos recreacionistas en España, el desfile dura un par de minutos cohones.
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