lunes, agosto 06, 2012

Peracense 2012: ¡Bienvenidos al castillo rockero!

- Axil, te vendrás este año a Peracense ¿no? ¿Montas fragua otra vez?
- ¡Pues claro, co!

(Malditos maños... ya me pegan su acento incluso por mail)


VIERNES

Salirdelcurroescopetao,comerunahamburguesa,cargarlosúltimostrastosenelcoche,vamosvamosvamos...

... y llegamos de nuevo al castillo rojo. A tiempo para descargar, para montar la tienda, para reencontrarnos con montón de amigos, e incluso para presenciar la llegada del (actual) señor del castillo y su séquito.


Y la tarde del viernes pasó entre el golpetear de los martillos sobre las piquetas de las tiendas, la (materdei, quéjodidaeslacuestadeaccesoalmalditocastillo) descarga del equipo, el montarlo todo, el vestirse, y el cenar a la luz de velas y faroles, rodeados por las murallas, bajo el cielo estrellado y la luna casi llena. ¿Quién puede pedir más?


Pueeees... básicamente, para acompañar la apasionante conversación, todos pedimos más. Más cerveza, más lamparilla, más licor misterioso capaz de disolver metales... así que el amanecer fue tardío, y, en algunos casos, ojeroso. Pero ¡espera! ¡que aún hay que montar la fragua!


SABADO

¡Oh, hermanos, haced acto de contrición ante la procesión de la Santa Fragua! ¡Porque en verdad os digo que muchos hechos prodigiosos devinieron de esta sagrada romería! ¡Y entre ellos podéis contar el que el Sagrado Cajón de Tierra y Piedras no fue vertido ni una sola vez, y su contenido no desparramose, tal y como en otras ocasiones fue acontecido! ¡Entre píos salmos e inspiradas loas, el cajón llegó a su destino en la sala de la forja!



Y fue allí donde puse a trabajar a un soldado escaqueado de su guardia, un tal Quinto de Bocángel, para montar la estructura de la forja.


Porque otra cosa no sé, pero lo que ha sido por ayudantes este año... que no sólo Quinto me ayudó en la forja...



 ...sino que toda la mañana del sábado conté con un ayudante de excepción: ¡el mismísimo señor Ximénez de Urrea! Que mira que debía ir de incógnito, y se hacía pasar por otro, pero que a mí no me engañó, que yo tenía muy claro quién era.


Yo, y todos los que entraban en la fragua. Que es de señalar que el comentario de todos y cada uno de los que pasaban por la puerta fue unánime: "Pero... ¿¿qué haces tú trabajando??", que no sé yo si es un saludo típico aragonés, o si era algo motivado por algún ignoto rasgo del carácter del señor de Urrea que querían recalcar por algún motivo.


¡Y un cuchillico bien majo que se estaba haciendo el Urrea! ¡Toda la mañana martilleando y foll... dándole al fuelle, mientras en el exterior empezaban con los primeros juegos!



Claro, que con aquello del trabajo en la forja, martilleo va, martilleo viene, al final nos entró hambre, y paramos para comer con el resto de asistentes al evento.

Como siempre ocurre en estos casos, la conversación tomó un deje erudito, en esta ocasión centrado en el apasionante tema de la historia y evolución del botijo, y, muy especialmente, en sus peculiares características termodinámicas y su modelización matemática. Y a Dios pongo por testigo que fue de eso de lo que hablamos. En serio.




Y, una vez comidos ¡a recuperar el dinamismo habitual! (cada cual a su manera)


Yo, por ejemplo, elegí pasar lo más duro de la siesta sentado al borde la piscina, que es algo que siempre resulta refrescante antes de volver a la fragua.


Ya por la tarde, se nos unió en la fragua Alfredo Zueco (sí, sí, el mismísimo Alfredo de Dracontis) al que, por extraño que parezca, aún no tenía el placer de conocer en persona (y sin duda que fue un placer)


Alfredo se maneja en la fragua cual pececito en el agua; y fue una auténtica gozada ver a Ximenez y a Alfredo empezar a chincharse mútuamente desde el primer momento. Que si menuda chufa de cuchillo estabais haciendo; que si a ver si tú lo haces mejor, so listo; que si ya verás cómo lo dejo; que si venga, ya estás tardando...



...total, que, como era de esperar, le dieron tanto a la húmeda que, al final, blablablá por aquí, blablablá por allá, se les fue el santo al cielo, y dejaron la pieza caldeando un poco más de la cuenta. Sí, me refiero justo ese "poco" que marca la diferencia entre el estado sólido y el estado líquido. Vamos: que fudieron la punta del cuchillo por estar de palique.

Dos veces repitieron esta jugada; y, si no llega a ser porque don Ximenez tuvo que irse a atender otros deberes, seguro que algún que otro fundido más hubiera caído.

Pero que no cunda el pánico: pudimos recoger los restos del desastre, y los reciclamos en un fabuloso cuchillo utilitario, que incluso encabamos primorosamente.


Una vez don Ximénez se escaqueó tuvo que irse, Alfredo y yo seguimos dando forma a un nuevo cuchillo curvo, que mira que aunque el carbón que habían traído los Fidelis era realmente bueno, era de un acero duro de narices y nos costó lo nuestro.


A falta de un buen vaciado, puede quedar un cuchillo de desollar bastante majo. Acero de muelle de amortiguador, templado en agua y con un primer revenido al borde del carbón caliente de la fragua, creo que va a quedar duro de narices.

Agotados, dejamos la fragua, y contemplamos la batalla desde el mucho más descansado lado del público.


Terminada la batalla, y tras unos cuantos combates individuales, el público va desalojando, y el ritmo del día se relaja.

Se relaja tanto, que uno llega a plantearse si se ha quedado dormido, y está soñando. ¿¿Es eso el mismísimo señor de Urrea, tirando con arco??


¡Ay, que éste no es mi don Ximenez! ¡Ay, que me lo han cambiao! ¿Es éste el azote de arqueros (y, ejem, blanco predilecto de los mismos) de todos los eventos?

Bueno, aún así, durante la cena le hicimos entrega de los dos cuchillos: lo que quedaba de la punta fundida del que él se había currado entero (para mofa y escarnio por parte de todos los presentes)


y, por su mérito por haber estirado un buen cachico de su espiga, el cuchillo curvo que habíamos terminado en su ausencia. (Recuerda: media hora en el horno de casa, puesto a tope; y luego se lo llevas a un vaciador-afilador)


La noche del sábado fue algo excepcional. La entrega de premios de los juegos del día estuvo bien, y, por supuesto, la habitual ración de bromas, canciones bufas, y demás coñas. Pero, mucho más allá de la tradicional camaradería, también llegó el declamado de algún sirventés que ponía los pelos como escarpias, y que desgraciadamente no tengo documentado; cantes trovadorescos, canciones de época... Unos momentos excepcionalmente emotivos que realmente marcaron un nuevo hito en el camino del encuentro Peracense.

Y, para que os hagáis una idea, aquí os dejo unas cuantas fotos del evento, acompañadas de una selección de las pocas canciones que pudimos grabar durante la noche.

Si alguno de los participantes quiere alguna de las fotos a alta resolución, ya sabéis dónde estoy.


DOMINGO

¿Qué decir del domingo en Peracense? Desayunar, paseo para sacar algunas fotos desde el exterior...


...y llega la siempre interesante reunión de evaluación del evento, la comida, y, por supuesto, el momento con diferencia más duro: desmontar y enfrentarse de nuevo a las puñeteras cuestas de acceso al castillo, esta vez para cargar el coche.


¡Qué más se puede decir! Unas jornadas, como siempre, excepcionales, y en las que es un placer participar.



6 comentarios:

CAYO FULVIO LICINUS dijo...

El segundo evento sin lluvia Sensei...has pactado con el diablo?
jejeje, estupenda entrada, amena y divertida como la anterior.
Un saludo.

Principiante dijo...

Que guai, a ver si puedo volver a ir a otra recreación.
Ahora estoy canteando el escudo. Algún día haré una entrada...

Axil dijo...

Sí, dos seguidos sin lluvia. ¡Esto es un record!

Principiante: Agosto es un buen momento para empezar a preparar la lana para el próximo Teruel :-)

guerk dijo...

Con suerte y tocan 3 seguidos sin lluvia

Axil dijo...

¡Ojalá!

Anónimo dijo...
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