miércoles, septiembre 17, 2014

Argüeso 2014: Recreación, artesanía e intentos de asesinato.



Aquí estamos de nuevo, acudiendo a la llamada de nuestros amigos los Iparreco Iaunac para dar vida al Castillo de Argüeso.

Que menos mal que es bonito y de lo más acogedor, porque anda que no está lejos.


Tan, tan lejos, que al final llegamos el viernes tardísimo, y no teníamos fuerzas para ponernos a montar nada, así que tiramos de colchón hinchable y nos fuimos al dormitorio en donde se duerme cuando tu cama no encaja en los cánones del SXIII. Lo que solemos llamar el "dormitorio no histórico".

Y cuando digo "no encaja en los cánones del SXIII", sé de lo que hablo.


Porque como el lector habitual sabrá, en Argüeso damos uno de esos pasos "duros" en la recreación y dormimos sobre jergones de paja. Y, de nuevo, cuando digo "duro", sé muy bien de lo que hablo. No importa cuanta paja le eches al jergón, que al final fijo que vas a medir el suelo con las costillas.


Aunque, todo hay que decirlo, los dormitorios históricos acaban quedando muy majos, sobre todo los más nobles y con más mobiliario (me fabricaría una cama de madera, pero ¿dónde narices la guardo?)




Por no mencionar el comedor, que de día mola, pero es de noche, ya sin público, cuando se le erizan a uno los pelillos de la nuca. Amplía las fotos, amplía.



Nosotros íbamos, como siempre, con la idea de montar talleres. G estuvo dándole los últimos toques a los zapatos que lleva ya unos cuantos eventos haciendo.


¡Y que parece que hasta me van a valer! (Siempre y cuando lleve calzas muy finas y las uñas bien recortadas)


Y yo volví a montar una pequeña demostración del proceso de hacer malla remachada, que gustó bastante a los visitantes. Alguno me pidió un par de anillas de recuerdo ¡y hubo hasta un seguidor del blog que había hecho varias cosas siguiendo mis publicaciones!


Aunque este año éramos bastantes menos que el año pasado (el cambio de fechas se notó, y mucho) volvimos a colocar varios talleres en la primera planta, con la ventaja de que no tuvimos que pegarnos por los sitios con más luz delante de las ventanas.

Hubo un telar de tablillas (del que no tengo fotos), hubo quien grababa cuero y metal...


...y hubo quien hacía iluminaciones.


Espera, espera, que has pasado muy deprisa. Míralo bien.


Míralo aún mejor, y flipa con lo que ha hecho mi amigo Daniel, incluyendo pan de oro y un nivel de detalle espectacular. Compara, compara.


Pero claro, no todo van a ser talleres más o menos estáticos bajo techo. Estos eventos siempre son dados a un poco de sano ejercicio en exteriores. Por ejemplo, bailando.


Porque música no faltó. Mira, este toca la zamfoña (aunque parezca de coña)


Tuvimos una nueva edición del concurso de lanzamiento de venablos, en la que esta vez los recreadores se habían puesto las pilas, y no fueron abrumadoramente ridiculizados vencidos por los participantes del público. Bueno, mejor dicho, mi amigo Roberto se puso las pilas y dejó el pabellón bastante alto, porque el resto del mundo tampoco es que se luciera mucho.


Yo no participé en el concurso, sólo lancé un par de venablos en privado para no hacer el ridículo ante testigos. Pero... ¡vaya piernas, oiga!

También hubo una interesante y muy seria demostración de esgrima de espada y broquel...



... y otra, tal vez no tan seria, de esgrima contra bala de paja. (Perdió la bala de paja, pero por los pelos)


Por supuesto hubo un "vestir al caballero", e incluso un mucho más infrecuente "vestir a la dama". El público participó con preguntas , y lo cierto es que la cosa estuvo muy bien.


Por supuesto, un evento de recreación no sería un evento de recreación si no hiciera acto de presencia... Ella.



Sí. La Lluvia. Otra vez. Y no, los caballos no eran parte del evento, eran de un grupo que hacía una ruta de foramontanos y que pernoctaron en el mismo castillo.

Y ante la lluvia... pues no queda más remedio que volver a las actividades de interior. Como un guiñol que gustó mucho a los visitantes.



Y otro guiñol, bastante menos... público, que gustó mucho a los recreadores, ya por la noche.


Y así, entre unas cosas y otras, va pasando el fin de semana, y llega el triste momento de recoger para volver al SXXI.

Jo, qué pereza ¿no? Bueno, al menos no pienso volver a luchar con las escaleras y los jergones llenos de paja.



Claro que le fallé por los pelos a Ari, que tras un lamentable malentendido salía por la puerta justo en ese momento....


(Ari, en serio, mil disculpas otra vez. Prometo no volver a intentar asesinarte tirándote un jergón de paja desde el matacán que cubre la puerta principal de un castillo de la comarca de Campoo.)

(Ahora que me acuerdo: Capitán Spiff, voy a tener que devolverte el oro que me diste como señal por  ese trabajito que no ha terminado de salir bien. Lo vamos hablando, a ver si me das otra oportunidad)

Y aquí lo dejamos. ¡Toca descansar, y volver al siglo XXI!


7 comentarios:

HoJu dijo...

Maldición, otro año que ni me entero. Bueno, ese fin de semana lo pasé en Valladolid, así que no habría podido ir de todas formas. Pero precisamente hablaba con mi padre mientras veíamos un castillo por allí "Jo, pues a ver cuándo vamos al evento de Argüeso, que es en junio o por ahí y siempre me entero tarde" En fin, algún día...

No estaría mal, si no es mucho rollo, que dedicaras una entrada del blog a principios de cada año o de cada verano, a hacer como un calendario de eventos con las fechas previstas.

HoJu dijo...

PD: Teneindo un guiñol con un castillo y una vaca era obligatorio representar la escena de los franceses de Los caballeros de la Mesa Cuadrada

Axil dijo...

Que sepas que para el año próximo volverá a las fechas originales, estate al tanto desde principios de mayo por si acaso.
No me siento capaz de mantener calendarios de eventos. Yo voy a muy pocos, pero hay muchísimos, y la mayoría con fechas cambiantes, que se plantean sobre la marcha, que se cancelan a última hora... Mucho lío mantener eso actualizado, y además me metwería en arenas movedizas con lo que son sólo mercadillos más o menos medievales; los eventos de los que no me enterara...

¡Maldita sea, teníamos que haber caído en lo del guiñol! "Dagnos tiempo e invengtaguemos más insultos guiguículos"

JC dijo...

¡Buenas, Axil!
Muy buen blog, y muy interesante.
Como recomiendas escribir comentarios en post nuevos, pues allá voy aunque no tenga nada que ver:
Me estoy fabricando un almófar (ya casi terminando), y el maldito pega unos tirones en los pelos que parece una epilady.
Claro que la cabeza la cubro con una crespina, pero en la nuca siempre hay pelitos, la barba está llena y el vello casi imperceptible para el ojo humano no lo es para el almófar.
De modo que ponerme/quitarme el almófar se convierte en una tarea difícil y peligrosa.
¿Has tenido ese problema?
Se me ha ocurrido coser una capa de lino por el interior de todo el almófar, pero no sé si eso sería histórico...

Y por otro lado, como usé alambre cobrizado, hasta que le quite el cobre al acero tiene un aspecto más bien raro... ¿cómo pules las cotas para quitarles el óxido y esas cosas? Seguro que tienes algún cachivache y método de tu invención que funciona a las mil maravillas (yo estaba pensando en meter almófar y arena en muchas bolsas de plástico, hacer una pelota, y echarla al maletero del coche un par de semanas... pero no sé si terminaré con el maletero lleno de arena o la malla exactamente igual).
Un saludo.

Axil dijo...

Muy buenas

Sobre la historicidad del forro de lino no te puedo decir nada definitivo, aunque lo cierto es que jamás he visto ninguna.

Para eliminar óxido (o baño externo) de las anillas del almófar, efectivamente el método que se suele recomendar es la arena, aunque más que bolsas yo usaría un bote de plástico que ruede y, sobre todo, que cierre bien.

JC dijo...

¡Gracias por tu respuesta!
La idea del bote me ha gustado, probaré a pulir la malla con el coche y el bote a ver qué tal.

¿Lo de los tirones de pelos es normal para las cotas de malla? ¿O es que mi almófar está maldito?

Axil dijo...

Lo de los tirones pasa mucho, la malla es mejor que la epilady. Mi recomendación es que te hagas con una cofia de armar más bien grandecita, y, a las malas, que te tapes con una buena tira de lino a modo de bufanda todo el pelo susceptible de engancharse.