El greathelm (3): ya está marchita la margarita
Como ya comenté, metí la para hasta la altura del sobaco con la calva del greathelm.
El principal error fue que elegí mal el tipo de calva que quería ponerle. Porque no todas las calvas son iguales.
El primer tipo de calva es el girasol de chapa; bonito modelito flowerpower inspirado en los siglos XII o XIII. Se supone que es estilo más sencillo de hacer, ya que doblar los "pétalos" es extremadamente sencillo.
La segunda alternativa es la calva en tapa de bote de mermelada. El problema con este estilo es que para conseguir el pliegue creas muchas tensiones en la pieza, y hay quien advierte de la posibilidad de que la chapa forme un punto de inflexión en silla de montar, es decir, con primera derivada cero y segundas derivadas parciales respecto a X e Y de signos opuestos.
Ha quedado claro, ¿no? ¿Por qué estás mirando el monitor con la boca abierta? Vaaale, lo explico: se llama "Efecto pringles". Ahora sí lo has entendido, ¿verdad? Pues que sepas que deberías dejar la comida basura y estudiar más matemáticas.
Cualquiera de estos dos modelos viene en dos variedades: la calva totalmente plana, o la calva un pelín abombada. ¡Ah! muy importante: también puede que se coloquen por fuera, o por dentro.
Por último, nuestro desfile de modelos de calva nos trae todo un clásico del SXIV: el greathelm con calva extremadamente curvada y, por lo general, una cresta.
Lo primero que tienes que hacer es decidir cual de estos tipos de calva vas a emplear, porque el método de fabricación del casco depende de ello. Y te lo digo yo, que elegí mal, y me he tirado varios días haciendo chapuzas para cambiar de modelo.
Porque, en cualquier modelo que no sea plano, habrá que tener en cuenta que se deformará al trabajarlo, así que el patrón debe tenerlo en cuenta. Y, segun lo extremo del trabajo, incluso puede merecer la pena empezar por la calva (esto último es recomendable en el caso de calvas muy abombadas o crestadas)
A servidor no se le ocurrió otra cosa que ponerle un modelo flowerpower ligeramente abombado a su greathelm. En estos casos, se empezaría por dibujar el contorno de la calva tomando como referencia lo que ya llevamos hecho del casco.
No, no hagáis como yo, no taladréis nada hasta que la calva ya esté hecha.
Por supuesto, se le da un cierto margen para compensar la disminución de tamaño al hundirla. ¿Cuánto margen? ¡Ah, si yo supiera responder a esa pregunta, el yelmo sería distinto!
Como desconocía cuánto se iba a llevar el abombado, decidí cortarlo recto, hundirlo, y hacer los "pétalos" una vez hundido.
A estas alturas no voy a explicar otra vez cómo hundir la chapa. Pero sí os diré que el martillo de cabeza de nylon de kilo y medio es casi mágico.
El problema para cortar los "pétalos" tras dar forma a la chapa, es que ahí ya no hay quien meta una sierra de calar sin montar un chou de vibraciones, ruidos, dolores, y hojas de caladora partidas.
Así que no se me ocurrió otra cosa que usar la infausta radial del Averno.
Sí, sí, muy cómoda. Corta muy fácil y rápidamente, la puñetera. De hecho, corta tan fácil y rápidamente, que la más mínima imprecisión en su manejo queda instantáneamente reflejada en la chapa.
Una vez cortadas las pestañas, la idea es darles una forma redondeada, para lo que me ayudé de unas tijeras de aviación, de una lima bien hermosa, y de mucha paciencia.
El resultado, a la vista está en la foto: una auténtica porquería, con cada pestaña de diferentes proporciones a las demás.
Planteándome si podría salvar algo de la quema, decidí seguir adelante con el doblado de las pestañas, a ver qué quedaba. Efectivamente: había que marchitar la margarita.
Para esta tarea (y, como veréis, para algunas más) empleé mi recién terminada estaca biselada. No es más que una barra de hierro de 3cm de lado cortada a unos 45 grados, con el borde redondeado y la superficie del corte pulida.
Esta pequeña maravilla consigue unos resultados extraordinarios para doblar sobre ella, haciendo crestas, bordes vueltos, e incluso facilitando la tarea de afilar aristas.
Bueno, resultados extraordinarios, resultados extraordinarios... digamos que notables.
Vaaale, medio aceptables. Pero es un trasto muy útil, y espero que con la práctica sea la repanocha ¿vale?
Una vez mustio el girasol, contemplé el resultado de mi trabajo, y vi que era ¡una auténtica chapuza!
¿Os acordáis que os decía que era importante elegir bien el tipo de calva? Bien, pues yo lo hice mal.
¿Qué cómo lo sé? Pues porque el orden de hacer las cosas que os estoy contando aquí no es que yo seguí, y ya tenía buena parte del yelmo lista para cuando hice la tapa.
Y, como podéis apreciar, la mezcla de estilos es abominable. Como ver al Clint Eastwood de los buenos tiempos luciendo una pamela. Ese yelmo que está gritando "¡Soy un intimidante yelmo del SXIV!", con esa tapa que está gritando "¡Helados de fresa para el nene y la nena!"... No, claramente, no.
Y en este punto es donde empieza el trabajo duro. Vamos a modificar la calva para que vaya por dentro.
¡Oh, no, modificar la calva para eso no es complicado! O no lo es, si, previamente, no has sido tan estúpido como para taladrar las otras piezas del casco para sujetarlas con tornillos.
Cambiar la curvatura de las otras piezas para adaptarlas al perímetro de la calva es prácticamente inmediato: un par de matillazos, un ajuste con las manos, un apriete de tornillos, y listo.
Pero hacer que el perímetro de la calva coincida casi exactamente con el hueco que ya tienes... ¡Eso es harina de otro costal! Esto ya requiere martilleo creativo: el que incluye volver a aplanar lo que acabas de doblar, realizar ajustes finos poniéndote de pie sobre la pieza, intentar que tome la forma correcta por el método de insultarla...
Y aún así, al final unos cuantos taladros se han vuelto, digamos, un poco alargados.
Pero, al menos, hemos conseguido adelantar mucho en nuestro objetivo, y ya tenemos lo que, indudablemente, es, como diría aquel, ¡UN CUBO!
Por hoy lo dejaremos aquí. En el próximo episodio averiguaremos cómo hacer el patrón del resto del yelmo, cómo hacer los visores, e incluso cómo hacer bordes vueltos.
Y, si tengo el día tonto, a lo mejor hasta explico por qué el sentido de la vida, el universo, y todo lo demás, es, en realidad, 42.
¿O es que no os creíais que yo puntuaba como "friki total" en el frikitest? (Tengo curiosidad. Lo mío ha sido 27,6% con absoluta sinceridad. A ver qué tal se os da.)