Vuelves a bajar al garaje, esta vez si, con todo lo necesario (mira que siempre me pasa lo mismo, y no espabilo)
Comienza el despliegue de cachivaches; muy bien todo en orden. Con una mano, se sujeta el yelmo en su posición encima del yunque. Con otra mano, agarras el Chisme de Remachar Inalcanzables. Y con otra mano, pillas el martillo.
Ooooops!
O falla la anatomía, o fallan las matemáticas. ¡Y yo que pensaba que ya casi se habían despejado los vapores del gasoil!
¡Ah, no, espera! ¡Es que ha venido mi amigo Arant a ayudarme con esto! Pues menos mal, porque ya me veía dando golpes con el martillo sujeto entre los dientes.
Al principio, el Chisme de Remachar Inalcanzables era un poco inmanejable, se resbalaba del remache y no había forma de atinar. Pero enseguida descubrimos el problema: la punta redondeada era demasiado afinada, hacía falta algo más aplanado. Un par de macetazos bien dados, y solucionado.
El Chisme de Remachar Inalcanzables ha resultado ser un gran descubrimiento, no solo te permite llegar a sitios donde el martillo jamás ha estado, sino que además te permite usar una pesadísima maceta en lugar de un liviano martillo de bola. La diferencia es notable, te ahorras docenas de golpes y te queda el remache mucho mejor ajustado. Lo usamos para terminar de ajustar algunos remaches que habían quedado un pelín flojos, y mano de santo, oiga usté.
Tan sólo una recomendación al respecto: si vas a poner la mano cerca del sitio donde un amigo va a liarse a macetazos, comprueba antes su pulso, su coordinación óculo-manual, y sus intenciones ocultas.
Porque Arant falló al Chisme de Remachar Inalcanzables (por cosa de un palmo), y sólo mis rápidos reflejos evitaron que me aplastara la mano (por cosa de milímetros). ¿Un accidente? Me voy a explicar: eso ocurrió ¡TRES VECES!. Y luego el tío se carcajeaba, pero con esa risa reservada a los científicos locos de los Cárpatos mientras claman algo en la línea de "¡Vivo! ¡Está vivo!".

Si, efectivamente, he rediseñado el almófar para que cubra mejor los morros, y además aún no he contado casi nada sobre la cofia en el blog. Calma, que todo se andará.
Ampliando la imagen, veréis que al yelmo aún le faltan los remaches de abajo, que es donde irá sujeto el borde de cuero. Esa historia la reservaré para la próxima entrada.

y que guapo que estoy y que ladino que parezco...
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