La cantimplora (1): Intentando que el agua sí se detenga
Ya lo sé, ya lo séeeeee. Ha pasado un siglo desde la anterior entrada. Lógico, oiga, ya avisé que iba a estar de vacaciones de aquí para allá; y que la frecuencia de publicación iba a ser caótica.
Además, aún colean los flecos del revuelto clima de Peracense. Que eso de las grandes cantidades de barro y óxido no se quita solo, que hay que darle al cepillo.
Yaaaaa... lo suyo es dejarlos sumergidos en aceite unos cuantos días. Pero es que servidor no dispone de un barril de aceite de linaza en su pisito ¿vale? Así que paciencia y brochita, que menos da una piedra. Y, ya que nos ponemos, incluimos nuestros martillos favoritos en el tratamiento.
Pero todo esto era un tema secundario. Yo, lo que de verdad quería hacer, es contaros mis vacaciones de verano.
...
¿Hola? ¿Queda algún lector por ahí, o todos han escapado despavoridos?
Vale, que no cunda el pánico, que no va a ser tan grave la cosa. Sólo os diré que tuve la oportunidad de ver en la torre de Londres un montón de piezas interesantes. Las armas y armaduras que se pueden ver allí incluyen algunas de las mejores piezas del mundo, como las armaduras de Enrique VIII.
Y, como soy un poco rarito, entre todas las maravillas que allí había, fui a fijarme... en un frasco de cuero. Lo que se llama una cantimplora, vamos.
De la cantimplora en cuestión me llamó la atención que estaba construida con tres piezas, no las dos que suelen usarse habitualmente. Puede que sea un diseño más renacentista que otra cosa, pero el caso es que me gustó.
Lamentablemente, no se podían sacar fotos en el recinto, así que os tendréis que esperar al final de la entrada para ver cómo es este invento.
Básicamente, consiste en una pieza alargada, que irá doblada sobre sí misma formando el cuerpo de la botella, y en dos tapas laterales. La flor hacia dentro, que es lo más impermeable.
Como en realidad no hay mucho misterio en el tema, aprovecharé para explicar (otra vez) con un poco de detalle el proceso de cosido. Perdón, quiero decir MI proceso de cosido; si alguien lo toma como referencia, allá él.
Lo primero es marcar la línea por la que va a ir la costura, pegada al borde del cuero. Puedes hacerlo a ojo, y te quedará estupendamente. Pero, para poder equivocarte a gusto, te hace falta una herramienta especializada, que se llama fileteador, rayador, o reglador.
El siguiente paso es utilizar la ruleta para marcar los puntos que vas a taladrar para luego coser. Por supuesto, puedes taladrar a ojo, pero la impaciencia suele llevarte a ir espaciando cada vez más las puntadas conforme las vas taladrando.
Si la costura es plana, puedes usar la ruleta en las dos piezas que vas a unir. Si no lo es, lo más probable es que las puntadas tengan que estar ligeramente más espaciadas en una de ellas, así que es mejor preparar sólo una de las dos piezas, y usarla como guía para taladrar la otra.
Y ya sabes. Una lezna bien afilada, y a taladrar. Puede ayudar rascar un poco de cera con la lezna de vez en cuando, para que deslice mejor y no se caliente en exceso (no te rías, llegan incluso a azulear de cómo se calientan).
Sí, efectivamente, la costura va a ser doble.
Es importante empezar a coser por el punto medio. Para esta cantimplora, fui avanzando de lado a lado con dos agujas, para lo cual te hace falta una longitud de hilo de como cinco o seis veces la longitud de la costura que quieres hacer. Ya sabes, hilo encerado.
y vas taladrando conforme avanzas, usando los agujeros ya hechos como guía. Esto es delicado, tienes que tener cuidado de que las piezas queden bien alineadas.
El punto más crítico de toda la costura es donde se juntan todas las piezas. Aquí hay que asegurarse de dejar un cosido bien prieto, ya que es el punto por dónde más fácil es que se salga el agua.
¿He dicho tapón? Compré un par de tapones de corcho en el "todo a cien" de la esquina, y preparé uno a golpe de lima.
La boca debe quedar tan ajustada al corcho como sea posible, asegúrate de que sea así.
Y, por fin, haces la costura exterior de la boca, recortas el borde superior para que quede redondeado, llenas la botella hasta arriba de agua bien caliente del grifo, colocas el tapón, y la dejas secar. Asegúrate de empapar bien la boca.
¿Por qué agua caliente? Para que el resultado quede un pelín endurecido y rígido.
¿Por qué recalco lo del tapón? Porque es ahora cuando el cuello de la botella va a adquirir su forma definitiva.
¿Dejar secar una botella llena? ¿Cómo se come eso? Pues muy fácil, la botella se vacía ella sola en unas 24 horas. Si soplas en la boca de la botella, incluso verás salir un par de chorrillos de agua donde las costuras unen tres piezas.
Vamos, que la botella no es lo que se dice impermeable del todo. Hará falta aplicarle algún producto impermeabilizante, y ese problema aún no lo tengo resuelto (aunque, si revisas los comentarios de la entrada anterior, verás que ya se van apuntando soluciones)
Así que, a falta de localizar un proveedor de cierto producto muy pasado de moda, dejamos la cantimplora aparcada hasta más novedad.
¡Ah! Al César lo que es del César. La inspiración original proviene del foro de ACHA, y, por supuesto, puedes comprar magníficas cantimploras de cuero terminadas de la mano del maestro Antonio (Lupercio de Canfranc), que, además, está siendo tan amable de aportar su colaboración y sus consejos en el reto del impermeabilizado.