viernes, marzo 09, 2007

El segundo spangenhelm (7): afilando las crestas

(Vaya, ahora que tengo el título, no sé si seguir hablando del casco, o si redactar un manifiesto anarcopunk. Bueno, este blog va de armaduras, así que tendré que restringirme al tema.)

Anteriormente ya os había contado que al nuevo spangenhelm le quería hacer una cresta por el nasal y la parte frontal, y que para hacerla se doblaba el metal a martillazos.

El problema es que el perfil que obtienes así es redondeado, como en la parte superior de la ilustración de aquí al lado.

Y lo que estamos buscando es más bien como el de la parte inferior, que no sólo queda más bonito, sino que además le da más rigidez al nasal (que, aunque no lo parezca, es el motivo de hacer estas cosas)

Así que ¿cómo conseguimos afilar la cresta?

- Pues hay quien habla de la laca Nelly, aunque también hay formas caseras, como el agua con azucar o la cerveza.
(Vaya por Dios, ya se me ha colado otro. Voy a tener que hablar con los tipos de blogger)
- ¿Y tu quién eres, y qué haces aquí con esas pintas, chaval?
- ¿No preguntabas cómo afilar la cresta? Pues eso, lo que yo te decía. ¡Hombre, hay quien usa huevo y un secador, pero luego hueles a tortilla de pelo...
- ¡Para, para! Que ya te he dicho que no, que no voy a escribir una soflama punk, que aquí estamos hablando de cascos medievales. Anda, pírate, que aquí no pintas nada.

Bueno, a lo que iba. Para poder afilar el crestado, hace falta usar como yunque algo relativamente afilado, y el resto... el resto es, exactamente, aplanar, sólo que primero un lado, y luego el otro.

Esto hay que hacerlo con cierta fuerza, aunque con cierta precaución: si se te va la mano, en lugar de afilar la cresta puedes acabar cortando la chapa, y a estas alturas, eso no te apetece nada, nada, nada.

Como puede apreciarse en la ilustración, la superficie sobre la que vas a trabajar va a tener que ser muy especialita para no ponerse en medio. Aún no tengo ninguna herramienta definitiva, por el momento tiro de un soporte de bola de remolque y (me ha dado mucho mejor resultado) el mango de una llave de tuercas de las de rueda de coche, cortado en ángulo recto. Pero todo eso es provisional, tengo en mente un par de trucos que ya os contaré.

- ¡Ahí, ahí, todo es provisional, nada en esta sociedad autodestructiva puede durar mucho!
- Tronco, que ya te he dicho que no es el tema. Y quita esa música, y lárgate, narices. ¡Espera! ¿De dónde has sacado esa cinta de los Exploited? ¡Trae para acá ahora mismo, tío chorizo, que esa cinta es mía!
(¡Estas nuevas generaciones no respetan ni los grandes clásicos de la música!)


Hasta aquí, la cosa es sencilla, porque estamos afilando la cresta en un único punto. Pero hacer la línea, y que quede recta... eso es más chungo.

En la ilustración podéis ver el comienzo del afilado, ahí sólo esta afilada la parte más baja del nasal. En la parte recta es casi hasta fácil, cuando llega la curva, hay que ser muy, pero que muy preciso con los martillazos. Y, aún así, a falta de un yunque de una forma realmente adecuada, la deformación de la pieza puede ser importante.

- Deformación, eso es lo que ocurre, todo está deformado por los intereses multinacionales en una cultura consumista.
- ¡Fuera! ¡Vamos, fuera de aquí, y que no te lo tenga que repetir!

Así que, después de afilar las crestas, enderezas la pieza, vuelves a afilar la cresta porque ha perdido nitidez al enderezarla, vuelves a enderezarla porque ha vuelto a deformarse... y así hasta que te das por satisfecho. Tampoco nos pongamos paranoicos: el borde definitivo se lo daremos al lijar.

En la imagen se aprecian las crestas tanto del marco como del refuerzo del nasal. Si ampliais la imagen, podréis ver que el borde queda bastante nítido, y que, por otra parte, el metal ha sufrido bastante a martillazos. Eso si, un nasal crestado no se va a hundir fácilmente de un golpe. Puede que se tuerza hacia los lados, pero hundirse... no veáis lo fuerte que queda eso.

Y con esto damos por terminada la fase de planificado. La siguiente fase va a consistir en darle la forma final, sobre todo teniendo en cuenta que, durante el planificado, todo se ha deformado considerablemente. Eso sí, ya podemos calcular los tiempos acumulados:

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Vísteme despacio, que tengo prisa

Hasta el momento, llevábamos un total de 15,75 horas. Si descontábamos el trabajo inútil que hubo que tirar a la basura, se quedaban en 12,25 horas. A eso añadimos

- Planificar los cuatro triángulos: 3 horas.
- Planificar la tira perimetral: 1,5 horas.
- Planificar cruz (sin cresta ni nasal): 1 hora.
- Planificado y afilado de crestas de la cruz y el nasal: 0,75 horas.

con lo que los nuevos acumulados son

TTL (Tiempo Total de Labor): 22 horas

CMOS
(Crono Menos Operaciones Superfluas): 18,5 horas

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Y con esto nos despedimos hasta la próxima entrega, que creo que no versará sobre el tratamiento de chapa, sino sobre alguna otra cosilla que tengo en curso.

- Ejem...
- ¿Pero todavía sigues aquí? A ver, qué quieres, que estoy cerrando.
- ¿Te importa si pongo una pegatina reivindicativa? Andaaa, porfiiii...
- ¿Una pegatina? ¿Pero, de qué vas, tronco?
- Si, mira, ésta. Venga, tío, enróllate
- Me arrepentiré de esto, pero venga. Date prisa, anda.

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