El greathelm (7): 90 remaches en un solo casco. ¡¿Ande vas, sagerao?!
En este post vamos a hablar de los pequeños detalles finales del yelmo, empezando por los respiraderos.
Los respiraderos cumplen una doble función: permitirte respirar ahí dentro (obviamente) y, mucho más importante de lo que pudiera parecer, darte algo de visión periférica.
En este tipo de yelmo, es normal que el lado izquierdo tenga menos respiraderos que el derecho, llegando incluso a no tenerlos en absoluto. Sobre el motivo, yo he oído dos versiones:
- Que estos yelmos eran específicos para torneos, y que las lanzas venían del lado izquierdo, así que era el que había que proteger.
- Que eran yelmos de combate, y que el lado derecho no sólo era importante para ver lo que hacías con la espada, sino que además estaba suficientemente defendido por la misma.
¿Que cuál es la versión correcta? ¡Y yo qué sé! ¿Acaso tengo cara de historiador?
Los respiraderos pueden estar distribuidos de forma regular formando cuadrados, triángulos, o incluso dibujitos; o estar distribuidos de forma más bien irregular. Yo decidí hacerlos regulares, distribuidos en cuadrados.
¿Por qué? Pues porque si lo haces así, es suficiente que uno, uno solo de los respiraderos, esté ligeramente mal centrado, para arruinar el efecto por completo; y que así el yelmo parezca una chapuza. Vamos, que por bailar al borde del abismo.
Y, contra todo pronóstico, la cosa salió bien. ¿El secreto? Después de medir y marcar con un granete, empezar a marcar el agujero con una broca de 3mm, para que las brocas más grandes no bailen del centro (creo que al final yo los hice de 5mm, pero eso ya, allá cada cual)
Importante: no quieres afiladas rebabas en el interior del casco, apuntando a tus ojos y a tus labios. Para eliminarlas, nada como darle por dentro con una broca más grande, como se contaba por aquí. De paso, marginalmente, ganas un pelín de visión.
Por cierto, los respiraderos se hacen antes de lijar y pulir el casco.
Para lijar y pulir dejando un acabado satinado, Messer me dió un consejo muy interesante. Con un plato de lija de los de velcro, un estropajo, y unas tijeras, te fabricas un satinador cómodo y rápido en cuestión de segundos.
Si le añades un poco de aceite lubricante o de pulimento líquido, consigues dos cosas:
- Unos acabados espectaculares sin apenas tiempo ni esfuerzo.
- Unos chorretones de aceite negruzco salpicando la habitación en brazos de la fuerza centrífuga
Los efectos de esto último son algo que debes calibrar muy cuidadosamente antes de emplear este método. ¡Ah! y asegúrate de no tener la cara alineada con el disco cuando pongas el invento en marcha, a menos claro que lleves equipo de buceo. Y ojo, que lo de la gafas y el tubo de buceo lo he leído en una web seria, aconsejando precauciones ante situaciones extremas de lijado.
Pues si ya tenemos todo taladrado y satinado, ya sólo nos queda montarlo.
Procedimiento estándar: primero lo montamos con unos cuantos tornillos para que las piezas encajen bien (de nuevo el torniquete de cuerda de tender y hacer un poco el bruto...)
A continuación, preparamos los remaches.
Los remaches.
¡¡90 remaches, 90, que lleva el puñetero casquito!!
Creo que el próximo casco lo voy a sujetar con esparadrapo.
Bueno, lo de los remaches los contaré en forma de bitácora, que ya es casi tradicional:
Jueves, 22:30.
Nos armamos de estropajo, WD40, un puñao de remaches, y nos sentamos delante de la tele a satinar las cabezas de 100 remaches (más vale que sobren, que luego se ponen saltarines, o los cortas demasiado cortos, o...)
Jueves 23:30.
Dos episodios de Bobobo más tarde, había conseguido tres cosas:
- No ser capaz de dejar de repetir, con voz átona, la palabra "prukogi", una y otra vez. Al parecer, también lo hice en sueños durante parte de la noche.
- Convertir en meras hilachas un estropajo. Menos mal que los compro por paquetes en el "todo a un euro", que si no...
- Tener satinadas las cabezas de 100 remaches.
Viernes, 17:45.
Medimos cuidadosamente la longitud de un remache para unir dos placas, y nos ponemos a cortar ochenta remaches al mismo largo (el resto ya los cortaremos in situ)
Viernes, 18:35.
Prukogi. Prukogi. Prukogi. Prukogi... ¿Eh? ¿Qué es lo que...? ¡Ah! Esteeee... perdón; que ya tengo los remaches cortados.
Domingo, 11:30.
Al garaje a remachar. Con el mp3 y los martillos; emprendemos la alegre danza del golpeteo y el ocasional saludo a los vecinos que te miran raro cuando van a por su coche.
Domingo, 13:00.
A casita, que hemos quedado para comer. Llevo casi toda la parte inferior del casco terminada, y es curioso: dada mi paupérrima forma física, es raro llevar hora y media sin parar de martillear, y no estar cansado.
Domingo, 16:30.
Lo que me queda por remachar es, sobre todo, el borde de la calva. Ahí me va a costar tela llegar para fijar los remaches, ¿qué podemos hacer?
Vale, se puede eliminar el bisel del borde de un martillo, y así llegar sin problemas hasta el extremo del casco.
Dos minutos en la amoladora de banco, y listo. Como el martillo se va a emplear para remachar, no hacer falta darle un acabado fino, así que, a la mochila, y otra vez camino del garaje.
Domingo, 16:45.
Seguimos con los martillazos. El nuevo martillo está resultando todo un éxito.
Domingo, 18:00.
Yyyy... ¡listo! Hemos acabado de remachar el greathelm. ¡Y sigo sin notar el mínimo cansancio, después de estar todo el día dándole al martillo! Debo estar en mejor forma de lo que pensaba.
Domingo, 19:00.
Spray de pintura negra por dentro del casco, para evitar que se oxide. Pasando del pringue asqueroso que intenté usar con las hombreras.
Domingo, 23:00.
Segunda capa, para encerarlo mañana.
Lunes, 07:00.
¡Pipipipí! ¡Pipipipí! ¡Pipipí!
El despertador suena, hora de levantarse para irse a currar. Salimos ágilmente de la cama y ¡Ay!
¡Agujetas! ¡Tengo agujetas por todo el cuerpo, de darle ayer al martillo!
Las agujetas en los brazos, vale. Las agujetas en las lumbares, de acuerdo. Pero ¿por qué diantre tengo agujetas en la nalga izquierda? ¡Es casi ofensivo! ¿Qué tienen que ver las nalgas con el martilleo? ¿Y por qué sólo la izquierda?
Lunes, 20:30.
Vaya, el problema de pintar por dentro un casco así, es que está lleno de agujeros, y toda la pintura se sale al exterior. Pues nada, a frotar con estropajo, y quitar pintura de los bordes con un palillo.
Lunes, 21:00.
Vale, esto ya parece limpio. A encerar el exterior.
Lunes 21:30.
¡Habemus greathelm!
Impone, ¿verdad?
Creo que, estéticamente, es la pieza que mejor me ha quedado hasta ahora.
Es una pena que, por otra parte, sea la peor de todas las que he hecho.
¿Por qué? Porque me pasé con el lijado. Mucho.
Según le vas pillando maña a la lijadora, vas descubriendo que prácticamente puedes tallar la chapa con ella. Así que puedes dejar los rincones con un acabado estupendo.
A costa de eliminar mucho material.
No me dí cuenta de cuánto material estaba eliminando en realidad, hasta que, al remachar... aparecieron las grietas.
Se me ha abierto una pequeña grieta en el extremo de uno de los bordes vueltos. Vale, eso no es problema.
Pero también se me ha abierto una diminuta grieta en la calva, justo junto al borde. Y eso significa que este yelmo tiene zonas muy muy finas, y no es fiable como protección. No, desde luego, para participar en un tumulto como el de esta panda de bestias rusos.
Así que recordad mis sabias palabras, y recordádmelas a mi de vez en cuando: nunca dejes para la lijadora lo que debieras haber hecho con el martillo.