Las hombreras (3): el lento devenir de lo que fue a lo que será
Habíamos dejado las hombreras después de un primer lijado rápido, que había dejado al descubierto las partes que no estaban bien planificadas (algo evidente porque quedan zonas en las que no llega la lija)
Es posible que en la anterior entrada no se apreciase hasta qué punto las hombreras estaban llenas de marcas. En la foto de al lado podéis ver las hombreras, después de haber marcado con un rotulador el contorno de todas las zonas a las que no había llegado la lijadora.
Sí, me había quedado una chapuza total. Así que ¡de vuelta al martillo a planificar las hombreras!
En esta ocasión, me decidí por aplanar colocando la chapa sobre la superficie plana del tocón, y golpeándola desde atrás con el curvado martillo de hundir.
De esta forma, consigues sacar hacia fuera bastante bien los trozos que habían quedado un poco hundidos, y, a la vez, consigues que la chapa no pierda demasiado de la curvatura original que tenía.
Si, ya, y una gaita.
La chapa, quieras que no, siempre va a cambiar su curvatura con un tratamiento de estos. Puede perderla más o menos, enderezándose o curvándose más, pero algo va a hacer.
Y como yo quería que las diferentes lamas ajustaran bastante bien entre ellas, eso me obligó a volver a la estaca de tubo para volver a dar forma a las piezas del hombro. ¡Y para recuperar la simetría, que la habían perdido! En la fotito de aquí al lado podéis ver cómo ajustan las piezas (el ajuste no es perfecto, porque en realidad no son los bordes inferiores los que tienen que coincidir bien)
Tras una rápida sesión de aplanado, vuelta a la lijadora, donde ya no hubo problemas para darle un acabado uniforme.
En este caso, y empleando una lijadora de bandas, comencé con grano 60, y demostró ser más que suficiente. Tras completar todas las piezas, estoy dando la segunda pasada con grano 120, por supuesto en perpendicular a la anterior, y la cosa va bastante bien.
Tan bien, tan bien, que hasta tuve la tentación de satinarlo con scotch brite y aceite lubricante (y de codo) sin pasar por un grano más fino.
Y no, aquello fue un error, por dos motivos:
- Porque con ese nivel de lijado, no consigues dejar una superficie uniforme al satinar, hay que lijar más.
- y porque me equivoqué de bote, y en lugar de WD40 usé grasa de la cadena de la moto. Y ahora tengo una hombrera realmente pringosa.
Y hasta aquí hemos llegado. Por el momento la cosa va despacio, así que en esta entrada no os estoy contando gran cosa. Eso sí, al hilo de la conspiración que se está fraguando entre los habituales comentaristas de este blog, me veo obligado a dar a conocer el siguiente
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Desclamador
Sr. Juez:
Por la presenta niego mi implicación en los hechos de los que se me acusa.
Niego rotundamente haber estado involucrado en la reciente transformación de gran parte del nuevo continente en un régimen feudal, y le aseguro que jamás pedí ser nombrado Conde de Guatemala.
Tampoco he tenido nada que ver en la cruzada que recientemente llevó a la invasión de California al grito de "Schwarzenegger es el nuevo Saladino", ni sé nada sobre las órdenes de caballería que se han establecido en Hollywood.
Sí reconozco que propuse la idea de que una flotilla de drakkars tomara al abordaje el U.S.S. Eliminator, pero sólo como una broma, jamás pensé que lo fueran a hacer en serio. Y mucho que pasaran a cuchillo a toda la tripulación, al parecer demasiado sorprendida para reaccionar.
Debo decir en mi descargo que, nada más conocer los hechos, ejercí toda mi influencia sobre los asaltantes, y conseguí que desmantelaran todos los cañones y misiles de la nave para sustituirlos por balistas y catapultas, con lo que contribuí a minimizar los daños que pudieran causar. También es cierto que fue suya la iniciativa de apagar el reactor y navegar a golpe de remo, por la cual se vieron obligados a abandonar el barco tres días y 23 metros de avance más tarde.
Tampoco puedo explicarle cómo la flotilla de drakkars cruzó el Atlántico y se lanzó a la conquista de Andorra. Sr. Juez, le garantizo que yo tampoco entiendo cómo esos barcos pudieron llegar hasta allí; aunque no creo que los acontecimientos que algunos aseguran haber presenciado en Reus una semana antes de la invasión sean verídicos.
Creo además, Sr. Juez, que es patente que el de la foto no soy yo, en contra de lo que se ha publicado en algunos medios de comunicación, relacionándome con el afamado "Ajusticiador de yupis". ¡Ni tampoco soy el terrible Gaitero Enmascarado, Dios me libre!
Le ruego por tanto, Sr. Juez, que tenga a bien liberarme de estas injustas acusaciones
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