- Cuando necesitas dar un repaso a todos los radiadores de la casa, es algo absolutamente inestimable.
- Suelen disponer de una furgoneta, así que también vienen muy bien a la hora de hacer una mudanza. Aunque en mi última mudanza, entre Arant, Hirdan y mi amigo fontanero, consiguieron escamotearme un par de tarjetas de crédito que no han vuelto a aparecer. Menos mal que conozco bien a mis amigos, y las cancelé de inmediato.
- Y, este es el motivo que viene al caso en el blog, saben soldar; y además tienen equipo para hacerlo.
Mi amigo fontanero responde al nombre de Truvor, Truvor Khan, para ser exactos. En realidad, poco más de media docena de personas sabemos que responde a ese nombre (los mismos que, por ejemplo, responderíamos a los nombres de Arant, Hirdan, o, por los mismos motivos, Axil) Pero tu grita “¡Eh, Truvor Khan!” cuando vayas en un autobús petao de gente, y, seguro que, si está dentro, responderá.
Truvor, además, es una bellísima persona, desinteresado, y amigo de sus amigos. Incluso cuando sus amigos son unos capullos desagradecidos como un servidor.

El caso es que, sabedor de sus habilidades soldaduriles, un buen día me dirigí a verle, con el espíritu henchido de gorroneo. Por supuesto, no sin antes llenar una mochila de materiales que había encontrado, sacado de la basura, robado y, en última instancia, comprado.
Tras haberle explicado en todo detalle lo que necesitaba, dándole extensas instrucciones durante no menos de tres minutos, me piré y le dejé con el marrón; a sabiendas de que no me decepcionaría.
Y, efectivamente, apenas una semana más tarde, las hábiles manos de Truvor habían convertido unos diez kilos de chatarra en valiosas herramientas armaduriles.
Porque, gracias a su ardua labor, ahora soy el orgulloso poseedor de cinco estacas y dos acuñadores.
No, las estacas no son para cazar vampiros. Y sí, Buffy tiene morbillo. Y ahora, si hemos acabado con los tópicos que todo el mundo suelta cuando les cuento lo de hacer estacas, podemos seguir con el tema, ¿no?
No mucha gente sabe lo que es una estaca en el contexto del armadureo y el trabajo de chapa. Una estaca es, básicamente, un polluelo de yunque que se fue volando y se posó en lo alto de un poste.
Si, como una cigüeña, pero a lo heavy metal.
Las estacas viven en estrecha simbiosis con los martillos de trabajar chapa y los soportes para estacas, que pueden ser desde agujeros en un tocón hasta estudiados soportes móviles; pasando por los clásicos huecos de los yunques (que son su ecosistema original, y sin duda, su sitio predilecto)
Ya os he dicho que las estacas son polluelos de yunque. Esta especie presenta un marcado dimorfismo entre crías y ejemplares maduros, ya que las estacas, por lo general, presentan todo tipo de formas pintorescas, muy alejadas de la del yunque adulto.

Claro, por lo general te tienen que dividir estas enormes barras en trozos más pequeños para posibilitar su traslado al nido
Y luego, tendrás que tirar de radial para llegar a la longitud correcta. Las mías son de unos 40cm, siguiendo el sabio principio de que más vale que sobre, que para cortar más siempre estoy a tiempo.

Con la bola sujeta al tornillo de banco todo era mucho más difícil, e intentar elevar chapa era casi impensable. Con esta maravilla, en cambio, todo se simplifica considerablemente, sobre todo porque no hay que ir a recogerla cada vez que sale despedida del tornillo de banco.

Esta estaca es tan extraordinariamente práctica, que apenas concibo cómo fui capaz de hacer los yelmos sin ella. En cuestión de minutos conseguí ajustar unas piezas de una hombrera que me estaban volviendo loco.
Al principio, no teníamos muy clara la forma soldar este tipo de estaca y que quedara sólida. Llegamos a barajar algunas ideas bastante peregrinas.

Además, debo decir que dejó intacta la superficie exterior del tubo, lo cual es todo un detallazo, teniendo en cuenta lo que me había costado pulirlo un poco a partir de su lamentable estado original.

El proceso de montaje es exactamente el mismo que en el caso anterior.

Sí, ya sé que tiene agujeros, pero la idea es emplearla por los bordes, no por el medio. El que quiera piezas de diseño perfecto que se vaya a un tornero, pero esto sale mucho, mucho, pero que mucho más barato.

Este ejemplar aún no ha alcanzado su pleno desarrollo, todavía le hace falta un lijado y pulido de la superficie.
Antes de pasar a las otras herramientas que se curró Truvor, os voy a presentar los soportes para las estacas.

Taladrar la encina a cierta profundidad y con un diámetro importante no es fácil, y las brocas tienen que ser sólidas. Al ser agujeros redondos, decidí redondear también un poco la base de las estacas para que encajaran un poco mejor. Un ratito de radial con disco de desbastar, y listo. Aún así, podéis ver en la foto una pinza de la ropa haciendo -innecesariamente- de cuña.
Porque si el agujero es profundo y la estaca encaja bien, después de unos cuantos martillazos va a quedar sólidamente clavada en el tocón, y te hace falta liarte a mazazos para sacarla. Lo sé, a mi me pasó el otro día. Tuve que subir a casa a por un mazo gordo para poder sacar la estaca.
Lo del tocón solo ligeramente taladrado y el tornillo de banco bien atornillado al tocón con tirafondos es un invento fantástico, por cierto. Fácil, cómodo y estable; nunca salga sin él.
Ya hablaremos más del uso de estacas cuando empecemos a tratar de las hombreras. Por ahora, os voy a presentar las otras herramientas que me ha soldado Truvor.
¿Os acordáis, hace ya tiempo, cuando os hablé de la malla remachada y de los acuñadores construidos con un buje de puerta? Bueno, pues mis escasos intentos de aplanar anillas con ellos hace ya casi un año terminaron por culpa de una premonición.
La premonición que tuve venía a decir: si sigo haciendo esto así, es sólo cuestión de tiempo que tenga que despegarme un dedo de la maza ayudándome con una espátula. Y ese tiempo se va a medir en minutos, más que en horas.

Y ahora, a ver si es verdad, y en la próxima entrega hablamos de las hombreras, que, poco a poco, van avanzando.