Escudos a la carta: dejándome dominar por la avaricia.
Sí, queridos hermanos: debo confesar que he pecado.
La avaricia corre por mis venas, el afán de lucro me corroe. Mi alma mercenaria ha tomado una vez más el control. En esta vorágine de codicia desenfrenada, estoy preparando no uno, sino ¡dos! escudos por encargo.
Hace ya un tiempo, un conocido y polifacético recreacionista se puso en contacto conmigo: Oye Axil, ya sabes que yo estoy centrado en una época bastante posterior, pero queremos ir calentando para el aniversario de las Navas de Tolosa. ¿Me puedes hacer un par de escudos lágrima?
Podéis imaginar mi reacción...
Así que, una vez cerrados los detalles, me puse manos a la obra como en anteriores ocasiones.
Lo primero es comprar la madera. Como había que ajustar al máximo el presupuesto, me encantó que me hicieran un descuento por llevarme la plancha sin cortar.
Es una lástima que no cupiera en el coche ni de casualidad. El descuento lo usé para pagar el serrucho con el que tuve que cortar aquella plancha de madera en plena calle.
Y a seguir el procedimiento normal...
Y... ¡Espera! ¡Aquí hay una variación!
Estos escudos no van a llevar canteado, así que hay que cuidar especialmente los bordes para que quede un buen acabado. Para conseguirlo, antes de colocar la última capa, tienes que asegurarte de que el borde esté tan uniforme como sea posible. Y no suele ser el caso: las diferentes capas de tela encolada habrán acabado por formar una especie de dientes aserrados que abultarán cuando pleguemos el último borde hacia el interior del escudo.
Pero tranquilos: os voy a contar un par de cosas interesantes sobre la tela encolada.
La primera es que con un cutter bien afilado y un poco de paciencia, puedes eliminar casi todo el sobrante.
La segunda, y esto es una novedad presentada en exclusiva, es que ¡se puede limar! hasta dejarlo liso y uniforme.
Una vez bien alisados los bordes, ya puedes colocar la última capa. Tienes que recortar los bordes con un cierto margen, para luego poder doblarlos y pegarlos hacia la parte de atrás del escudo.
Para que queden bien, tienes que encolarlos generosamente, por dentro y por fuera. La tela se vuelve elástica y moldeable, y puedes alisar las arrugas con una espátula ¡o con los dedos!
(No disimules: a ti también te encanta la sensación de pringarte hasta las muñecas de cola blanca y luego quitarte esa especie de segunda piel que se forma cuando se empieza a secar)
Aunque originalmente no pensaba pintar los escudos, me di cuenta a tiempo de que es algo imprescindible: sólo así puedes disimular los inevitables manchurrones que harás al remachar el embrace.
Y no hay muchos más secretos
A la hora de escribir esto, el escudo de la imagen está terminado, y el otro está completamente entelado, esperando al embrace. Así que ya podemos ir adelantando la
Factura detallada para dos escudos lágrima
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Materiales
- Plancha de madera: 16€
- Loneta (seis capas por delante y una por detrás de cada escudo): 18€
- Bote de 5kg de cola blanca: 19€
- Cuero: Aproximadamente 15€ (calculado como la parte proporcional de la pieza)
Total materiales: 68€ (Hay alguna cosilla más, clavos, arandelas, pintura... que tengo hace tiempo y no merece la pena contabilizarlo)
Tiempos
- Irse de compras: 2h (ya descontado el vergonzante episodio del serrucho)
- Marcar y cortar madera: 15 minutos / escudo
- Mojar, curvar y pegar escudo: 15 minutos / escudo
- Lijado de bordes de la madera: 15 minutos / escudo
- Cortar tela: 45 minutos / escudo
- Encolado de cada capa: 30 minutos / capa (total 3'5 horas por escudo)
- Lijado bordes de tela: 10 minutos / escudo
- Encolado final de bordes: 30 minutos / escudo
- Patronar y taladrar embrace: 30 minutos / escudo
- Alisar cabezas de los remaches, incluyendo eliminar nervios: 30 minutos / escudo
- Cortar y limar el cuerpo de los remaches: 15 minutos / escudo
- Acolchar: 30 minutos / escudo
- Cortar tiras del embrazado: 30 minutos / escudo
- Remachado del embrace: 45 minutos / escudo
Total tiempo: 19,3 horas para los dos escudos.
Estos tiempos cuadran a la perfección con el presupuesto que le di al cliente (no os voy a decir a cuánto le cobro la hora), señal clara de que... he recortado un poquito los tiempos reales para no pasarme del presupuesto inicial. Pero no os creáis que fallé por mucho, apenas unos minutejos.
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¡No! ¡Espera! ¡Un segundo!
Me olvidaba de las últimas aportaciones al diseño de tarjetas (¡Jo, qué revuelo a cuenta de las tarjetas!) Me cuesta tanto decidirme, que me parece que imprimiré todos los diseños, y las iré repartiendo según vayan saliendo.
Aquí tenéis:
¿Y qué me decís de ésta? ¡Esto sí que es construir un yelmo!
(Sigo manteniendo el anonimato de los autores; pero que no duden en identificarse ellos mismos en los comentarios si les apetece)
Y ahora sí: