Casquería fina y economía del trueque
Pues sí, soy así de pesado, qué le vamos a hacer: ¡otro spangenhelm más!
- ¡Jooooo, pero si esto ya lo ha contado un millón de veces!
Vale, vale, haya paz. Iré rapidito y me centraré en las diferencias respecto a los anteriores.
Este casco está destinado a una fiesta de moros y cristianos, así que tiene algunas características peculiares.
Para empezar, no tiene (casi) ninguna posibilidad de tener que parar un golpe; y sí muchas de que alguien lo lleve puesto varias horas seguidas. La cosa está clara: hay que emplear chapa más fina de lo habitual. Así que usé chapa de 1,2mm, excepto para el nasal, que es de 1,5mm (no queremos que nadie sufra la muerte del loro si se dobla el nasal por un golpe accidental)
- ¡Qué piezas tan raras! ¿No lo va a hacer cruzando dos tiras, como casi todos?
No, esa es la otra diferencia. Se supone que el yelmo va a llevar una media luna en todo lo alto, así que decidí dejar allí una plancha plana, en la que fuera sencillo taladrar y colocar algo sin comprometer la estructura. Al principio me planteé hacerlo como el mío, con una cruz haciendo de marco del casco. Pero luego pensé ¿una cruz en un casco árabe? ¡Nepa!
Así que decidí utilizar cuatro segmentos independientes, remachados a una plancha circular central.
Lo cierto es que esta estructura complica bastante el montaje del casco. Parece que el marco esté vivo, se retuerce, y hay que tener cuidado a la hora de taladrar los paneles triangulares; o sería muy fácil que todo quedara torcido.
Dar forma a chapa tan fina se me hizo rarísimo. El metal fluye de forma completamente distinta, y cualquier martillazo mal medido lo deforma. Por cierto, dejé el nasal cortado en ángulo recto y sin redondear; sólo las esquinas un pelo rebajadas. ¿A que queda bien?
También hay que andarse con ojo a la hora de lijar. No, no es que 1,2mm sea tan, tan fino como para que se pueda agujerear la chapa sin querer, pero sí que se calienta y azulea con mucha facilidad.
El montaje no tiene mucho misterio adicional, es lo de siempre. Acuérdate de normalizar los remaches para que luego sean más fáciles de colocar.
Se pinta el interior con pintura antióxido, se coloca la guarnición interior y las correas para sujetarlo...
- Pero, pero, pero... ¿y esa malla?
Sí, ese es otro de los cambios. Este yelmo lleva un alpartaz. Nada extraordinario, malla enfrentada de 8mm de diámetro interno, unida a una tira de cuero, que irá remachada entre la guarnición y el metal.
El remachado final lo hice en Ciutadilla, así que aproveché la ocasión para que maese Quinto, que siempre tiene buena estampa, me hiciera de modelo.
Y con esto podemos dar por terminado el cuchillo.
- ¿El cuchillo? ¿¿Cómo que el cuchillo??
Sí, el cuchillo. Este cuchillo:
Y es que, como ya supones, este yelmo estaba destinado al trueque. Pero no a un trueque cualquiera, sino al trueque con mi amigo el autor de ¡Ferro i Foc!
El diseño general del cuchillo está basado en uno de los que aparecen en el "Knives and scabbards", de forma marcadamente triangular, datado a finales del SXIII. En el mango compuesto se tuvo cuidado de emplear sólo materiales disponibles en la España medieval, nada de maderas exóticas.
¿He dicho materiales?
Resumiendo: hoja de acero f500, forjado y templado a unos 800- 900ºC, acabado de forja (brut de forge, que se llama). Mango compuesto de múltiples capas: guardamanos de cuerno de vacuno, separador de cuero fino, cuerno de ciervo extremeño, separador de suela de cuero, madera de ciprés, otro separador de suela de cuero y tapa de cuerno de vacuno. Espiga oculta y remachada en el pomo. Incrustaciones de cobre.
Un trabajo estupendo, que me llegó con una presentación cuidadísima, por cierto.
¡A ver si ahora soy capaz de hacerle una vaina que no desmerezca demasiado!