lunes, mayo 14, 2007

Juguetitos en malla

Hoy os voy a contar la historia de algunas cosillas que he hecho en malla. Por supuesto, si lo que queréis es ver todo tipo de cosas, incluso bastante raritas, hechas con malla, a donde tenéis que ir es aquí.

En esa página podréis encontrar diseños de malla tan tremendamente alejados del clásico 4-en-1 que sólo desentrañar la forma de unir los anillos ya supone todo un desafío.

No, no, ni de coña, lo de la foto no lo he hecho yo. Me tiembla el pulso sólo de pensarlo, vamos; es uno de los diseños (y en absoluto el más complicado) de los que podéis encontrar en M.A.I.L.

El primer juguetito es, en realidad, todo un almófar, aunque tamaño infantil. El mendruguillo de unos amigos tiene una sanísima y admirable afición por los caballeros, la edad media, y, en general, cualquier forma de hacer el bruto con equipamiento pesado. Así que, ni corto ni perezoso, me ofrecí a hacerle un bonito almófar.

A la hora de hacer un almófar a medida, hay que solicitar tres medidas. Sea una línea imaginaria que recorre todo el perímetro de la cabeza a la altura de las cejas. Las tres medidas son:

- La longitud de esa línea, es decir, el perímetro craneal

- La distancia entre el punto frontal de la línea (el entrecejo) y el punto posterior, siguiendo el contorno de la vertical de la cabeza

- La distancia en vertical desde la línea perimetral, a la altura de la sien, y la clavícula.

Solicité dichas medidas, y, una vez obtenidas, había en ellas algo raro. Algo que no encajaba, algo desasosegante...

...era algo extraño e indefinible. Algo oscuro: un arcano que se remontaba a la noche de los tiempos. Intuía que se trataba de un secreto antiguo, algo más allá de toda comprensión, y cuyo sueño no debía ser interrumpido.

La siniestra proporción que se escondía tras los aparentemente fríos números me retrotraía a mis más febriles pesadillas. Allí latía el misterio que se escondía tras la desaparación de Atlantis, la fuerza que un día me empujó hasta Kadath. Esas cifras me hablaban de un poder oculto, del que posiblemente los antiguos egipcios llegaron a tener un débil atisbo, y que fue adorado por los sabios andinos.

Ya había encontrado sutiles referencias al mismo en algunos de los libros prohibidos. La sombra de estos números se escondía en los manuscrítos pnarcóticos; y, sin duda, el temible Von Taneda lo conocía cuando escribió su blasfemo "unspellablen kulten". En el infame "De bichiis mysteriis", de Ludwin Dowsxp, estas cifras eran mencionadas como algo inmencionable. Pero fue el árabe loco Abd-al-jefé el que nos lo describió, en toda su crudeza, en el condenado Telekonomikón. Allí se desvela la infausta realidad de estas impías cifras, cuyo profundo significado envuelve un misterio que va más allá de este mundo.

No sé, vale que yo no tenga autoridad moral para meterme con las dimensiones craneales de nadie, pero... el caso es que aquellas medidas no me terminaban de convencer, así que solicité una repetición de las mismas.

Después de volver a medir, las nuevas proporciones ya eran algo más dignas de un ser humano. Hombre, el crío tiene un buen melón, para qué nos vamos a engañar, pero el que esté libre de pecado, que tire la primera gorra.

(Al parecer el problema estaba en que, la primera vez, el chaval "se movía". Ya te digo. En bicicleta, lo menos)

Un almófar para un niño pequeño tiene que estar sujeto a algunas consideraciones distintas a las de un almófar para un adulto.

La primera, es que los niños son poco cuidadosos con su seguridad personal, y un poco brutitos.

Bueno, vale, esa no me sirve. Los adultos que se ponen un almófar suelen encajar en esa misma descripción.

El caso es que el crío en cuestión es de la mismísima piel del diablo un poco revoltoso, y, no queriendo ser responsable de una asfixia o una garganta accidentalmente aplastada, decidí que el almófar no iba a incluir un manto del obispo, sino que quedaría abierto por delante.

Para que algo así quede equilibrado, tiene que ser bastante largo. Para asegurar que el almófar no tenga demasiada tendencia a irse hacia la espalda, lo finalicé en tres picos que lo equilibran bastante bien, y, además, quedan muy chulos.

Las fotos que podéis ver no son demasiado buenas, pero es que el fotógrafo no sólo es un poco torpe, sino que además lleva meses prometiéndome unas fotos mejores, y sin que dicho acontecimiento llegue a materializarse.

El tema de las terminaciones en pico, unido a una peonza cuyas infantiles dimensiones yo había subestimado, me dieron más trabajo del planeado inicialmente, pero bueno, el resultado mereció la pena. En la foto de aquí al lado podéis verle, considerablemente mejor equipado de lo que estoy yo, y portando orgullosamente un almófar que le debe estar aplastando las cervicales al pobre.

Y es que esto de la malla es una droga. Es como comer pipas: una vez has empezado, ya no puedes parar, incluso aunque la sal te esté rajando mismamente los labios.

Así que su seguro servidor, puesto a tejer anillitas, no se conforma con el noble arte del armadureo, sino que se deja llevar y emprende proyectos considerablemente alejados de tan alto fin. Como el que ahora nos va a ocupar: una bolsa para guardar dados de rol.

Esto sin duda despertará ciertas preguntas en el lector:


1.- ¿Qué es eso del rol?

¡Venga, venga, venga! Si estás leyendo este blog, y has llegado hasta aquí, sabes de sobra lo que es un juego de rol, no te hagas el inocente, anda. Que nos conocemos, y somos todos unos frikis, no disimules.

Pero bueno, como lo cuenta tan deliciosamente bien, os dejo este maravilloso enlace explicándolo.


2.- ¿Dados de rol? ¿Ein?

Vale, existe una remotíiiiiiiiisima posibilidad de que, si eres lo bastante joven, nunca hayas jugado a un juego con los seis o siete tipos de dados habituales de hace algún tiempo. Que no me lo creo, pero, por si acaso, te pongo la fotito. Los dados de rol son esas entidades polimórficas y (generalmente) multicolores, que sirven para marcar el devenir de las partidas de rol; por lo general, más allá de la previsión del inocente master que creía haber previsto toda contingencia posible.


3.- ¿Y por qué hacerles una bolsa de malla a unos dados de rol?

If you have to ask the question, then you won't understand the answer. Porque mola, y porque yo lo valgo. ¿Pasa algo?


4.- ¿Y no está usted un poco mayor para ir por ahí jugando a rol los fines de semana, caballero?

Yo es que estoy utilizando mi síndrome de Peter Pan para intentar enlazar la adolescencia con la crisis de los cuarenta sin transiciones bruscas. Y por ahora, parece que soy incluso más inmaduro que hace quince años, así que la cosa está funcionando bastante bien. Y, por cierto, llevas un buen rato leyendo un blog sobre fabricación doméstica de armaduras, cuando, a estas horas, deberías estar haciendo algo útil: no te pases de listo, que también tienes lo tuyo.


El primer diseño que intenté para la bolsa consistía en dos rectángulos de mala unidos entre sí. Pero no era una buena idea, la cosa tenía un cierto aire a bolso de put... esteeee, a bolsito de fiesta de gusto dudoso.

Vale, olvidemos ese diseño. La bolsa definitiva es más o menos como el principio de un almófar: una parte circular construida a base de expansiones, y que, una vez alcanzado el diámetro que consideremos adecuado, continúa como un cilindro recto.

Le pasas una tira de cuero por las anillas de la última vuelta, y ya tienes una preciosa bolsita para dados, que cierra sin más que tirar de la tira de cuero, y que puedes atar como consideres más adecuado.

La bolsita de malla ofrece, además, el valor añadido de ser un magnífico e hipnótico juguete. Si eres el master, acechando a los jugadores desde más allá de la pantalla que esconde los papeles en los que has esbozado una mediocre partida, la bolsita es tu salvación.

Sin más que darle vueltas en el aire, enrollando y desenrollando el cuero de tus dedos, los jugadores quedarán fascinados cual lebrato por los faros de un coche. Y entonces podrás sorprenderlos, sin miedo a que descubran los graves errores argumentales de tu historia. E incluso, si eso falla, puedes dejar caer la bolsa distraidamente sobre la mesa. Sobrecogidos ante la perspectiva de poder juguetear con ella, sus cerebros sobrecalentados se centrarán en la elaboración de argucias que les permitan apoderarse de ella antes que los demás. Y dejarán de dedicarse a la tarea de chafar sistemática y minuciosamente tu partida con sus peregrinas ideas.

¿Y a que son chulos mis nuevos dados verdes con reflejos dorados?

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Jo, es que no es tan facil vestir a un niño de caballero, hacerle unas fotos y convencerle de que se quite el almofar y suelte la espada para ir a ver a tia Enriqueta (de echo lo dificil es no ponertelo tu y agarrar la espada para ir a ver a la susodicha)

En cuanto a las mediciones. Imaginate que estas en tu cama durmiendo placidamente, notas algo frio en el craneo, abres un ojo ligeramente asustado y ves a un ser enorme y peludo tomando medidas de la distancia entre tus cejas y tu occipital. Ya, claro, eres muy valiente y le permitirías terminar su oscura labor sin chistar ¡JA!

Ahora es muy dificilmantenerse impasible, sin soltar una risa¡otada maligna, cuando el niño dice rodeado de los padres de sus amiguitos: "A mi por la noche, Papa ME MIDE LA CABEZA"

Ferro Veritas dijo...

Hay cosas peores, yo me imagino (por ejemplo) la típica redacción de "Que hiciste este fin de semana" que un hij@ de recreacionista resumiría en:

- Cogimos el coche y nos fuimos a un sitio lejos.
- Mi papá y mi mamá se disfrazaron y se juntaron con más gente disfrazada.
- Mi papá (y depende de la mamá también, sino vease mi mujer para ejemplo) cogió una espada y empezó a pegarse con otros señores con espada.

Acto seguido los servicios sociales en casa averiguando que coño haces en tu tiempo libre y para que quieres todas esas armas blancas en tu piso :-)

Anónimo dijo...

Juajaja, yo hace tres años me hice una, y ratifico eso de hacerl agirar o arrojarla en la mesa para distraer las débiles mentes de mis victim... digo, jugadores XDDDD

Ya, dejo de chorradas y vuelvo a mi almofar XD

Axil dijo...

Acabaremos todos en prisión o en un psiquiátrico

- Dígame agente...
- A ver, la documentación del coche
- Si, claro tenga
- ¡Papá, ahora que hemos parado, vuelve a enseñarme la espada nueva que llevas en el maletero!
- Muy bien, bájese del coche despacio, o disparo.
- ¡Eh, no detenga a mi papá, que esta noche me tiene que medir la cabeza para hacerme un almófar!
- ¿¿Qué te va a hacer un lo qué?? ¡¡Al suelo, pervertido!! ¿Y esto? ¡Dados de rol! ¡ADEMÁS JUEGA A ROL! ¡¡TE VAS A PUDRIR EN LA CARCEL, ESCORIA!!

Anónimo dijo...

Soy el mismo del comentario anterior XDDD

Al menos tendrás coche, ¿Sabes como te mira la gente (y la policía) cuando te subes al bus con la espada en su vaina colgando del cinturón porque vas a un evento medieval?

Es muy gracioso

Axil dijo...

Pueeees... casualmente sí que lo sé:

- Hola Jose. Oye, pasaba por aquí y he visto aún tienes la tienda abierta. ¿Me has acabado ya la vaina de la espada que te dejé?

- Ah, pues si, ten. Lo que no me queda son bolsas, vas a tener que llevarla colgada al hombro.

Y allá que fui yo, con una de esas vigas decorativas de acero inoxidable que llaman espadas en Toledo, atravesando la Gran Vía de Madrid. Lo peor fue el rato esperando a mi chica a la entrada de Madrid Rock, allí plantado con un puño en forma de dragón asomando sobre mi hombro.

Por cierto, hay que tener cuidado con estas cosas, que a la policía no tienen por qué gustarles, y puedes acabar con una multa y una espada confiscada (alguna noticia al respecto he escuchado)

Anónimo dijo...

Anda, mira que si al final puedo ponerme un nombre aquí... XDDD

Si, lo han dicho, lo divertido es que los polis que se han dirigido a mi lo han hecho con más curiosidad quwe otra cosa, jamás tuve problemas con ellos

Unknown dijo...

Buenas

Oh que identificado con esta entrada, yo juego rol hace ya 6 años, y tengo varios dados para jugar, y adivina donde los tengo, en bolsas de mallas jajajaja, he hecho varias de ellas (pero no tan prolijas y ordenadas como las de uds) pero utiles y funcionales. me e creado un blog, asi que pronto subire fotos de mis dado y bolsas de mallas.

adios