Por fin, después de más de tres meses, empiezo con una tarea a la que me comprometí allá por la fiesta de los amantes de Teruel: ¡la fabricación de un fuelle para una fragua!
El objetivo, más o menos difuso, que nos traemos entre manos Polo, Harald y yo, es fabricar una fragua semiportátil que poder llevar a los eventos. Y yo, siguiendo mi línea habitual, decidí que fabricar un cajón con cuatro patas y un tubo para que entrara aire era demasiado complicado; que mejor me encargaba de hacer el fuelle. Una cosa sencillita, así como de doble cuerpo y un metro de largo. Una tontá.
En los comentarios de este blog ya se ha estado hablando bastante del tema, y el
maestro Lupercio ha estado colaborando muchísimo, aportando información y colgando fotos de sus restauraciones de fuelles antiguos. Fíjate en el
antes y el
después. O en este otro
antes y
después. Lo de este hombre es tremendo.
No nos olvidemos tampoco de las imágenes que me envió mi amigo
Sancho de Haro
Y en internet, para variar, puedes encontrar mucha información interesante. Una de las más útiles es
esta página, que creo recordar que colgó Harald, y en la que el señor Jeff Wasson publicó (thanks a lot, Mr. Wasson) este esquema:
Imagen cortesía de Jeff Wasson, Wassonartistry.comEs muy posible que, a estas alturas, estés flipándolo tanto como yo la primera vez que oí hablar de un fuelle de doble cuerpo. Su funcionamiento es el siguiente:
- La plancha central está fijada a unos soportes laterales, no se mueve.
- La plancha inferior baja por su propio peso, llenando de aire la cámara inferior del fuelle a través de las válvulas de su base.
- Mediante un sistema de palancas, se tira hacia arriba de la plancha inferior, llenando de aire la cámara superior a través de las válvulas de la plancha central.
- La cámara superior se va desinflando por su propio peso, expulsando el aire por el tubo del fuelle.
Toda esta complicación permite un flujo de aire más o menos constante, e independiente del movimiento de bombeo.
O eso espero.
La cosa empieza preparando el patŕon del cuerpo del fuelle. Nada más fácil: una regla bastante larga, el típico compás de lápiz-atado-a-un-cordel, escuadra y cartabón, un trozo de papel de estraza; y arreando.

Las medidas están en centímetros, así que, como verás, es un fuelle bastante hermoso. No llega al tamaño de los fuelles fijos de una fragua estable (se supone que este trasto es portátil), pero bastante hermoso, de todas formas.
Lo suyo es fabricar estas planchas con varias tablas unidas entre sí, lado con lado, con junturas perfectamente herméticas.
Si has leído la frase anterior sin pestañear, por favor ponte en contacto conmigo y explícame cómo se hace eso, porque, lo que es yo, no tengo ni idea.
Así que me decanté por comprar (una vez más) esas horrorosas planchas alistonadas de pino. Y descubrí que, a pesar de ese momento de pánico que pasé en aquel aparcamiento, en mi nuevo coche sí que caben dos planchas de 240 x 60 x 1,8 cm.
Tienes que cortar una pieza igual al patrón de más arriba, y otras dos idénticas, pero sin el rectángulo del extremo.

No nos engañemos: la sierra de calar no es una herramienta de precisión, las tres piezas no van ni a parecerse. No es mala idea igualarlas con la lijadora. Las unes con unas sargentas (utiliza unos taquillos de madera para evitar marcarlas) y lijas los bordes con grano grueso hasta que queden bien uniformes.

Tanto la pieza central (la más grande) como la tapa inferior van a llevar una válvula para admitir el aire, válvula que, para empezar, consiste en un agujero. Puedes hacer varias válvulas más pequeñas, o una más grande; yo me decanté por una válvula rectangular grande, del tipo de las que vi en algunas de las fotos del maestro Lupercio. En mi caso, las he hecho de 20 x 12 cm. Así, a ojo. No sé si me he quedado cortísimo, o me he pasado tres pueblos.
Ya sabes: haces un par de taladros con una broca más bien gruesa, pasas por ellos la hoja de la sierra de calar, cortas, y luego a dejarlo todo bien lisito y suave a base de escofina y papel de lija.

Espero que no hayas tirado los recortes sobrantes de las planchas de madera, porque ahora vas a poder aprovecharlos para preparar unos refuerzos. Lo cierto es que, si el fuelle no está hecho de tablas unidas, la utilidad de estos refuerzos es limitada. Pero ayudarán a sujetar algunas cosas, y a que no se combe demasiado la madera.

Decidí dar a estos refuerzos un acabado un pelín irregular y redondeado, para que el fuelle quedara algo más rústico. Así que, cuando veas el fuelle en directo, y te des cuenta de que los bordes de los refuerzos no están perfectamente a ras, que sepas que no es porque sea un poco chapuzas (que lo soy), sino algo hecho a propósito.
Una de las funciones de estos refuerzos va a ser ayudar a sujetar un par de piezas metálicas en la parte de atrás del fuelle: el gancho del que tirar de la tapa inferior, y una pequeña pieza en la tapa superior por la que pasar un cordel con el que, por ejemplo, mantener cerrado el fuelle.
Pero claro, antes de nada, tendremos que preparar esas piezas metálicas. Nada más sencillo, un trozo de pletina de 4mm, un buen tornillo de banco, unos alicates bien gordos, una maza bastante pesada, una broca para metal, algo de fuerza bruta, y...

El problema es que embutir semejante cacho de hierro entre dos planchas de madera no es tan sencillo: tiene un grosor nada desdeñable, y las maderas no van a juntarse del todo. Va a ser necesario hacer hueco para que encaje el metal.
Y aquí es donde uno tiene que empezar a improvisar, porque en esto de trabajar madera no tengo yo demasiada mano. Siguiendo las instrucciones de Mucho Me Temo Que No Recuerdo En Qué Blog Vi Esto Hace Poco, empecé por perfilar con una Dremel los laterales de la acanaladura que quería hacer en los refuerzos.

Ya, ya sé que ese no es el disco más adecuado para este trabajo, pero era lo que tenía a mano ¿vale?
Una vez has hecho unas ranuras de la profundidad adecuada, vas haciendo otras acanaladuras transversales con la misma Dremel. Así podrás usar luego un formón y una maza para ir extrayendo, rectangulito a rectangulito, la madera del rebaje.

Esto no va a verse ni a ser accesible, pero eso no quita para que, al final, no lo alises un poco a base de formón y escofina.

Asegúrate de que el hierro queda perfectamente a nivel con la madera, así los refuerzos no cojearán al montarlos, y los ganchos metálicos no se moverán en absoluto.

¡Ah, el fuelle, esa herramienta con la que el sutil y etéreo Eolo colabora en el duro trabajo de Hefesto!
Sí, ya, claro... Que sepas que este monstruo no va a tener nada de sutil ni de etéreo; va a ser un trasto aparatoso y más bien pesado.
En próximas entradas, hablaremos de los secretos que ocultan los fuelles en su interior.