Los guantes de malla (1): A Sísifo le obligaban, lo mío es puro vicio.
Justo ahora acabo de venir del taller de J. donde llevo mis motos. Como sabéis algunos, los talleres de motos son como las antiguas herrerías: sitios donde se encargan del mantenimiento de tus monturas, y donde la gente se queda siempre a charlar, así que es muy normal pasar bastante tiempo en ellos.
El caso es que, entre mi motillo bastante hermosa y el montón de chatarr... la maravilla de la mecánica italiana, lo cierto es que me paso el día yendo y viniendo de allí (y creo que, todo sea dicho, estoy pagando gran parte de la hipoteca de J.)
Hace ya unas semanas, volvía yo del taller, cuando lo ví: ¡un sofá antiguo a medio destrozar, tirado sin más en un contenedor de obra!
- Esteee... oiga, su sindrome de Diógenes está cada vez peor. ¿Qué tiene que ver eso con la fabricación de armaduras?
- ¡Pues que era un sofá antiguo y recargado! Aún no sabiendo nada de arte o de muebles, me viene a la mente la expresión "un sofá estilo imperio".
- Ya. Vale, sí... pero ¿qué tiene que ver con lo nuestro?
- A ver. Un sofá antiguo y de los buenos; de los que no tienen la base hecha con cintas de tapicero entrelazadas, sino con buenos muelles de acero, que estaban ahí, a la vista, llamándome, tentándome, insinuándose...
- ¿Muelles de acero, dice?
- Sí, muelles de acero. Para ser exactos, treinta muelles de unas 280 espiras cada uno, con diámetro interno ligerísimamente inferior a 6mm, y fabricados en durísimo acero de 1,6mm. Todo ello, o bien con un pavonado prácticamente indestructible, o bien con una resiente pátina producto de muchísimos años .
Ni que decir tiene que, minutos más tarde, servidor estaba de vuelta junto al contenedor, armado con unos alicates y una bolsa donde llevarme el botín. Lástima, con los nervios, se me olvidó llevar la cámara de fotos, así que sólo pude sacar una foto a semejante filón con el móvil.
Volví a casa pensando en hacer un almófar con tan magnífica adquisición. Pero, cuando unos cuantos días más tarde (después de acabar las brafoneras) me puse con las anillas, me di cuenta de dos cosas:
1.- Que ni en sueños iba a tener bastantes anillas para un almófar: el tejido era muy denso, y hacían falta montones de anillas para avanzar muy poco.
2.- Que este alambre está durísimo, y es extremadamente cansado y difícil de cortar, incluso con la milagrosa knipex.
Para este último problema, encontré rápidamente un fácil remedio; y el otro día fui capaz de convertir unos cuantos muelles en un gran número de anillas sin apenas esfuerzo, gracias a una técnica que cada vez domino mejor.
Por cierto, pilla esta cizalla, que te voy a explicar una cosa..."
Dado que las anillas no iban a ser suficientes para un almófar, decidí aprovechar de todas formas los muelles, y reorientar el proyecto hacia algo más pequeño. Por supuesto, había poca elección: tenían que ser unos guantes de malla.
Por si alguno no lo ha visto, hay en la web un fantástico tutorial sobre cómo fabricar unos guantes recubiertos de malla.
Y, además, nos lo proporciona el amigo León, que, aunque últimamente no se prodiga demasiado, cada vez que publica un trabajo es una obra maestra.
Comenzar con los guantes de malla es sencillo.
Primero, tienes que hacerte con unos guantes largos, de un cuero tan grueso como sea posible (parece que, últimamente, la única opción son los guantes de soldador) Por cierto, encontrarlos que sean de tu talla exacta puede resultar un desafío importante.
Después se empieza la malla por los dedos (no, por el pulgar no) haciéndolos rectos (sin expansiones ni contracciones) Si, como es mi caso, las anillas son lo bastante pequeñas, puede ser conveniente darle forma redondeada a la punta de los dedos.
Hay que hacerlos de un ancho correcto para que cubran todo el dorso (eso suele ser hasta la costura de los guantes) y con las anillas orientadas como en la foto, para dar flexibilidad a los dedos.
Esto último puede ser históricamente discutible según la fuente pero yo me atrevería a afirmar que es lo más práctico: colocar las tiras en perpendicular a como os propongo restará movilidad.
Más tarde, se unirán los dedos entre sí. Al menos en mi caso, todos ellos a la misma altura (es decir, cada dedo tiene su largo, pero arrancan de la palma en la misma fila de anillas)
- Oiga ¿y esos dos grandes alicates de uso general en las fotos de ahí arriba? ¿No usaba usted unos alicates de punta torcida para cerrar anillas?
- Sí, bueno... eso fue antes de trabajar con anillas de este tamaño y material. Los otros alicates eran demasiado ligeros para este trabajo, así que al tercer nudillo despellejado después de que se me resbalaran, dejé de intentarlo.
- Vaya... ¿algún otro consejo para este tipo de anillas?
- Pues sí. No hay quien una unidades básicas entre sí, es muy complicado, hay que hacer mucha fuerza en apenas espacio. Con anillas tan pequeñas, y a la vez gruesas y duras, hay que engarzar anilla a anilla.
- ¿Algo más para despedir el post?
- Sí, mirad qué curioso el equipamiento moderno.