Las brafoneras (3): Expecto patronum
Hermione entró en la sala común de Gryffindor y encontró a Harry sentado frente a una mesa, muy atareado con su pluma.
-Hola, Harry. ¿Dónde anda Ron?
-Hola Hermione. Aún no se ha levantado. Anoche volvió a las tantas, y con un pedo impresionante. No sé ni cómo encontró la chimenea para llegar hasta aquí.
-Si es que, desde que se ha vuelto medio gótico y ha descubierto esos garitos asquerosos, ya no es el mismo -dijo Hermione, acercándose al ocupado Harry-. ¿Qué estás haciendo?
-Firmar fotos mías para las fans. Ya sabes que después de mi última aventura están todo el rato pidiéndome...
-¡Cof, cof! -tosió Ron, entrando en la sala común, con su iPod en el bolsillo del pijama de calaveras que le había tejido su madre a principio de curso, y fumándose un cigarrillo- ¡Hola chicos! ¡Cof, cof! Joder, anoche fumé demasiado, y además tengo una resaca del tres. Os perdisteis una fiesta brutal.
-Buah, paso de tus fiestas, Ron; tus amigos son muy raros -respondió Hermione- Por cierto, ¿qué es eso que tienes en el cuello? ¿es un...? ¡Sí! -dijo Hermione, soltando una risita tonta mientras se tapaba la boca- ¡Es un chupetón! ¡Ron tiene un chupetóon, Ron tiene un chupetóon...! -canturreó, con vocecilla infantil.
-Hermione, anda, déjame en paz y no me vengas de inocente ahora, que sé perfectamente lo que hiciste con William y con Paul en la fiesta del equipo de quidditch de Ravenclaw, monina.
-¿Qué? -exclamó Hermione enfurecida- ¿Quién te ha contado esa mentira?
-Lo sabe todo el mundo, Hermione. Y no te hagas la tonta, que sé perfectamente qué tipo de pirulas y setas mágicas le estás comprando últimamente a mis hermanos.
-¡Chicos, chicos! -interrumpió Harry- no discutáis, que tenemos cosas importantes que hacer. Mirad, por ahora el negocio de las fotos va viento en popa. ¿Habéis visto qué bien me queda el flequillo desde este ángulo? Yo creo que resalta mi cicatriz. ¿Sabéis que me la hice combatiendo con..?
-¡Sí, Harry, lo sabemos! -interrumpieron al unísono Ron y Hermione. Con un suspiro, Hermione sugirió: -bueno, ¿y si seguimos practicando la Defensa Contra las Artes Oscuras?
-Hermione -dijo Ron-, no sé por qué te molestas con tanto trabajo extraescolar voluntario. Si ya sabes que al final Dumbledore sólo se va a fijar en Harry. Yo creo que (¡Cof, cof!) lo que le pasa es que quiere algo con él. ¿No crees, Harry, que es eso? -continuó Ron con un codazo a su amigo.
-Ron, no seas gilipollas, anda. Venga, vamos con la práctica -dijo Harry, sacando su varita. -¡Expecto patronum!
Mientras la habitual neblina salía de la varita de Harry, sus amigos sacan sus varitas y se apresuran a imitarle
-¡Expecto patronum! - invoca Hermione con su habitual seguridad.
-¡Expecto patroncof, cof, cof! -comienza a pronunciar Ron, hasta que un ataque de tos se lo impide. -¡Cof! pero ¿qué demonios es est..? ¡buarg! ¡Cof, cof, cof!
Harry y Hermione se quedaron embobados mirando al pelirrojo, de cuya boca acababa de salir, entre toses, un trozo de papel.
-¿Qué es esto? -dijo Harry agachándose a recoger el papel
-¡Quieto! -gritó Hermione, deteniéndole- ¡Puede ser una trampa de Quien-Tu-Ya-Sabes!
-¿De quién?- respondió Harry, con el gesto que solía acompañar sus momentos de mayor estupidez
-Quien-Tu-Ya-Sabes. El Señor Oscuro
-¿Saurón?
-¡Leches, Harry! ¡Aquel-Cuyo-Nombre-No-Debe-Ser-Pronunciado!
-¿Te refieres a Hastur el Innombrable? Pero si es...
-¡Harry! A veces me parece que eres medio lelo. Lord Voldemort, Harry, me refiero a Lord Voldemort. ¿Te lo tengo que deletrear?
-¡Ah! -exclamó Harry- Bah, Voldi no me asusta, al fin y al cabo, yo soy el prota -dijo, recogiendo el papel y extendiéndolo-. ¡Ron! Mira, has regurgitado una hoja cuadriculada. ¿Puedes seguir haciéndolo? No veas lo práctico que sería tener de éstas, en lugar de esa plasta de pergaminos.
-No, Harry, mira -dijo Hermione, señalando la hoja- esto ya no sirve de nada, está usado. Mira estas líneas y puntos. ¿qué significarán?
-Vaya, esto sí que es un misterio inquietante- respondió Harry. -Vayamos a preguntarle a Dumbledore.
Y así, los tres amigos empezaron a recorrer los laberínticos y cambiantes pasillos de Hogwarts, camino del despacho de su querido profesor Dumbledore, tal vez, camino de un almacén de productos de limpieza. En Hogwarts nunca se sabía.
Sin embargo, antes de llegar al despacho, les aguardaba una sorpresa. Al otro extremo del pasillo, estaba el rubio Malfoy, junto con sus inseparables Crabbe y Goyle.
-Vaya, Harry -dijo Ron, jugueteando con el piercing de su nariz-. Esto va a ser un problema. Tenemos que pasar por este pasillo, y esos tres nos la tienen jurada desde que les cambiamos la poción antiacné por ácido clorhídrico.
-No os preocupéis, chicos. Si de bebé pude con Lord Voldemort, no hay nada que se me resista -respondió Harry.
-Venga ya, Harry, deja de hacerte el machito -intervino Hermione-. No os preocupéis, he aprendido un conjuro que vendrá de perlas. Cuando saque la varita, vosotros echad a correr, y, sobre todo, no miréis atrás. Yo me encargaré de entretenerles.
-Pero, Hermione...
-¡Vosotros hacedme caso! ¡Vamos, ahora!
Harry y Ron esquivan ágilmente a los alumnos de Slytherin, mientras Hermione saca su varita y se encara con ellos, aunque con la varita apuntando hacia ella misma.
-¿Qué crees que vas a hacer, asquerosa sangre suci...
-¡Aumento pectoralis! -exclamó Hermione agitando su varita.
-¡Guau! -babeó Malfoy, mientras el y sus boquiabiertos amigos miraban cómo Hermione entreabría su túnica.
Ya en el despacho de Dumbledore, jadeantes después de la carrera, Ron y Harry mostraron al profesor Dumbledore la hoja de papel.
-Uhmmm. Interesante, muy interesante. Hacía mucho tiempo que no veía algo así, Harry.
-¿Se refiere al dibujo?
-No, Harry, no; no seas bobo. Me refiero al papel cuadriculado. Te habrás fijado en que en Hogwarts sólo empleamos pergamino. El papel cuadriculado dejamos de usarlo hace años, justo cuando eliminamos las matemáticas y la lengua del temario. Ahora casi ningún alumno de Hogwarts sabe sumar sin usar la varita, y su ortografía es espantosa. Incluso creo que hay alguno que no sabe leer, pero como siempre he dicho ¿quién necesita leer cuando puede hacer magia?
Dumbledore miró a los chicos por encima de sus gafas de media luna, con esa cálida sonrisa que le caracterizaba.
-El dibujo me resulta familiar, pero creo que Hagrid os podrá dar más detalles -dijo Dumbledore, enderezándose-. Id a verle, ahora mismo supongo que estará en su casa -continuó, devolviéndoles el papel y despidiéndose con un guiño y un cariñoso azotito en las nalgas de Harry, que se ruborizó.
Cuando Ron y Harry entraron en la cabaña, Hagrid cerró rápidamente una cortina que ocultaba el fondo de la cabaña, y se les quedó mirando con expresión culpable.
-Pero Hagrid, ¿ya lo has vuelto a hacer? -preguntó Ron, con tono de fastidio- ya te hemos dicho mil veces que pasamos de tus bichos. ¿Qué es esta vez, macho? ¿Otro dragón? ¿Un gusano de Dune? ¿Un pulpo gigante?
-¡Chicos, chicos! -se defendió Hagrid-. Es verdad, he recogido otra criatura. Pero por favor, no se lo digáis a nadie, o me metería en un lío.
-Pero Hagrid, si tus puñeteras mascotas siempre se te acaban escapando, y acaban por intentar devorar a medio colegio -siguió Ron-. De verdad que me tienes hasta las narices, tío. Venga, dinos qué demonios es ahora.
-Bueno -respondió Hagrid, mirando al suelo- lo cierto es que es casi un bebé. He recogido la última reencarnación de Aquel Cuyo Nombre No Debe Ser Pronunciado.
-¿Qué? -Exclamó Harry, mientras él y Ron se erguían y sacaban sus varitas-. ¿Has adoptado como mascota a una reencarnación de Lord Voldemort?
-Harry, chaval -dijo Hagrid-. De verdad que a veces me parece que eres algo bobo. ¿Cómo iba yo a hacer eso? Me refiero a la reencarnación de Hastur el Innombrable, so idiota.
Tras estas palabras, Hagrid arrojó una oveja viva tras la cortina, pero, aunque se apresuró a cerrarla, no pudo evitar que unas gotas de sangre salpicaran la pared de enfrente y la túnica de los chicos. Secándose las manos en sus ásperos pantalones, siguió hablando:
-Bueno, no os preocupéis por mi mascota. ¿Qué os ha traído hasta aquí?
-Verás, Hagrid: Dumbledore nos dijo que a lo mejor tú sabías lo que era esto -respondió Harry, tendiendo el papel al gigante.
-¡Oh, cielos! -exclamó Hagrid, con expresión de sorpresa- ¡Claro que lo sé! ¿De dónde lo habéis sacado? Esto lo hizo el padre de Harry hace años. Es el patrón de unas brafoneras.
Ron no escuchó esta última frase, porque estaba mandando un sms con su móvil, pero Harry se quedó mirando a Hagrid con cara de profunda incomprensión. Hagrid, viendo como empezaba a resbalar un hilillo de baba por la barbilla del chico, aclaro:
-Es para hacer unas protecciones de malla metálica para las piernas, tipo guerrero del medievo.
-¿Y para qué iba mi padre a querer hacer unas de esas?
-Solía llevarlas puestas cuando él y sus amigos iban a dar palizas a Snape. A veces, mientras le pateaban en el suelo, intentaba morderles las piernas.
-¡Esa rata de Snape! -exclamó Harry, apretando los puños.
-De todas formas -dijo Hagrid-, no me fiaría mucho de este papel.
-¿Qué pasa Hagrid? ¿Tu también crees que es una trampa del más poderoso mago del mundo, o qué? -preguntó Ron, con cierta sorna, mientras encendía un cigarrillo con un toque de su varita.
-Uhmm. ¿Te refieres a Dumbledore, o a Voldemort, Ron? -preguntó Harry con una expresión de profunda duda mística que le hacía parecer incluso más alelado que de costumbre.
-¿Pero es que no habéis aprendido nada en clase de Historia de la Magia? -preguntó Hermione, entrando por la puerta mientras se alisaba la túnica. Sin dar importancia a su pelo alborotado ni a su barra de labios corrida, continuó con su tono más sabiondo: -Todos saben que el mago más poderoso del mundo es Juan Tamariz.
-Chico, chicos. Lo que quiero decir es que estoy casi seguro de que este no fue el diseño definitivo. Sólo la base para poder hacer dos brafoneras simétricas antes de los ajustes finales.
-Oye, Hagrid, no entiendo cómo se interpreta el patrón -comentó Hermione-. ¿Qué representan los puntos, las crucecitas y las rayas?
-Los puntos son unidades básicas, grupitos de cuatro anillas unidas a una anilla central. Estas unidades básicas van unidas entre sí hasta formar el tejido. Las crucecitas son sólo para llevar la cuenta. Como es muy fácil equivocarse contando anillas, el padre de Harry colocaba cuerdecitas cada cinco, o cada diez unidades básicas, y así podía sacar bien el patrón y hacer las dos brafoneras iguales.
-Vaaya -dijo Harry, asombrado. ¿Y las líneas?
-La línea de puntos marcaba dónde había que unir el extremo superior para hacer el hueco del cinturón. Y lo otro, son los bordes. Creo que, para hacer bien los bordes en diagonal, había que añadir o quitar algunas anillas.
-¿Hueco del cinturón? -preguntó Harry, que seguía sin enterarse de nada.
-Claro, tonto -dijo Hermione. Toda la pieza iría colgada del cinturón, y seguro que se ataba por detrás a la pierna ¿verdad, Hagrid?
-Pero qué repelente eres a veces, Hermione -respondió Hagrid-. Si, efectivamente. Pero ya os digo que el padre de Harry tenía previsto unir la parte de arriba directamente con anillas, así que sobre este patrón seguramente habría que hacer alguna modificación para que quedara del todo bien.
Y así, con Hagrid explicando a los chicos cómo fabricar malla, los cuatro siguieron hablando mientras pasaba la mañana en Hogwarts.