El telar de tablillas (1): Tejer o hacer galletas, aún no lo tengo muy claro.
- Queridos seguidores del programa "La abuelita Paz enseña a los niños": en el programa de hoy, nuestra querida abuelita Paz nos va a enseñar a tejer. O tal vez a hacer galletas, no está demasiado claro. El departamento de producción no se atreve tampoco a darnos un título para el programa de hoy, porque la abuelita Paz, para qué nos vamos a engañar, está un poco más pa'llá que pa'cá; y como se le va bastante la cabeza, no hemos podido terminar de entender de qué va a ir su charla de hoy. Eso sí, queridos telespectadores, esperamos que disfruten, una tarde más, de las entrañables enseñanzas de la abuelita Paz.
Queridísimos niños, hoy os voy a hablar de cómo se tejía en mis tiempos. Bueno, o más bien en los tiempos de mi abuela. O en los de mi tatara-tatara-tatarabuela, que sé que eso os mola más, como decís los jóvenes.
Porque -ay, hija, alcánzame el bastón que se me ha caído. Gracias, guapa- antaño no se tejía como con las cosas modernas de las industrías esas, qué va. Antaño se tejía con telares que uno tenía en casa, ¡y bien que se apañaba uno! Que luego llegaron esos de las tricotosas, y que como muy moderno todo, que antes ¡quiá!
Yo, de jovencita, antes de la guerra, me acuerdo que hacía encaje de bolillos, allí en el pueblo. ¡Y bien bonico que quedaba todo, que eso no te lo venden hoy en ningún sitio!
Y que yo me acuerdo mucho de mi difunta abuela -quenpazdescanse- que a veces hacía cintas y tiras muy bonitas usando una cosa que llamaba telar de tablillas, y que los modernos de ahora lo llaman table güivin, o algo así raro en extranjero de ese.
Como yo de niña era muy curiosa, y me gustaban mucho las cintas que hacía, enseguida le pedí a mi abuela que me enseñara a manejar el cacharrillo de tejer, y eso es lo que os voy a enseñar hoy: lo del telar de tablillas.
Que ya sé yo que a los jóvenes de hoy en día os parece que esto va a ser muy complicado, y muy aburrido, pero que ya os digo yo que no. Que si habéis estado haciendo cotasdemalla de esas, que esto es mucho más fácil y más rápido. Y que no os preocupéis por lo de las tablas, que se puede hacer todo muy fácil.
- Abuela Paz ¿de verdad es tan fácil? A mi me han dicho que encontrar las tablillas es muy complicado...
Pues mira, que hasta yo he encontrado por la interné ésa una forma de hacer las tablillas, que en diez minutos tienes todo lo que hace falta para empezar. Que lo vi en el blos de este chico tan majo que tiene un nombre tan raro, el Edetanii, o como se diga. Que las tablillas las hizo con una baraja de las de jugar al tute, que es de lo más fácil de hacer. Cargüivin, dicen que se llama eso.
Y que es un chico muy aplicado el Edetanii, como tenéis que ser vosotros, queridos niños, y estudiar mucho. Y así, seguro que podéis ser como él, o como este otro chaval, que también es muy listo y muy apañao; y que encontró este librito que tenéis que bajar ya mismo si queréis hacer algo con esto del telar de tablillas. Que, como decía el maestro de mi pueblo cuando yo era niña, hay que apender a andar antes de echar a correr.
Las cartas vienen muy bien, porque son fáciles de conseguir, y puedes seguir los números para saber dónde va cada una cuando se te caiga el telar al suelo y se baraje todo el telar. ¡Je! Y se baraje el telar. ¡Que está hecho de cartas! ¡De una baraja! ¡Ay, qué gracia, hijo!
Claro, que las cartas estas tienen un límite, y si eres un poco brutito -como uno de mis nietos, que parece mentira que el pobrecico tenga estudios- a lo peor no te duran mucho. ¡Y que si se rompe a medio tejer, la cosa tiene muy mal arreglo!
Pero eso lo apañamos haciendo unas galletas, que eso, queridos niños, sí que se le da bien a la abuelita. De las cuadradas, y espero que nada crujientes.
La masa la haremos de contrachapado, que posiblemente sea el peor material del mundo para hacer este tipo de galletas. Pero es que, queridos niños, la madera maciza cuesta muchos duros, y la cosa está muy achuchá.
Las galletas tiene que ser bastante hermosas, como de media cuarta de lado a lado. Que me dice el chaval ese tan simpático de producción que eso son como 8 ó 10 centímetros.
Tienes que cortar muchas galletas, que seguro que luego, cuando termines de cocinarlas, muchas se estropean. Que luego, como mucho, mucho, a lo mejor usas cuarenta o así, pero tú prepara más. Y no te olvides de dejar una tiras para las lanzaderas, que es donde luego enrollas el hilo que vas pasando de lado a lado.
El secreto para que las galletas salgan bien no está en el horno, está en el taladro. Acordaos, queridos niños, de taladrarlas bien prietas entre ellas y de poner un mártir al final, que lo importante es que no se astille la salida del taladro.
Y todo lo demás, es suavizar para que no se enganchen los hilos. Primero por fuera...
...y luego, por dentro; que antes eso era muy difícil, pero con esos inventos tan modernos que llaman Dermel, o Delmer, o algo así, es muy fácil.
Lo importante es que, cuando se dé la vuelta a las tablillas, los hilos no se enganchen con nada; que si luego se enreda el hilo en una astilla, eso ya no lo arregla ni San Pedro bendito.
- Abuela Paz, qué galletas tan ricas le habrán salido con esta receta...
¡Ay, hijo, algunas más ricas que otras, algunas más ricas que otras! Que seguro que los niños que están viendo esto en casa y están siguiendo la receta -¡Ay, amorcicos míos, qué majos!- se han dado cuenta de que algunas de las galletas se ha roto, y les han salido astillas, o tienen los agujeros irregulares, o algo así. Pues lo que tienen que hacer es seleccionar las mejores, e ir poniéndolas las primeras, y así con todas, que queden en orden. Y luego, como contaba mi sobrino el Luciano que le decían en la mili: ¡A numerarse!
Que no te rías, que si luego se enredan las tablillas, o si tienes que girar unas sí y otras no, viene muy bien saber distinguirlas.
Y como a mí se me va mucho la cabeza, sobre todo si estoy viendo el parte mientras tejo, también viene muy bien saber si cada tablilla está en su posición inicial, o si le has dado ya un cuarto de vuelta, o dos, o tres. Hay quien pinta las esquinas de colores, pero también puedes marcar los laterales.
- Vaya, abuelita, eso está muy bien, pero ¿por qué algunas galletas son de otro color?
Ay, hijo, eso es por el aceite (de linaza, que era; muy bueno para las galletas) que usé, que si luego te pones a frotar las galletas con el hilo y con los dedos, se va un poco y queda de un color raro si no se ha secado bien antes.
Y ahora os voy a enseñar cómo se teje, y, sobre todo, cómo se interpretan los patrones del tel...
- ¡Un segundo, abuelita! Me dicen desde producción que no tenemos más tiempo, y que hay que ir despidiendo el programa. ¡Pero no se preocupe, nos podrá explicar todo eso la semana próxima en "La abuelita Paz enseña a los niños"!
¡Ay, ahora que ya había cogido carrerilla! Bueno, hijo, como digas, que al fin y al cabo, qué importará lo que tenga que contar una pobre vieja. Si es que ya no se respeta a los mayores, cualquier día de estos cojo la puerta y os dejo con el programa éste de la puñeta, así no hay forma de...
-¡Y así les emplazamos a nuestro próximo programa (llevaos a esa vieja loca, por Dios, que estamos en antena), donde prometemos a todos nuestros queridos telespectadores que la abuelita P... que UNA abuelita Paz hará las delicias de grandes y chicos con nuevas lecciones de tejido, de repostería, o de lo que sea!